Demian Paredes
Colaboración especial a 70 años de la fundación de la Cuarta Internacional, para el CEIP “León Trotsky”
“... los grandes individuos son engendrados por los tiempos mismos”
G. W. F. Hegel[1]
A 70 años de la fundación de la Cuarta Internacional, queremos rendir homenaje a esta enorme tarea revolucionaria a través del recuerdo de uno de los dirigentes de la Oposición de Izquierda china, Peng Shu- Tsé. Como señala la presentación del Boletín electrónico del CEIP, la lucha de Trotsky y los trotskistas, iniciada a principios de los ’20 en Rusia y luego a escala internacional, “se constituyó como la única alternativa revolucionaria en los álgidos y agudos hechos de la lucha de clases del período entre las dos guerras mundiales, período que concentra las más ricas y variadas expresiones de lucha de clases”. En este marco se desarrolló la lucha de los revolucionarios chinos contra la línea de Stalin y Bujarin[3] en los momentos más agudos de enfrentamiento social, de revolución y contrarrevolución en China. La lucha teórica y política; contra el imperialismo, la burguesía “nacional” china y el Kuomintang –además del aparato del PCCh burocratizado-; todas, son luchas heroicas que las nuevas generaciones de trabajadores avanzados y estudiantes combativos debemos recuperar, para hacer con ellas una “historia común”. *** Desde la conocida biografía que hizo Franz Mehring de Karl Marx[4] o los escritos de Engels tras la muerte de su amigo y compañero; los bocetos y homenajes que le dedicaron Lenin y Trotsky a Rosa Luxemburgo, o las semblanzas de Trotsky luego sobre el constructor del partido bolchevique[5], hay una tradición revolucionaria, consistente en difundir la vida y obra de los dirigentes del proletariado revolucionario[6].
Lamentablemente, muchas organizaciones centristas que se reclaman del trotskismo, sólo hacen hincapié en la “política” para construir su organización –o, a lo sumo, sacan alguna nota superficial en sus prensas y revistas para “cumplir con el calendario”-, dejando de lado este importante aspecto que hace a nuestra historia y tradición, y por ende, a la fuerza moral de la militancia revolucionaria.
Conocer la historia y trayectoria de los revolucionarios que lucharon consecuente y abnegadamente junto a la clase obrera contra el imperialismo (y el stalinismo y sus distintas variantes burocráticas) hace a la moral y a la autoconfianza para el esfuerzo militante de toda organización que se pretenda revolucionaria; a la educación de las nuevas camadas de trabajadores y jóvenes que se acercan a la revolución.
Veamos entonces la trayectoria de Peng Shu-Tsé, dirigente comunista oposicionista y de la Cuarta Internacional.
A modo de introducción: China y la política de la III Internacional
El interés de los revolucionarios rusos por los movimientos de liberación nacional en el Asia databa ya de varios años, desde antes del triunfo de octubre de 1917 en Rusia. E. H. Carr señala que “En un artículo de 1912 inspirado por la revolución china de ese año, Lenin declaró que ‘cientos de millones de trabajadores asiáticos tienen un aliado seguro en el proletariado de los países civilizados’, y predijo que la victoria del proletariado ‘liberará a los pueblos de Europa y a los pueblos de Asia’; y describió a Sun Yat-sen. El dirigente nacionalista chino, como un narodnik con un ‘núcleo democrático revolucionario’ en su programa”[7]. En 1918 Sun Yat-sen establece en Cantón un gobierno nacionalista disidente. De allí en más, serán los primeros en empezar las relaciones diplomáticas entre Rusia y Sun serán: Chicherin, Yoffe y Borodin; ellos, cada uno a su momento, serán los diferentes emisarios encargados de establecer relaciones entre “los dos centros revolucionarios”.
Finalmente establecida una estrecha relación de mutua confianza entre Borodin y Chiang Kai-shek en Cantón –“uno de los lugartenientes de Sun”-, llegaban desde la URSS “suministros militares en un volumen modesto, pero creciente; asesores soviéticos ayudaron a construir el ejército de Cantón, y a equipar y proveer de profesorado a una nueva academia militar. Bajo la guía de Borodin, Sun reforzó la débil organización del Kuomintang” (KMT). A la vez, los miembros del PCCh –fundado en 1921-, que tenía “poco más de mil miembros”, eran parte de las filas del KMT[8]. Pero en realidad tanta colaboración y acuerdos “enmascaraban las discrepancias entre la doctrina marxista y los ‘tres principios’ de Sun Yat-sen: ‘nacionalidad’, ‘democracia’ y ‘bienestar del pueblo’. Esta ocultación resultaba fácil en la medida en que se subordinaba todo a la revolución nacional contra el imperialismo. Pero cuando Borodin presionó para que se incluyera la expropiación de los terratenientes en el programa de Kuomintang, Sun se resistió tenazmente y Borodin tuvo que ceder”[9].
“En una resolución del 12 de enero de 1923 del IKKI [Comité de la III Internacional] se señalaba que el Kuomintang era el único grupo nacional revolucionario serio que existía en China y que la clase obrera china no tenía aún el vigor suficiente para convertirse en una fuerza social independiente; y se justificaba así la política de ‘coordinar’ las actividades del Kuomintang y del PCCh y de impulsar a los miembros del PCCh a permanecer ‘dentro del Kuomintang’...”[10].
Para 1923 la Internacional Comunista, planteando una revolución en China nacional y democrática, hizo entonces que los miembros del PC chino adhieran al Kuomintang, partido nacionalista burgués.
Peng Shu-Tsé: del PC al “permanentismo”
Cuenta su compañera (en un artículo cuando Peng cumple 70 años[11]), que en 1924/25 Peng Shu-Tsé en los principales órganos del PCCh discute y elabora en una serie de artículos La cuestión China, llegando a la conclusión, “después de haber analizado en detalle las bases económicas y los intereses de todas las clases sociales”, que “sólo la clase obrera puede convertirse en la dirección de la revolución nacional”[12].
Peng, que había ingresado al PCCh en 1920, era un destacado militante: “hombre de pluma”, escritor, había participado en la Universidad Comunista de los Trabajadores de Oriente en Moscú; fue secretario de la sección del PCCh en Moscú hasta 1924, cuando vuelve a China tras su participación del V Congreso de la Internacional Comunista. Estando en Rusia “dio muchas exposiciones sobre el marxismo y discutía todo tipo de problemas con los camaradas. No era sorprendente que se tuviera una alta opinión sobre él”, cuenta Peng Pi Lan.
En el ’25 y ’26 hay alza de masas. Chiang Kai Shek da un golpe de estado en marzo del ’26 en Cantón, demostrando la verdadera ubicación de la burguesía respecto de los trabajadores y campesinos chinos que luchaban. Peng (miembro del Comité Permanente del CC junto a Chen Tu-Hsiú y otros) fue uno de los impulsores de una política contra Chiang: “que el PCCh retire sus miembros del Kuomintang y abandone la táctica de militar en su interior y, en el futuro, de colaborar con este último de partido a partido”[13]. Esta política fue combatida por Borodin, y así se siguió con la sumisión a Chiang, donde “las críticas de los comunistas de los Tres Principios del Pueblo de Sun Yat Sen estaban prohibidas... ningún miembro del PCCh podía tener el puesto de jefe del estado mayor del Kuomintang... el PCCh debía comunicar al Comité Central del Kuomintang la lista completa de los miembros del PC dentro del Kuomintang”[14], entre otras criminales políticas stalinistas, que postraba a los comunistas ante el generalísimo.
En julio del ’26, Peng y Chen tuvieron una nueva discusión con el resto del CC del PCCh. Este último y la Comintern reafirmaron la subordinación al KMT y su expedición al norte: nuevamente restricciones, como la prohibición de hacer propaganda a los soldados del KMT, no tomar las tierras, etc., y la principal: “en particular, el PCCh no debía instaurar su propia estrategia, basada en los soviets de obreros, campesinos y soldados”[15].
Sin conocer a Trotsky y sus posiciones, en base al estudio de la experiencia de la Revolución Rusa del ‘17 y de la propia experiencia china, en 1927 surgen artículos “permanentistas”[16], donde señala que “la revolución china es actualmente una revolución nacional democrática, pero... esta revolución no se limita para nada a los ideales nacionales y democráticos; se transforma gradualmente en una revolución socialista”. Incluso en 1925 ya plantea claramente la necesidad de ejercer la “hegemonía proletaria” desde los trabajadores de Shanghai: “el equivalente a Petrogrado en Rusia –la revolución de febrero y la revolución de Octubre en Rusia se hicieron bajo la dirección de los obreros de Petrogrado”[17].
Y así fue. Poco tiempo después la insurrección armada de los trabajadores de Shanghai de marzo del ’27 ocupó la ciudad, organizándose “más de 2.000 piquetes armados para mantener la paz y el orden”. Estaba abierta “la perspectiva de instaurar un régimen proletario”[18]. Pero el PCCh seguía subordinado a la Comintern y se estableció un gobierno de colaboración con la burguesía[19]. Chiang Kai Shek dio un segundo golpe.
Abriéndose la lucha fraccional al interior del partido chino, Chu Chiu Pai, adosó la etiqueta “trotskismo” a Peng y Chen, con objeto de congraciarse con Stalin, para que se expulse a Peng y para obtener así el cargo de secretario general del PCCh de Chen.
Ascenso y descenso de la revolución china: la lucha de la Oposición contra el stalinismo
Dirigida por los zig-zags a izquierda y derecha de Stalin-Bujarin y la III Internacional, la insurrección de Cantón (11 de diciembre de 1927, luego de la “gran purga anticomunista” de Wang Tin Wei de julio) fracasó: “en Shanghai y... todo el resto del país, reinaba el terror. De hecho, no pasaba un día sin que los camaradas fueran arrestados y fusilados”. A la vez esto no impedía la mayor destrucción interna y burocratización del PCCh: “los que se mostraban dóciles, tenían asegurado recibir una ayuda material, que, hasta cierto punto, los protegía del peligro. Los que osaban expresar sus dudas en cuanto a la eficacia del curso aventurerista, o que manifestaban descontento hacia las medidas burocráticas de Chu Chiu Pai debían enfrentar grandes dificultades. Se encontraban inevitablemente sin empleo y privados de medios de existencia [...] Bajo el terror blanco, los que eran conocidos como comunistas, no podían pretender tener un empleo de ninguna manera. Incluso para un trabajo de periodista, o de traductor, estaban obligados a utilizar pseudónimos. Los burócratas explotaban esta situación para reforzar su control sobre los cuadros”. “Bajo control de Stalin, la Comintern fue utilizada cada vez más como un medio para destruir al PCCh desde dentro...”[20]. La revolución china fue entregada “desde adentro”, a través de la línea “externa” de la burocracia del partido ruso y la III Internacional, que sólo perseguía fines propios de autopreservación.
Así lo describió Isaac Deutscher: “fueron obligados los comunistas chinos a pagar su tributo al sagrado egoísmo del primer Estado obrero, el egoísmo que la doctrina del socialismo en un solo país había elevado al rango de principio. Las implicaciones ocultas de la doctrina quedaron al descubierto y fueron inscritas en sangre en las calles de Shangai. Stalin y Bujarin se sentían autorizados a sacrificar a la Revolución China en aras de lo que ellos consideraban beneficioso para la consolidación de la Unión Soviética. Trataron desesperadamente de evitar cualquier curso de acción que pudiera lanzar a las potencias capitalistas contra la Unión Soviética y perturbar la paz y el equilibrio que ésta había pagado a un alto precio y que seguían siendo precarios. Habían concebido su política china en el mismo estado de ánimo con que formulaban su política interna del momento, considerando que el primer mandamiento de su sabiduría era seguir pisando terreno seguro y proceder con cautela, paso a paso, en el manejo de todos los asuntos del Estado. La misma lógica que los había llevado a aplacar al ‘agricultor fuerte’ en su propio país los llevaba a cortejar excesivamente al Kuomintang. Habían contado, sin duda, con que la Revolución China se desarrollaría al mismo paso de tortuga que Bujarin le marcaba al progreso del socialismo en Rusia.
“Como sucede tan a menudo en la historia, este tipo de realismo fatigado y aparentemente realista no era más que un sueño engañoso. Era imposible jinetear los dragones de la revolución y la contrarrevolución a paso de tortuga”[21].
Peng, aislado y con una hija de seis meses, dejó de recibir ayuda económica, y se le negaba la entrada a las reuniones del partido (pese a que seguía siendo miembro).
Para 1929 pudo conocer por estudiantes que llegaban de Moscú la batalla de Trotsky contra el stalinismo. Tras estudiar los textos, definió qué haría en el PCCh: combatiría por la línea de la Oposición de Izquierda trotskista[22].
Publicando revistas y libros, discutiendo las lecciones de la derrota, y enviando una carta de discusión Peng y Chen a los organismos dirigentes, llegaron a reunir 50 cuadros: llegó la lucha fraccional contra la dirección stalinizada del PCCh -la Internacional Comunista había ordenado la expulsión de los oposicionistas-. “El 15 de diciembre de 1929, ochenta eminentes cuadros pusieron su firma a la ‘Declaración de la Oposición de Izquierda’. En la historia del Partido Comunista chino, esto constituía el momento de la lucha más intensa entre el stalinismo y el trotskismo”[23].
Pese a las “diferencias generacionales” entre los más jóvenes trotskistas y Peng y Chen –y por consejo del mismo Trotsky- se unificaron los grupos: la Liga Comunista de China celebraba su primera Conferencia en mayo de 1931. Inmediatamente se persiguió y encarceló a muchos trotskistas chinos, en un trabajo conjunto de los stalinistas y los agentes de Chiang Kai Shek.
El trotskismo en China: sus “días de perro”[24] y sus éxitos
El trabajo del trotskismo chino cobró nuevo impulso en las masas, quienes sufrían una nueva presión del imperialismo japonés en 1931 y 1932. El semanario La marea creciente “llamaba al armamento de las masas contra el imperialismo japonés”. Un trabajo “de agitación y propaganda [que] tenía una gran influencia entre los estudiantes y las masas trabajadoras y... un amplio eco en los cuadros medios del partido”[25]. Con “células obreras” compuestas por trabajadores de la central eléctrica y obreros textiles se dirigieron “varias huelgas importantes” en Shanghai. Dice Peng Pi Lan: “el movimiento trotskista hizo nuevos progresos en Pekín, Wuhan, Nankin, Kwantung y Hong Kong”.
Junto a esto, el trabajo teórico e intelectual continuó. Como así también la “caza de brujas mantenida por el gobierno de Chiang”. Las persecuciones, los arrestos, continuaron. En 1932 Peng, Chen y 8 militantes más fueron arrestados y condenados a prisión por el KMT durante varios años. Así perdieron sus contactos con el movimiento obrero; y los intelectuales que escaparon de la persecución policial se desmoralizaron. Quedaba un puñado de cuadros en una dura situación de aislamiento y estancamiento.
En 1937, con Peng liberado y de regreso a Shanghai, se reinicia el trabajo político. Sin contacto con otros grupos locales: “no quedaban más que una decena de trotskistas o simpatizantes”. Con persistencia, se rearmaron lo grupos. Ruptura con Chen de por medio, para 1939 “varios simpatizantes le dieron a Peng una ayuda financiera sustancial, lo que... permitió publicar dos libros y un folleto de Trotsky: La historia de la Revolución Rusa, La revolución traicionada y Los procesos de Moscú. Publicamos también tres folletos de Peng: La guerra contra el imperialismo japonés, Las lecciones de la derrota de la revolución española y La derrota de la revolución austríaca. Estas obras tuvieron un eco importante entre los obreros e intelectuales. Una vez más, nuestro movimiento iba hacia delante”[26].
Y luego, con la nueva guerra mundial, otro retroceso: tras el ataque de Pearl Harbour, la invasión japonesa hizo que de Shanghai los trotskistas tuvieran que huir (otros quedaron arrestados). Nuevamente recomenzó un trabajo en la juventud, como profesores universitarios, hasta un nuevo ascenso, cuando la rendición de Japón. Allí el KMT tuvo que dar “concesiones democráticas”. “Nuestra primer tarea fue la publicar un periódico público de agitación en dirección a las masas”[27].
Dice Peng Pin Lan: “consagramos nuestros esfuerzos intensivos a educar jóvenes cuadros. Además de escuelas de cuadros regulares teníamos un círculo cada semana que era seguido regularmente por más de cien camaradas y simpatizantes”. Reuniones semanales “que duraron más de dos años y medio, convirtiéndose en un polo de atracción que reclutaba muchos jóvenes e intelectuales a nuestro movimiento”. Así en agosto de 1948, al realizarse el III Congreso Nacional de la Liga Comunista de China había trescientos cincuenta militantes. Tras votar un trabajo en los sectores obreros, juveniles y campesinos del PCCh, Peng y la dirección fueron a Hong Kong, para preservar su seguridad. Sin embargo la policía los halló y allanó la imprenta y arrestó a los militantes responsables.
Peng y Pen Pi Lan, su compañera, huyeron hacia Vietnam, llegando en enero de 1950. Sin embargo allí también golpearon la organización trotskista y por ello siguieron huyendo, hacia Europa: “un largo exilio en occidente”[28].
El trotskismo chino, valiosa experiencia y ejemplo de nuestra tradición revolucionaria
Más allá de que tras la ruptura de la Cuarta Internacional en el ’51-’53 (en el ’52, Pablo difamó a los trotskistas chinos como “fugitivos de la revolución”[29]), se haya convertido para algunos en un “abogado de la reunificación”, es de fundamental importancia destacar la humildad, persistencia y dedicación de Peng Shu-Tsé por la revolución obrera y lucha por el socialismo; como dice su compañera, “después de tantos años de privaciones y decepciones, sufridas durante su juventud y su vida adulta, nunca lamentó su decisión ni se sintió decepcionado”. “Un verdadero revolucionario no tiene otra alternativa que la de forjar su moralidad y su voluntad a través de los sufrimientos. Así, se adquiere una fuerza de espíritu que permite superar el sufrimiento: es el sufrimiento quien es vencido a su turno”.
Exiliados en Francia, Peng Shu Tsé y Pen Pi Lan dedicaron toda su energía al desarrollo de la Cuarta Internacional, siendo los principales dirigentes en el exterior de la sección china. Su aporte al movimiento trostkista ha significado una continuidad visible de quienes vivieron para sacar conclusiones de los procesos revolucionarios que moldearon al marxismo. En 1975 se trasladaron a Estados Unidos, donde pasaron sus últimos años, entre apasionantes discusiones y elaboraciones políticas y teóricas sobre la situación mundial, China y sus propias experiencias. Peng Shu Tsé falleció en 1983, fiel a la causa de la clase obrera.
Como señalara Trotsky, lo que caracteriza a un revolucionario es aquel quien supera los obstáculos: “Hay revolucionarios sabios y otros ignorantes, los hay inteligentes y los hay mediocres. Pero no es revolucionario el que no está dispuesto a destruir obstáculos, el que carece de abnegación y espíritu de sacrificio”[30].
Dice Pi Lan: “por supuesto, incluso revolucionarios aguerridos no pueden desafiar la prueba de los acontecimientos y resistir a la presión incesante del sufrimiento y la decepción, sin estar armados por el marxismo. Para no citar más que a China, muchos revolucionarios, sólidos y determinados al principio, poco a poco se desalentaron y perdieron sus convicciones bajo el terror y la persecución constantes, sin cesar bajo la lluvia de golpes y duras pruebas. Les falta un profundo conocimiento marxista de lo que es el mundo. Shu-Tsé decía a menudo a los camaradas: ‘Debemos elevar nuestro propio nivel por el estudio del marxismo. No solamente es una necesidad absoluta para dirigir la revolución, sino también es el arma más eficaz para resistir las decepciones que sobrevienen en un período contrarrevolucionario’.” Este es un importante pensamiento de nuestra corriente revolucionaria, de sus convicciones. Trotsky, ya expulsado de la URSS y en esos mismos momentos de dura lucha en China, hacía idénticas reflexiones en el prólogo a su autobiografía, en 1929: “Me veo obligado a escribir estas líneas en la emigración... mientras mis mejores amigos, que lucharon con denuedo decisivo por ver implantada la república de los soviets, pueblan sus cárceles y sus estepas, presos unos y otros deportados. Algunos de ellos vacilan, retroceden y se rinden al adversario. Unos, porque están moralmente agotados; otros, porque, confiados a sus solas fuerzas, son incapaces de encontrar una salida a este laberinto en que los colocaron las circunstancias; otros, en fin, por miedo a las sanciones materiales”. Y finalizaba planteando la perspectiva de todo revolucionario: “El deber primordial de un revolucionario es conocer las leyes que rigen los sucesos de la vida y saber encontrar, en el curso que estas leyes trazan, su lugar adecuado. Es, a la vez, las más alta satisfacción personal a que puede aspirar quien no une la misión de su vida al día que pasa”[31].
Esperamos que la historia y lucha de Peng, como “compañero de lucha en el tiempo”, sirva de ejemplo e inspire la actividad militante revolucionaria en el nuevo siglo.
Bibliografía:
- Borras, E.: Los hombres del drama: Chiang Kai Shek, Bs. As., Ed. Americalee, 1942.
- Cannon, James P.: La historia del trotskismo norteamericano.
- Carr, E. H.: Historia de la Rusia soviética, Tomo 3: El socialismo en un solo país (1924-1926), Las relaciones exteriores, 2° parte: La Unión Soviética y Oriente. La estructura de la Comintern, Madrid, Alianza Editorial, 1976 (ed. original 1964).
- Carr, E. H.: La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917-1929, Madrid, Ed. Alianza, 1981 (ed. original 1979).
- Chang, H. H.: Chiang Kai-shek: el Napoleón de Asia, Bs. As. Ed. Claridad, 1945.
- Deutscher, I.: Trotsky. El profeta desarmado [1921-1929], México, Ed. Era, 1968 (ed. original 1959).
- Funes, Bárbara: “Pen Pi Lan”, en Andrea D’Atri (ed.): Luchadoras. Historias de mujeres que hicieron historia, Bs. As., Ed. IPS “Karl Marx”, 2006.
- Malraux, A.: La condición humana, Bs. As., Ed. Sudamericana, 1970 (undécima edición).
- Pablo, M.: “China en la encrucijada: ¿Revolución política obrera o esclavitud capitalista?”, adaptado de SPARTACIST (edición en inglés) No. 53, verano de 1997 (tomado de internet).
- Peng Pi Lan: “Mis años transcurridos con Peng Shu-Tsé” (noviembre de 1965).
- Trotsky, L.: La Internacional comunista desde la muerte de Lenin, Bs. As., Ed. Materiales Sociales, 1973.
- Trotsky, L.: La revolución permanente (“Introducción”), en La teoría de la revolución permanente (compilación), Bs. As., Ed. CEIP “León Trotsky”, 2000.
- Trotsky, L.: Mi Vida, Bs. As., Ed. Antídoto, 1996.
- Trotsky, L.: “Cómo se forman los revolucionarios”, 11 de julio de 1929, en Escritos 1929/1940.