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Boletín Anual (2008)

China y el trotskismo: Peng Shu-Tsé y el surgimiento de la Oposición de Izquierda

China y el trotskismo: Peng Shu-Tsé y el surgimiento de la Oposición de Izquierda

 

Demian Paredes

 

Colaboración especial a 70 años de la fundación de la Cuarta Internacional, para el CEIP “León Trotsky”

“... los grandes individuos son engendrados por los tiempos mismos”
G. W. F. Hegel[1]

“El deber primordial de un revolucionario es conocer las leyes que rigen los sucesos de la vida y saber encontrar, en el curso que estas leyes trazan, su lugar adecuado. Es, a la vez, las más alta satisfacción personal a que puede aspirar quien no une la misión de su vida al día que pasa”
León Trotsky[2]


 

A 70 años de la fundación de la Cuarta Internacional, queremos rendir homenaje a esta enorme tarea revolucionaria a través del recuerdo de uno de los dirigentes de la Oposición de Izquierda china, Peng Shu- Tsé.

Como señala la presentación del Boletín electrónico del CEIP, la lucha de Trotsky y los trotskistas, iniciada a principios de los ’20 en Rusia y luego a escala internacional, “se constituyó como la única alternativa revolucionaria en los álgidos y agudos hechos de la lucha de clases del período entre las dos guerras mundiales, período que concentra las más ricas y variadas expresiones de lucha de clases”. En este marco se desarrolló la lucha de los revolucionarios chinos contra la línea de Stalin y Bujarin[3] en los momentos más agudos de enfrentamiento social, de revolución y contrarrevolución en China. La lucha teórica y política; contra el imperialismo, la burguesía “nacional” china y el Kuomintang –además del aparato del PCCh burocratizado-; todas, son luchas heroicas que las nuevas generaciones de trabajadores avanzados y estudiantes combativos debemos recuperar, para hacer con ellas una “historia común”.
Lamentablemente, muchas organizaciones centristas que se reclaman del trotskismo, sólo hacen hincapié en la “política” para construir su organización –o, a lo sumo, sacan alguna nota superficial en sus prensas y revistas para “cumplir con el calendario”-, dejando de lado este importante aspecto que hace a nuestra historia y tradición, y por ende, a la fuerza moral de la militancia revolucionaria.

***

Desde la conocida biografía que hizo Franz Mehring de Karl Marx[4] o los escritos de Engels tras la muerte de su amigo y compañero; los bocetos y homenajes que le dedicaron Lenin y Trotsky a Rosa Luxemburgo, o las semblanzas de Trotsky luego sobre el constructor del partido bolchevique[5], hay una tradición revolucionaria, consistente en difundir la vida y obra de los dirigentes del proletariado revolucionario[6].

Conocer la historia y trayectoria de los revolucionarios que lucharon consecuente y abnegadamente junto a la clase obrera contra el imperialismo (y el stalinismo y sus distintas variantes burocráticas) hace a la moral y a la autoconfianza para el esfuerzo militante de toda organización que se pretenda revolucionaria; a la educación de las nuevas camadas de trabajadores y jóvenes que se acercan a la revolución.

Veamos entonces la trayectoria de Peng Shu-Tsé, dirigente comunista oposicionista y de la Cuarta Internacional.

A modo de introducción: China y la política de la III Internacional

El interés de los revolucionarios rusos por los movimientos de liberación nacional en el Asia databa ya de varios años, desde antes del triunfo de octubre de 1917 en Rusia. E. H. Carr señala que “En un artículo de 1912 inspirado por la revolución china de ese año, Lenin declaró que ‘cientos de millones de trabajadores asiáticos tienen un aliado seguro en el proletariado de los países civilizados’, y predijo que la victoria del proletariado ‘liberará a los pueblos de Europa y a los pueblos de Asia’; y describió a Sun Yat-sen. El dirigente nacionalista chino, como un narodnik con un ‘núcleo democrático revolucionario’ en su programa”[7]. En 1918 Sun Yat-sen establece en Cantón un gobierno nacionalista disidente. De allí en más, serán los primeros en empezar las relaciones diplomáticas entre Rusia y Sun serán: Chicherin, Yoffe y Borodin; ellos, cada uno a su momento, serán los diferentes emisarios encargados de establecer relaciones entre “los dos centros revolucionarios”.

Finalmente establecida una estrecha relación de mutua confianza entre Borodin y Chiang Kai-shek en Cantón –“uno de los lugartenientes de Sun”-, llegaban desde la URSS “suministros militares en un volumen modesto, pero creciente; asesores soviéticos ayudaron a construir el ejército de Cantón, y a equipar y proveer de profesorado a una nueva academia militar. Bajo la guía de Borodin, Sun reforzó la débil organización del Kuomintang” (KMT). A la vez, los miembros del PCCh –fundado en 1921-, que tenía “poco más de mil miembros”, eran parte de las filas del KMT[8]. Pero en realidad tanta colaboración y acuerdos “enmascaraban las discrepancias entre la doctrina marxista y los ‘tres principios’ de Sun Yat-sen: ‘nacionalidad’, ‘democracia’ y ‘bienestar del pueblo’. Esta ocultación resultaba fácil en la medida en que se subordinaba todo a la revolución nacional contra el imperialismo. Pero cuando Borodin presionó para que se incluyera la expropiación de los terratenientes en el programa de Kuomintang, Sun se resistió tenazmente y Borodin tuvo que ceder”[9].

“En una resolución del 12 de enero de 1923 del IKKI [Comité de la III Internacional] se señalaba que el Kuomintang era el único grupo nacional revolucionario serio que existía en China y que la clase obrera china no tenía aún el vigor suficiente para convertirse en una fuerza social independiente; y se justificaba así la política de ‘coordinar’ las actividades del Kuomintang y del PCCh y de impulsar a los miembros del PCCh a permanecer ‘dentro del Kuomintang’...”[10].

Para 1923 la Internacional Comunista, planteando una revolución en China nacional y democrática, hizo entonces que los miembros del PC chino adhieran al Kuomintang, partido nacionalista burgués.

Peng Shu-Tsé: del PC al “permanentismo”

Cuenta su compañera (en un artículo cuando Peng cumple 70 años[11]), que en 1924/25 Peng Shu-Tsé en los principales órganos del PCCh discute y elabora en una serie de artículos La cuestión China, llegando a la conclusión, “después de haber analizado en detalle las bases económicas y los intereses de todas las clases sociales”, que “sólo la clase obrera puede convertirse en la dirección de la revolución nacional”[12].

Peng, que había ingresado al PCCh en 1920, era un destacado militante: “hombre de pluma”, escritor, había participado en la Universidad Comunista de los Trabajadores de Oriente en Moscú; fue secretario de la sección del PCCh en Moscú hasta 1924, cuando vuelve a China tras su participación del V Congreso de la Internacional Comunista. Estando en Rusia “dio muchas exposiciones sobre el marxismo y discutía todo tipo de problemas con los camaradas. No era sorprendente que se tuviera una alta opinión sobre él”, cuenta Peng Pi Lan.

En el ’25 y ’26 hay alza de masas. Chiang Kai Shek da un golpe de estado en marzo del ’26 en Cantón, demostrando la verdadera ubicación de la burguesía respecto de los trabajadores y campesinos chinos que luchaban. Peng (miembro del Comité Permanente del CC junto a Chen Tu-Hsiú y otros) fue uno de los impulsores de una política contra Chiang: “que el PCCh retire sus miembros del Kuomintang y abandone la táctica de militar en su interior y, en el futuro, de colaborar con este último de partido a partido”[13]. Esta política fue combatida por Borodin, y así se siguió con la sumisión a Chiang, donde “las críticas de los comunistas de los Tres Principios del Pueblo de Sun Yat Sen estaban prohibidas... ningún miembro del PCCh podía tener el puesto de jefe del estado mayor del Kuomintang... el PCCh debía comunicar al Comité Central del Kuomintang la lista completa de los miembros del PC dentro del Kuomintang”[14], entre otras criminales políticas stalinistas, que postraba a los comunistas ante el generalísimo.

En julio del ’26, Peng y Chen tuvieron una nueva discusión con el resto del CC del PCCh. Este último y la Comintern reafirmaron la subordinación al KMT y su expedición al norte: nuevamente restricciones, como la prohibición de hacer propaganda a los soldados del KMT, no tomar las tierras, etc., y la principal: “en particular, el PCCh no debía instaurar su propia estrategia, basada en los soviets de obreros, campesinos y soldados”[15].

Sin conocer a Trotsky y sus posiciones, en base al estudio de la experiencia de la Revolución Rusa del ‘17 y de la propia experiencia china, en 1927 surgen artículos “permanentistas”[16], donde señala que “la revolución china es actualmente una revolución nacional democrática, pero... esta revolución no se limita para nada a los ideales nacionales y democráticos; se transforma gradualmente en una revolución socialista”. Incluso en 1925 ya plantea claramente la necesidad de ejercer la “hegemonía proletaria” desde los trabajadores de Shanghai: “el equivalente a Petrogrado en Rusia –la revolución de febrero y la revolución de Octubre en Rusia se hicieron bajo la dirección de los obreros de Petrogrado”[17].

Y así fue. Poco tiempo después la insurrección armada de los trabajadores de Shanghai de marzo del ’27 ocupó la ciudad, organizándose “más de 2.000 piquetes armados para mantener la paz y el orden”. Estaba abierta “la perspectiva de instaurar un régimen proletario”[18]. Pero el PCCh seguía subordinado a la Comintern y se estableció un gobierno de colaboración con la burguesía[19]. Chiang Kai Shek dio un segundo golpe.

Abriéndose la lucha fraccional al interior del partido chino, Chu Chiu Pai, adosó la etiqueta “trotskismo” a Peng y Chen, con objeto de congraciarse con Stalin, para que se expulse a Peng y para obtener así el cargo de secretario general del PCCh de Chen.

Ascenso y descenso de la revolución china: la lucha de la Oposición contra el stalinismo

Dirigida por los zig-zags a izquierda y derecha de Stalin-Bujarin y la III Internacional, la insurrección de Cantón (11 de diciembre de 1927, luego de la “gran purga anticomunista” de Wang Tin Wei de julio) fracasó: “en Shanghai y... todo el resto del país, reinaba el terror. De hecho, no pasaba un día sin que los camaradas fueran arrestados y fusilados”. A la vez esto no impedía la mayor destrucción interna y burocratización del PCCh: “los que se mostraban dóciles, tenían asegurado recibir una ayuda material, que, hasta cierto punto, los protegía del peligro. Los que osaban expresar sus dudas en cuanto a la eficacia del curso aventurerista, o que manifestaban descontento hacia las medidas burocráticas de Chu Chiu Pai debían enfrentar grandes dificultades. Se encontraban inevitablemente sin empleo y privados de medios de existencia [...] Bajo el terror blanco, los que eran conocidos como comunistas, no podían pretender tener un empleo de ninguna manera. Incluso para un trabajo de periodista, o de traductor, estaban obligados a utilizar pseudónimos. Los burócratas explotaban esta situación para reforzar su control sobre los cuadros”. “Bajo control de Stalin, la Comintern fue utilizada cada vez más como un medio para destruir al PCCh desde dentro...”[20]. La revolución china fue entregada “desde adentro”, a través de la línea “externa” de la burocracia del partido ruso y la III Internacional, que sólo perseguía fines propios de autopreservación.

Así lo describió Isaac Deutscher: “fueron obligados los comunistas chinos a pagar su tributo al sagrado egoísmo del primer Estado obrero, el egoísmo que la doctrina del socialismo en un solo país había elevado al rango de principio. Las implicaciones ocultas de la doctrina quedaron al descubierto y fueron inscritas en sangre en las calles de Shangai. Stalin y Bujarin se sentían autorizados a sacrificar a la Revolución China en aras de lo que ellos consideraban beneficioso para la consolidación de la Unión Soviética. Trataron desesperadamente de evitar cualquier curso de acción que pudiera lanzar a las potencias capitalistas contra la Unión Soviética y perturbar la paz y el equilibrio que ésta había pagado a un alto precio y que seguían siendo precarios. Habían concebido su política china en el mismo estado de ánimo con que formulaban su política interna del momento, considerando que el primer mandamiento de su sabiduría era seguir pisando terreno seguro y proceder con cautela, paso a paso, en el manejo de todos los asuntos del Estado. La misma lógica que los había llevado a aplacar al ‘agricultor fuerte’ en su propio país los llevaba a cortejar excesivamente al Kuomintang. Habían contado, sin duda, con que la Revolución China se desarrollaría al mismo paso de tortuga que Bujarin le marcaba al progreso del socialismo en Rusia.

“Como sucede tan a menudo en la historia, este tipo de realismo fatigado y aparentemente realista no era más que un sueño engañoso. Era imposible jinetear los dragones de la revolución y la contrarrevolución a paso de tortuga”[21].

Peng, aislado y con una hija de seis meses, dejó de recibir ayuda económica, y se le negaba la entrada a las reuniones del partido (pese a que seguía siendo miembro).

Para 1929 pudo conocer por estudiantes que llegaban de Moscú la batalla de Trotsky contra el stalinismo. Tras estudiar los textos, definió qué haría en el PCCh: combatiría por la línea de la Oposición de Izquierda trotskista[22].

Publicando revistas y libros, discutiendo las lecciones de la derrota, y enviando una carta de discusión Peng y Chen a los organismos dirigentes, llegaron a reunir 50 cuadros: llegó la lucha fraccional contra la dirección stalinizada del PCCh -la Internacional Comunista había ordenado la expulsión de los oposicionistas-. “El 15 de diciembre de 1929, ochenta eminentes cuadros pusieron su firma a la ‘Declaración de la Oposición de Izquierda’. En la historia del Partido Comunista chino, esto constituía el momento de la lucha más intensa entre el stalinismo y el trotskismo”[23].

Pese a las “diferencias generacionales” entre los más jóvenes trotskistas y Peng y Chen –y por consejo del mismo Trotsky- se unificaron los grupos: la Liga Comunista de China celebraba su primera Conferencia en mayo de 1931. Inmediatamente se persiguió y encarceló a muchos trotskistas chinos, en un trabajo conjunto de los stalinistas y los agentes de Chiang Kai Shek.

El trotskismo en China: sus “días de perro”[24] y sus éxitos

El trabajo del trotskismo chino cobró nuevo impulso en las masas, quienes sufrían una nueva presión del imperialismo japonés en 1931 y 1932. El semanario La marea creciente “llamaba al armamento de las masas contra el imperialismo japonés”. Un trabajo “de agitación y propaganda [que] tenía una gran influencia entre los estudiantes y las masas trabajadoras y... un amplio eco en los cuadros medios del partido”[25]. Con “células obreras” compuestas por trabajadores de la central eléctrica y obreros textiles se dirigieron “varias huelgas importantes” en Shanghai. Dice Peng Pi Lan: “el movimiento trotskista hizo nuevos progresos en Pekín, Wuhan, Nankin, Kwantung y Hong Kong”.

Junto a esto, el trabajo teórico e intelectual continuó. Como así también la “caza de brujas mantenida por el gobierno de Chiang”. Las persecuciones, los arrestos, continuaron. En 1932 Peng, Chen y 8 militantes más fueron arrestados y condenados a prisión por el KMT durante varios años. Así perdieron sus contactos con el movimiento obrero; y los intelectuales que escaparon de la persecución policial se desmoralizaron. Quedaba un puñado de cuadros en una dura situación de aislamiento y estancamiento.

En 1937, con Peng liberado y de regreso a Shanghai, se reinicia el trabajo político. Sin contacto con otros grupos locales: “no quedaban más que una decena de trotskistas o simpatizantes”. Con persistencia, se rearmaron lo grupos. Ruptura con Chen de por medio, para 1939 “varios simpatizantes le dieron a Peng una ayuda financiera sustancial, lo que... permitió publicar dos libros y un folleto de Trotsky: La historia de la Revolución Rusa, La revolución traicionada y Los procesos de Moscú. Publicamos también tres folletos de Peng: La guerra contra el imperialismo japonés, Las lecciones de la derrota de la revolución española y La derrota de la revolución austríaca. Estas obras tuvieron un eco importante entre los obreros e intelectuales. Una vez más, nuestro movimiento iba hacia delante”[26].

Y luego, con la nueva guerra mundial, otro retroceso: tras el ataque de Pearl Harbour, la invasión japonesa hizo que de Shanghai los trotskistas tuvieran que huir (otros quedaron arrestados). Nuevamente recomenzó un trabajo en la juventud, como profesores universitarios, hasta un nuevo ascenso, cuando la rendición de Japón. Allí el KMT tuvo que dar “concesiones democráticas”. “Nuestra primer tarea fue la publicar un periódico público de agitación en dirección a las masas”[27].

Dice Peng Pin Lan: “consagramos nuestros esfuerzos intensivos a educar jóvenes cuadros. Además de escuelas de cuadros regulares teníamos un círculo cada semana que era seguido regularmente por más de cien camaradas y simpatizantes”. Reuniones semanales “que duraron más de dos años y medio, convirtiéndose en un polo de atracción que reclutaba muchos jóvenes e intelectuales a nuestro movimiento”. Así en agosto de 1948, al realizarse el III Congreso Nacional de la Liga Comunista de China había trescientos cincuenta militantes. Tras votar un trabajo en los sectores obreros, juveniles y campesinos del PCCh, Peng y la dirección fueron a Hong Kong, para preservar su seguridad. Sin embargo la policía los halló y allanó la imprenta y arrestó a los militantes responsables.

Peng y Pen Pi Lan, su compañera, huyeron hacia Vietnam, llegando en enero de 1950. Sin embargo allí también golpearon la organización trotskista y por ello siguieron huyendo, hacia Europa: “un largo exilio en occidente”[28].

El trotskismo chino, valiosa experiencia y ejemplo de nuestra tradición revolucionaria

Más allá de que tras la ruptura de la Cuarta Internacional en el ’51-’53 (en el ’52, Pablo difamó a los trotskistas chinos como “fugitivos de la revolución”[29]), se haya convertido para algunos en un “abogado de la reunificación”, es de fundamental importancia destacar la humildad, persistencia y dedicación de Peng Shu-Tsé por la revolución obrera y lucha por el socialismo; como dice su compañera, “después de tantos años de privaciones y decepciones, sufridas durante su juventud y su vida adulta, nunca lamentó su decisión ni se sintió decepcionado”. “Un verdadero revolucionario no tiene otra alternativa que la de forjar su moralidad y su voluntad a través de los sufrimientos. Así, se adquiere una fuerza de espíritu que permite superar el sufrimiento: es el sufrimiento quien es vencido a su turno”.
 
Exiliados en Francia, Peng Shu Tsé y Pen Pi Lan dedicaron toda su energía al desarrollo de la Cuarta Internacional, siendo los principales dirigentes en el exterior de la sección china. Su aporte al movimiento trostkista ha significado una continuidad visible de quienes vivieron para sacar conclusiones de los procesos revolucionarios que moldearon al marxismo. En 1975 se trasladaron a Estados Unidos, donde pasaron sus últimos años, entre apasionantes discusiones y elaboraciones políticas y teóricas sobre la situación mundial, China y sus propias experiencias. Peng Shu Tsé falleció en 1983, fiel a la causa de la clase obrera.

Como señalara Trotsky, lo que caracteriza a un revolucionario es aquel quien supera los obstáculos: “Hay revolucionarios sabios y otros ignorantes, los hay inteligentes y los hay mediocres. Pero no es revolucionario el que no está dispuesto a destruir obstáculos, el que carece de abnegación y espíritu de sacrificio”[30].

Dice Pi Lan: “por supuesto, incluso revolucionarios aguerridos no pueden desafiar la prueba de los acontecimientos y resistir a la presión incesante del sufrimiento y la decepción, sin estar armados por el marxismo. Para no citar más que a China, muchos revolucionarios, sólidos y determinados al principio, poco a poco se desalentaron y perdieron sus convicciones bajo el terror y la persecución constantes, sin cesar bajo la lluvia de golpes y duras pruebas. Les falta un profundo conocimiento marxista de lo que es el mundo. Shu-Tsé decía a menudo a los camaradas: ‘Debemos elevar nuestro propio nivel por el estudio del marxismo. No solamente es una necesidad absoluta para dirigir la revolución, sino también es el arma más eficaz para resistir las decepciones que sobrevienen en un período contrarrevolucionario’.” Este es un importante pensamiento de nuestra corriente revolucionaria, de sus convicciones. Trotsky, ya expulsado de la URSS y en esos mismos momentos de dura lucha en China, hacía idénticas reflexiones en el prólogo a su autobiografía, en 1929: “Me veo obligado a escribir estas líneas en la emigración... mientras mis mejores amigos, que lucharon con denuedo decisivo por ver implantada la república de los soviets, pueblan sus cárceles y sus estepas, presos unos y otros deportados. Algunos de ellos vacilan, retroceden y se rinden al adversario. Unos, porque están moralmente agotados; otros, porque, confiados a sus solas fuerzas, son incapaces de encontrar una salida a este laberinto en que los colocaron las circunstancias; otros, en fin, por miedo a las sanciones materiales”. Y finalizaba planteando la perspectiva de todo revolucionario: “El deber primordial de un revolucionario es conocer las leyes que rigen los sucesos de la vida y saber encontrar, en el curso que estas leyes trazan, su lugar adecuado. Es, a la vez, las más alta satisfacción personal a que puede aspirar quien no une la misión de su vida al día que pasa”[31].

Esperamos que la historia y lucha de Peng, como “compañero de lucha en el tiempo”, sirva de ejemplo e inspire la actividad militante revolucionaria en el nuevo siglo.

Bibliografía:

- Borras, E.: Los hombres del drama: Chiang Kai Shek, Bs. As., Ed. Americalee, 1942.

- Cannon, James P.: La historia del trotskismo norteamericano.

- Carr, E. H.: Historia de la Rusia soviética, Tomo 3: El socialismo en un solo país (1924-1926), Las relaciones exteriores, 2° parte: La Unión Soviética y Oriente. La estructura de la Comintern, Madrid, Alianza Editorial, 1976 (ed. original 1964).

- Carr, E. H.: La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917-1929, Madrid, Ed. Alianza, 1981 (ed. original 1979).

- Chang, H. H.: Chiang Kai-shek: el Napoleón de Asia, Bs. As. Ed. Claridad, 1945.

- Deutscher, I.: Trotsky. El profeta desarmado [1921-1929], México, Ed. Era, 1968 (ed. original 1959).

- Funes, Bárbara: “Pen Pi Lan”, en Andrea D’Atri (ed.): Luchadoras. Historias de mujeres que hicieron historia, Bs. As., Ed. IPS “Karl Marx”, 2006.

- Malraux, A.: La condición humana, Bs. As., Ed. Sudamericana, 1970 (undécima edición).

- Pablo, M.: “China en la encrucijada: ¿Revolución política obrera o esclavitud capitalista?”, adaptado de SPARTACIST (edición en inglés) No. 53, verano de 1997 (tomado de internet).

- Peng Pi Lan: “Mis años transcurridos con Peng Shu-Tsé” (noviembre de 1965).

- Trotsky, L.: La Internacional comunista desde la muerte de Lenin, Bs. As., Ed. Materiales Sociales, 1973.

- Trotsky, L.: La revolución permanente (“Introducción”), en La teoría de la revolución permanente (compilación), Bs. As., Ed. CEIP “León Trotsky”, 2000.

- Trotsky, L.: Mi Vida, Bs. As., Ed. Antídoto, 1996.

- Trotsky, L.: “Cómo se forman los revolucionarios”, 11 de julio de 1929, en Escritos 1929/1940.

 


[1] Lecciones sobre la filosofía de la historia (Cuarta parte, Capítulo Tercero: “La edad moderna”), Madrid, Alianza Editorial, 1982, p. 657.
[2] Mi vida, Bs. As., Ed. Antídoto, 1996, p. 11.
[3] Stalin dirigía el ala centro y Bujarin el ala derecha, del Partido Bolchevique ruso, que a su vez tenía peso dirigente en la Internacional Comunista.
[4] F. Mehring: Carlos Marx, Bs. As., Ed. Claridad, 1958.
[5] Entre otros, L. Trotsky: El joven Lenin, México, Ed. FCE, 1972; L. Trotsky: Lenin como tipo nacional y otros ensayos sobre el caudillo de Octubre, Bs. As., Ed. Coyoacán, 1968.
[6] Centros de estudios del mundo sobre la clase obrera, los revolucionarios y el trotskismo, como el Institut León Trotsky de Francia –que edita los Cahiers-, el colectivo Revolutionary History de Inglaterra, el Centro Studi Pietro Tresso o el C.E.R.M.T.R.I. (centros colaboradores con el CEIP “León Trotsky”, impulsado por el PTS y la FT-CI) han investigado y editado artículos sobre Trotsky y los trotskistas –continuadores del marxismo revolucionario en el siglo XX- en la segunda posguerra, en los cinco continentes. Hay muchos trabajos biográficos que merecen ser traducidos al español; o merecen su propia investigación y producción en nuestro idioma. Se puede ver un trabajo biográfico realizado por el PTS: la “Vida de David B. Riazanov”, en Riazanov: La vida y el pensamiento revolucionario de Marx y Engels, Bs. As., Instituto de Formación Marxista (hoy IPS “Karl Marx”), 2003, o los trabajos biográficos de compañeras del PTS y la FT-CI de Luchadoras. Historias de mujeres que hicieron historia, Bs. As., 2006.
[7] La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917-1929, Madrid, Ed. Alianza, 1981, p. 129.
[8] El PC chino organizó a distintos sectores de mujeres, que venían luchando desde hacía décadas: “La primera acción oficial del PCCh en este campo, en respuesta a la creciente solidaridad de las mujeres, fue crear una secretaría de la mujer en el segundo congreso del partido que tuvo lugar en 1922, con el objetivo de organizar y dirigir a las mujeres en la política revolucionaria. Este departamento estaba directamente dirigido por Hsing Ching-yu… la única mujer en el Comité Central del PCCh. Esta organización incluía entre sus objetivos el derecho al voto para todos los trabajadores y campesinos, sin distinción de sexo, protección de las mujeres y los niños trabajadores, y la abolición de todas las restricciones para las mujeres. También levantaban el derecho a la autodeterminación en el matrimonio, igualdad entre esposa y esposo, iguales derechos para votar, tener un oficio y educación. Hsing contribuyó a unir las fuerzas de varias fracciones de mujeres provenientes de esos grupos al PCCh, canalizando un sector del movimiento en la senda revolucionaria. Ella fue ejecutada por el Kuomintang en 1928 y fue recordada como la ‘Abuela de la revolución’.” (Bárbara Funes, “Pen Pi Lan”, en Andrea D’Atri (ed.): Luchadoras. Historias de mujeres que hicieron historia, Bs. As., Ed. IPS, 2006).
[9] Ídem, pp. 130, 131. Otro texto señala: “Bordin procedió a reorganizar el Kuomintang. Transformó al partido, de un grupo casi moribundo de miembros que se habían convertido en cínicos y vacilantes, como consecuencia de los repetidos fracasos y decepciones del pasado, en un organismo fuerte, de base popular, en el que los estudiantes, campesinos, obreros y otras gentes de la nación en general, podían ingresar y sumarse a la lucha. La organización revivió inmediatamente, especialmente porque [...] sus miembros fueron unificados mediante una propaganda eficaz, en la que los soviéticos eran maestros consumados, y que fue una de las nuevas fuerzas que sirvió para galvanizar y hacer entrar en acción al Kuomintang [...] En casi todos sus detalles importantes, el Kuomintang reorganizado es una reproducción del sistema soviético. Hay en él ‘organizaciones verticales’, células de partido, comités de control y todas las galas del bolcheviquismo. Se concedía un nuevo realce a la disciplina del partido y se adoptaba el principio del ‘centralismo democrático’, que significa que los miembros del partido tienen derecho a discutir libremente todas las decisiones vitales, pero que, una vez que han sido votadas, todos los miembros, incluso aquellos que originalmente se oponían a la medida, deben guiarse estrictamente por ella. Por encima de todo, se concedía un creciente reconocimiento al valor de la propaganda. En un aspecto importante, las dos organizaciones diferían: en lo que se refiere a la admisión de miembros. El partido comunista ruso está abierto a los obreros, campesinos, soldados y poseedores de un oficio o profesión, mientras que el Kuomintang permanece abierto a todas las clases del pueblo del país. La diferencia es importante e implica que en China no hay lucha de clases” (H. H. Chang: Chiang Kai-shek: el Napoleón de Asia, Bs. As. Ed. Claridad, 1945, pp. 174, 175). Lo mismo reseña E. H. Carr en su tercer tomo de la Historia de la Rusia soviética (ver 2° parte, pp. 686, 687).
[10] Carr, Historia de la Rusia soviética, op. cit., p. 688.
[11] Peng Pi Lan: “Mis años transcurridos con Peng Shu-Tsé” (noviembre de 1965).
[12] “¿Quién dirige la revolución nacional?” (La nueva Juventud, diciembre de 1925). Por el contrario, dice Peng Pi Lan, Mao Tse-Tung -en “El golpe de estado en Pekín y los mercados”, publicado en El guía del 11 de julio de 1923- “manifiestamente... reconocía aquí a la burguesía como fuerza dirigente de la revolución nacional”, cuando llama a “los mercados” (a la burguesía de Tientsin y Pekín) a “dirigir a las masas en todo el país”.
[13] Peng Pi Lan, op. cit.
[14] Ídem.
[15] Ídem, subrayado nuestro. “Porque esto arriesgaba perjudicar la colaboración entre el Kuomintang y el PCCh, y constituiría una ‘loca aventura’ que superaba ‘la etapa de la revolución nacional’.”André Maulraux describió intensamente el drama de esta segunda revolución china en su novela La condición humana. Allí discute un comunista: “La línea de conducta de la Internacional parece consistir en dejar aquí [Shangai] el poder a la burguesía. Provisionalmente... seremos robados. He visto a unos correos del frente: todo movimiento obrero está prohibido en la retaguardia. Chiang Kaishek ha mandado disparar sobre los huelguistas, adoptando algunas precauciones [...] Antes de quince días –prosiguió-, el gobierno Kuomintag suprimirá nuestras secciones de asalto. Acabo de ver a unos oficiales azules, enviados del frente para sondearnos e insinuarnos astutamente que las armas estarían mejor entre ellos que entre nosotros. Desarmar a la guardia obrera: tendrán a la Policía, al Comité, al Prefecto, el Ejército y las armas. Y habremos hecho la insurrección para eso. Debemos abandonar el Kuomintang, aislar el partido comunista y, si es posible, entregarle el poder. No se trata de jugar al ajedrez, sino de pensar seriamente en el proletariado...” (pp. 131, 132).
[16] “¿Se aplica el leninismo a las especificidades nacionales de China?” (El guía, 21 de enero de 1927), “La crisis revolucionaria actual de la tendencia derechista” (El guía, 6 de marzo de 1927).
[17] “La prohibición de la confederación de Sindicatos en Shanghai y las responsabilidades que le incumben a los trabajadores de esa ciudad” (El guía, 5 de octubre de 1925).
[18] Peng Pi Lan, op. cit.
[19] Maulraux plantea en su novela la discusión entre un burgués y un agente de policía así: “-Hay que ayudar a Chiang Kaishek. Para usted, eso constituye una cuestión de vida o muerte. No es cosa de que la situación actual se mantenga. En la retaguardia del ejército y en el campo, los comunistas comienzan a organizar las Uniones campesinas. El primer decreto de las Uniones será la desposesión de los prestamistas. La enorme mayoría de sus capitales están en los campos; el más saneado de los depósitos de sus bancos está garantizado por sus tierras. Los soviets campesinos...- Los comunistas no se atreverán a formar soviets en China.- No juguemos con las palabras, señor Liu. Uniones o soviets, las organizaciones comunistas van a nacionalizar la tierra y a declarar ilegales los créditos. Estas dos medidas suprimen lo esencial de las garantías, en nombre de las cuales les han sido concedidos los créditos extranjeros [...]- El Kuomintang no dejará que se haga eso.- No hay Kuomintang, hay azules y rojos. Hasta aquí han colaborado, aunque mal, porque Chiang Kaishek no tenía dinero. Tomada Shangai mañana, Chiang Kaishek casi puede pagar su ejército con las aduanas...” (pp. 117, 118). Y discuten los militantes comunistas: “¿Qué quiere decir la Internacional? Desde luego, servirse del ejército Kuomintang para unificar China. Desarrollar después por medio de la propaganda y demás, esa Revolución que debe, por sí misma, transformarse de Revolución democrática en Revolución socialista [...]. - Chiang Kaishek no nos dejará ya que lleguemos a eso -respondió Kyo-. No puede. No puede mantenerse aquí más que apoyándose en las aduanas y en las contribuciones de la burguesía, y la burguesía no pagará nada: será preciso que le devuelva la moneda en comunistas degollados” (p. 134).
[20] Ídem. Los golpes de Cantón y Shanghai fueron durísimos para los militantes comunistas, de China y del mundo. Al respecto Trotsky escribía: “Las maniobras mencheviques realizadas en torno al Kuomintang [...] son diez veces criminales porque han caído sobre los hombros, frágiles aún, de los comunistas de China [...] No solamente provocaron la derrota de la revolución y la clase obrera, sino que han debilitado, han zapado el instrumento esencial de la lucha futura: los jóvenes partidos comunistas. Al mismo tiempo, introducían elementos de desmoralización política en el más viejo partido de la Internacional comunista: el partido comunista de la URSS” (La Internacional comunista desde la muerte de Lenin, Bs. As., Ed. Materiales Sociales, 1973, p. 183). En su “Introducción” a La revolución permanente, Trotsky hace un balance de “los caudillos de la internacional Comunista”: “La subordinación oficial del Partido Comunista a la dirección burguesa, y la prohibición oficial de formar soviets (Stalin y Bujarin sostenían la tesis de que el Kuomintang ‘reemplazaba’ a los soviets) implican una traición mucho más honda y escandalosa contra el marxismo que toda la actuación de los mencheviques en los años de 1905 a 1917”.
[21] Deutscher, op. cit., pp. 302.
[22] Dice Peng Pi Lan: “Que Peng aceptara tan rápidamente el programa de Trotsky no era de ninguna manera accidental. Por un lado, ya tenía una sólida formación marxista y leninista, y tenía una concepción reflexionada con madurez sobre la revolución china. Por otro lado, sabía por experiencia personal por qué la revolución había fracasado y había visto con sus propios ojos el resultado trágico de la política aventurera de Stalin”.
[23] Peng Pi Lan, op. cit., subrayado nuestro. “No solamente conmocionó al PCCh, sino llamó la atención de toda la sociedad china y tuvo repercusiones en los partidos comunistas a través del mundo”.
[24] Hacemos alusión a las conferencias de James P. Cannon: La historia del trotskismo norteamericano. En su V Conferencia cuenta: “Habíamos sobrevivido a las dificultades de los primeros seis meses de nuestra lucha, conservado nuestras fuerzas intactas y ganado algunos adherentes nuevos. En esta primera conferencia [de la Oposición de izquierda, mayo de 1929] consolidamos nuestras fuerzas en una organización nacional, sentamos una dirección elegida y definimos más precisamente nuestro programa. Nuestros cuadros eran firmes, determinados. Éramos pobres en recursos y muy pocos en número, pero estábamos seguros que habíamos echado mano a la verdad y que con la verdad, finalmente triunfaríamos”. El giro ultraizquierdista del stalinismo cambió las cosas para la liga: “Hubo, yo diría, quizás cientos de miembros del PC, quienes habían sido inclinados hacia nosotros, que [...] retomaron al stalinismo en el período del giro a la ultra-izquierda. Aquellos fueron los verdaderos días de perros de la Oposición de Izquierda. Habíamos tenido los primeros seis meses con un progreso bastante firme y formamos nuestra organización nacional [...] con altas expectativas. Después el reclutamiento de los miembros del partido se paró de pronto [...] En aquellos días de perros para el movimiento habíamos sido aislados de todo contacto. No teníamos amigos, ni simpatizantes, ni periferia [...] No teníamos ninguna oportunidad para participar en el movimiento de masas. Toda vez que intentábamos entrar en una organización obrera éramos expulsados como trotskistas contrarrevolucionarios. Intentamos enviar delegaciones a los encuentros de los desocupados. Nuestras credenciales eran rechazadas con el argumento de que éramos enemigos de la clase obrera. Estábamos completamente aislados, forzados sobre nosotros mismos...”.
[25] Peng Pi Lan, op. cit.
[26] Ídem.
[27] Ídem.
[28] Ídem.
[29] “China en la encrucijada: ¿Revolución política obrera o esclavitud capitalista?”, adaptado de SPARTACIST (edición en inglés) No. 53, 1997.
[30] “Cómo se forman los revolucionarios”, 11 de julio de 1929 (Escritos, subrayado nuestro). Esta es una carta a M. Paz, abogado francés. Por supuesto que las condiciones de militancia en Francia diferían de las de China o Rusia: “Para publicar nuestros documentos en Rusia –explicaba Trotsky-, nuestros amigos dieron todo lo que poseen y sacrificaron todo lo que la gente adicta a la causa pudo sacrificar. En París no era necesario llegar a ese extremo. Para editar el semanario bastaban sacrificios totalmente secundarios e insignificantes: tiempo y dinero”. En la época del trabajo ilegal en Rusia “La persona que esta­ba en el movimiento ponía a disposición de éste sus medios materiales, le pertenecía en cuerpo y alma, se identificaba abiertamente con la causa que servía. Fue ese proceso educativo el que nos permitió formar los combatientes que luego fueron los ‘ejes’ de la revolu­ción proletaria”.
[31] “Prólogo” a Mi Vida.