Logo
Logo
Logo

Escritos Latinoamericanos (compilación, 3ra. edición)

El XXII Consejo Nacional de la CTM

El XXII Consejo Nacional de la CTM

Artículo publicado en Clave Nro. 7, segunda época, marzo de 1940. Sin Firma.

 

La reunión del Consejo Nacional ha sido dedicada a examinar la posición de la central sindical frente al problema electoral. Sus trabajos se han limitado a aprobar y aplaudir el informe del Comité Nacional, especialmente las manifestaciones del discurso de Lombardo Toledano.

 

 

 

Fue este un discurso típicamente oportunista; donde no es embrollador es demagógico. A frases como esta: “La Confederación de Trabajadores de México es un amplio frente sindical; caben dentro de él los trabajadores manuales, los campesinos, los intelectuales, los explotados todos. Sindicalistas típicos, comunistas, anarquistas, católicos...” corresponde una resolución del Comité Nacional resolviendo “exigir una lealtad absoluta de los candidatos a puestos de elección popular que la C.T.M. sostenga en las próximas elecciones, para con el programa, la táctica de lucha de esa central sindical y todos los compromisos y obligaciones que imponga el carácter de militante de la C.T.M.”

Ahora bien, lo único que puede unir en una sola central sindical a trabajadores de diferentes tendencias es el lazo común de la lucha de clases. Esto puede darles homogeneidad en la lucha contra la clase patronal: huelgas, contratos colectivos, defensa de los salarios, carestía de la vida, etc. Pero cuando se trata de intervenir directamente en las luchas políticas, se pierde la homogeneidad y el factor lucha de clases es substituido por una bandería determinada, y cada obrero debe tener completa libertad para adoptar la que más le plazca. La resolución del Comité Nacional convierte a la C.T.M. en un partido político imponiendo a las diversas tendencias en ella congregadas la conducta política determinada por la dirección. La frase de Lombardo sobre el amplio frente sindical es solamente un embuste. La C.T.M. impone una conducta política y esa conducta es además reformista.

En efecto, la C.T.M., ha dicho Lombardo, “no aspira en la etapa actual histórica de México al establecimiento de un gobierno del proletariado”, eso se queda para un futuro indeterminado. Por el momento Lombardo y el Comité Nacional aspiran noblemente a que se “gobierne preferentemente para provecho de los sectores más necesitados, en beneficio de los campesinos, de los obreros, del Ejército, de la clase media, que necesitan atención moral, material y política...”.

No sabemos si el líder de la C.T.M. se engaña a sí mismo con estas palabras. Tienen al menos la ventaja de no poder engañar a nadie que reflexione un poco sobre ellas. Para gobernar en beneficio de una o unas clases es necesario hacerlo en perjuicio de otras. ¿Será la burguesía la clase perjudicada, señor Lombardo? Ha sido demasiado discreto para decirlo, pero nosotros lo deduciremos de su propio discurso. La C.T.M. no aspira “al establecimiento de un gobierno del proletariado” dijo. El Gobierno ha de ser, en consecuencia, necesariamente burgués, puesto que sólo la burguesía o el proletariado son clases económica e históricamente capaces de gobernar. La no aspiración del Comité Nacional de la C.T.M. se troca así en una aspiración directa al establecimiento de un Gobierno burgués. Lombardo y el Comité Nacional no osan declararlo, pero la imposición que de su política hacen en la C.T.M. tiene por objeto entronizar un Gobierno más de los propietarios. Naturalmente éste ejercerá su poder, debido en gran parte a Lombardo, no en beneficio de “los sectores más necesitados”, sino todo lo contrario.

Profundicemos aún la tesis de Lombardo. ¿Por qué no aspira “en la actual etapa histórica de México al establecimiento de un Gobierno del proletariado”? El líder se detiene prudentemente. Pero sin duda de ningún género quiere decir que México deberá aún atravesar otro período de desarrollo anterior al del Gobierno proletario. Con su acostumbrada cobardía reformista no intenta siquiera definir, diciéndolo honradamente a las masas, el carácter de clase que deba tener mientras tanto la sociedad.

El marxismo ha establecido el orden de desenvolvimiento de la sociedad por sus clases representativas: nobleza, burguesía, proletariado. Mientras la sociedad burguesa no adquirió el grado actual de madurez, el proletariado no podía aspirar a la toma del poder. La única salida era el desarrollo de la sociedad capitalista, que habría de crear, como lo ha hecho, las condiciones de la revolución socialista. En la época presente la economía no es un fenómeno nacional, de puertas adentro, sino internacional. Y mucho más internacional aún tiene que ser la política del proletariado. Si México no ha adquirido un grado de desarrollo capitalista comparable al de otros países, el país no deja de estar comprendido en el sistema general. Este ha entrado en período de putrefacción. Todos los vaivenes, luchas y callejones sin salida de la economía mundial tienen su reflejo en México. Asimismo, substituir la economía capitalista en putrefacción por un sistema proletario es una necesidad general del proletariado mundial. Sólo en escala internacional podrá ser resuelto el problema.

Lombardo echa mano de un esquema marxista justo, y aplicándolo de fronteras acá, deduce la necesidad de desarrollar en México el capitalismo, poniendo a toda la C.T.M. a la zaga de la burguesía nacional. El resultado será un gobierno que proteja preferentemente los intereses de los capitalistas, sin lograr ni lejanamente aproximarse a los países avanzados. La divisa de la C.T.M.: “Por una sociedad sin clases”, tiene en las convicciones íntimas de Lombardo y el Comité Nacional una significación opuesta: “Por una sociedad de clases”.

El Congreso del STERM, modelo de democracia stalinista

La plataforma que la Oposición Sindical Revolucionaria propuso como base de la lucha contra la dictadura stalino-reformista del STERM fue inmejorablemente acogida por la mayoría de los delegados y de seguro su triunfo hubiera sido completo de haber existido la decisión, por parte de los diferentes grupos y delegaciones de oposición, de organizar el frente único tal como la plataforma lo indicaba.

Aún sin esta organización, se estuvo a punto de derrocar al stalinismo. Las consignas principales de la Oposición Sindical Revolucionaria: “Comisión dictaminadora de credenciales”, “Libre la puerta del Congreso de pistoleros stalinistas”, fueron acogidas con calor, obligando al propio Vilchis a hacer promesas de lucha contra el stalinismo, que había de traicionar veinticuatro horas después. Obligado por el mismo clamor, el Comité Nacional de la C.T.M. intervino para salvar al stalinismo, nombrando, con usurpación de los derechos del Congreso, una Comisión Dictaminadora que se vio constreñida a declararse incompetente para determinar cuáles credenciales eran falsas y cuáles auténticas, tales proporciones alcanzaba la falsificación stalinista. El C.N. suspendió entonces el Congreso, que aparecía como una derrota segura para sus compinches stalinistas, encargando a Vilchis de maniobrar cerca de las delegaciones de los grupos G.A.S. para disgregar su oposición, mal organizada de por sí y poder celebrar una parodia de Congreso. Esta maniobra salió triunfante, digámoslo claramente, gracias a la indecisión de los principales dirigentes de los grupos y delegaciones de oposición para sumarse a la plataforma y a las intervenciones que diariamente hicieron los camaradas de la Oposición Sindical Revolucionaria.

Visto la intención del Comité Nacional de la C.T.M. de impedir a todo trance que el Congreso autodeterminara sobre la autenticidad de las credenciales, era necesario levantarse abiertamente en rebeldía y organizar el Congreso al margen de la dirección stalinista, tomando inmediatamente resoluciones que demostrasen la adhesión del Congreso a la C.T.M., como organismo proletario y a los principios de la lucha de clases, que la dirección de la C.T.M., y del STERM traicionan.

Lograda la disgregación de los delegados del G.A.S., el C.N. revocó su acuerdo de suspensión, y la farsa de Congreso dio comienzo. El Congreso se integró con una enorme cantidad de delegados falsos, que pudieron entrar debido a la decisión de Lombardo, que abrió la puerta a todos los portadores de credenciales. Aún más, el delirio de la “victoria” obtenida llevó a los stalinistas al descaro completo, introduciendo gente suya por las puertas laterales y posteriores, o bien recogiendo las credenciales a sus delegados en el interior de Bellas Artes y saliendo a repartirlas nuevamente a sus incondicionales, que esperaban fuera. Así, una tras otra, entraban las remesas de delegados espúreos. En lo que se refiere a los delegados no gratos, no se les entregó credencial, como sucedió con María Luisa Rodríguez, Monroy, Octavio Fernández, Benjamín Alvarez y decenas y decenas y decenas de delegados, no solamente del D.F., sino de los propios grupos G.A.S. En el interior de Bellas Artes se dio el caso de que a muchos delegados les eran arrebatadas y rotas las credenciales, no llegando al extremo de golpearlos, como en congresos anteriores, debido a que la asamblea, a pesar de todo, estaba muy dividida. Lo mismo aconteció en la puerta, que sólo fue abierta un poco y en la que grupos de pistoleros rompían las credenciales. Y si tomamos en cuenta que primero el Comité Nacional del STERM, con mayoría stalinista y minoría vilchista, y posteriormente el de la C.T.M. se abrogaron la facultad de dictaminar sobre las credenciales, esto es, de decir quién entraba o quién no al congreso, se puede afirmar con toda la fuerza posible que el Congreso fue una encerrona inmunda en la que el magisterio no tuvo la menor intervención.

Una imposición sin precedentes en las luchas sindicales fue realizada. El Congreso desde el principio hasta el fin, estuvo controlado por los amigos de Lombardo y el Partido Comunista, pues no sólo se apoderaron de la mesa directiva, sino incluso de todo el foro. Ni un delegado auténtico, de los muchos que quisieron protestar, pudieron hacerse oír.

De todos los labios, gasistas o no gasistas, del D.F. o de los Estados, no salían más que exclamaciones de asco. Vilchis ha quedado, junto con Lombardo, desenmascarado definitivamente como el mejor auxiliar del stalinismo mexicano. Todo lo que es posible hacer, lo hicieron para salvar al PC de la derrota. Ni que decir que la democracia sindical no apareció por ninguna parte. El primer día del congreso hubo amenazas de choque en masa de stalinianos contra delegados del G.A.S. y de la O.S.R. A los gritos stalinianos de “¡Fuera los trotskistas!” se contestaba “¡Fuera los stalinianos!” Pero se impuso la “disciplina”, esto es el terror impuesto por Lombardo, Vilchis y socios, y aquéllos pudieron sortear el temporal.

El congreso no trabajó, todo se redujo a discursos amenazantes contra los “divisionistas”, el “trotskismo” y la reacción, a escándalo y desorden, no podía ser de otra manera ya que los stalinianos, Lombardo y Vilchis, no veían ya la hora de terminar con aquello que era un polvorín. Las ponencias fueron aprobadas sin ser conocidas por la asamblea, ya que sólo se pusieron a votación los dictámenes elaborados por comisiones de incondicionales. Unas cuantas manos levantadas, y el presidente, diligentemente auxiliado por sus escrutadores, declaraba mayoría. Así, con una prisa febril, dieron fin a su mascarada con la elección de Comité Nacional del STERM.

Las cumbres, esto es, la dirección del PC, Lombardo y Vilchis, se pusieron de acuerdo y presentaron a la asamblea, para que la refrendara en plebiscito que haría enorgullecer a Stalin o Hitler, la planilla, la lista de elegidos, que serán si otra cosa no ocurre, los directivos nacionales del STERM por dos años. La asamblea, de reales y supuestos delegados no tuvo la menor intervención, sólo sirvió para que, levantando la mano, “legalizarán”, según lo piensa Vilchis, Lombardo y sus stalinianos, el atraco a la dirección del STERM. Para terminar, Lombardo, coreando al PRAC, a la Vanguardia Nacionalista y a los estudiantes universitarios fascistas que días antes habían quemado el “trapo” rojo, levantó la bandera tricolor y como patriota cien por ciento se embriagó en fiebre nacionalista. Así, sin pena ni gloria, terminó el “Primer Congreso Ordinario del STERM”.

Los delegados de los grupos G.A.S. y los del D.F. han salido de esa farsa convencidos totalmente de la traición de Vilchis y Lombardo, sin olvidar a sus falderillos que, como Peña Hernández se hicieron pagar con un puesto en el Comité Nacional o en las comisiones. Pero sólo la existencia de una sólida vanguardia revolucionaria magisterial tornará ese asco y el ansia de liberación y progreso del magisterio en ola que derribe, al par que al stalinismo, a sus aliados y esbirros. Por hoy, la tarea de crear esa vanguardia debe ser el eje de la lucha en el STERM.

Una buena cantidad de delegados, integrada por los que no recibieron credenciales, por aquellos a quienes se les arrebataron y rompieron y por muchos de los que asistían a Bellas Artes, pero que en ninguna manera estaban de acuerdo con la farsa, se instalaron en Isabel la Católica 12 con el objeto de constituir el Primer Congreso Ordinario del STERM con representaciones genuinas. La acogida que tuvo esta manera valiente de encarar la situación fue magnífica, ya que no sólo una mayoría de delegados del D.F. asistía, sino muchas delegaciones de los Estados, como Guerrero, Morelos, Zacatecas, Veracruz y otras.

Pero dos cosas hicieron fracasar este intento de arrancar al stalinismo y a Lombardo los destinos del STERM. Los elementos reaccionarios y almazanistas iniciaron inmediatamente maniobras tendientes a imprimir una orientación fascistizante a la asamblea. Solís pretendía, secundado por Corona y socios, determinar perfectamente una actitud de lucha, no contra el Partido Comunista, sino contra todo lo que ellos llaman comunismo. Los brotes frecuentes contra el Art. 3º Constitucional, contra la “situación actual”, etc., etc., que aunque fueron aplastados en todo momento por las intervenciones, tanto de los delegados de la O.S.R., como de la mayoría izquierdista, tuvieron el resultado inevitable de alejar a las delegaciones estatales primero, del D.F. a continuación. A ello se unió la presión del aparato lombardista, el cansancio, la depresión típica de los empleados federales. Por último llegó a quedar sólo un pequeño grupito de fascistizantes que constituyeron un “Sindicato Nacional de Trabajadores de Educación Pública”, que no es en realidad más que una cubierta sindical de la política reaccionaria. El General Rubén García abrió con “broche de oro”, la reunión final de ese grupo, en la cual se explayó, ¡Oh, feliz ocasión!, contra el “comunismo y la barbarie”. Naturalmente, cuando terminó de hablar, el grupito se había reducido a los almazanistas y a la vieja guardia reaccionaria que, ex profeso, había sido invitada para prestar solemnidad al acto.

¿Por qué ha sido derrotado el magisterio?

Todas las condiciones objetivas para el triunfo del magisterio nacional sobre la camarilla que lo asfixia y explota existieron. La mayoría de los delegados de los Estados y del D.F. llegaron dispuestos a liquidar la situación existente en el STERM, a extirpar de raíz a la lepra staliniana; existió una plataforma concreta la de la O.S.R. que fue acogida con cálida simpatía por todos ellos. Pero faltó una condición vital son la cual no es posible triunfar: La existencia de una dirección revolucionaria. Monroy, los “bloquistas”, y las secciones estatales, al no realizar el frente único propuesto, cortaron la posibilidad de crear, mediante esa maniobra, una dirección y la unidad de acción capaz de conducir a la victoria. La O.S.R., Oposición Sindical Revolucionaria, débil en número, reducida con la no entrega de credenciales a sus delegados a unos pocos de éstos, del D.F. y los Estados; con promesas de “frente único en la acción, pero sin compromiso público”, al final de cuentas sólo palabras, se encontró en la imposibilidad material de ser esa dirección, que como consecuencia recayó en Vilchis y el aparato lombardista. La traición de éstos, sin la existencia de órgano de frente único, entregó la situación a los stalinianos y vilchistas. Puede y debe afirmarse rotundamente que por hoy, los responsables directos de que el Partido Comunista se haya salvado y continúe controlando, aunque a medias, el STERM, son Vilchis y Lombardo, pero los que se negaron al frente único no escaparán a la responsabilidad. Esto bien lo saben los delegados del G.A.S. y del D.F. y no deben olvidarlo.

Monroy y los que lo siguen, que honradamente rompieron con Vilchis y Lombardo por su actitud de salvadores del PC, pudieron representar un importantísimo papel. Pero su reserva ante el fantasma del “trotskismo” los dominó. Si ellos se hubieran decidido con la oportunidad que existió a realizar el frente único, esta es la hora en que la hegemonía staliniana-vilchista pertenecería al pasado ya que nada ni nadie, incluyendo a Lombardo, hubiera podido detener el movimiento de los delegados del G.A.S. y del D.F. unificados. Hoy, Monroy y sus compañeros sólo tienen dos caminos: o caminar al lado de la reacción en el nuevo sindicato, o bien decidirse a luchar codo a codo con la Oposición Sindical Revolucionaria del STERM, por la regeneración de nuestro sindicato.

En cuanto a los elementos del bloque de Maestros Revolucionarios del D.F., aislados, no podrán ser más que juguete de fuerzas reaccionarias.

Dentro de un potente movimiento revolucionario en el STERM, podrán marcar el paso. Por hoy, Solís y socios no tiene, como ayer, otra finalidad que hacer del STERM más que otra cosa igual a la que hacen los stalinianos, pero en el campo de la derecha. Las complacencias de Monroy para con los elementos reaccionarios a más de representar una seria responsabilidad, entrañan peligros inesperados, ya que en el momento menos pensado puede encontrarse envuelto entre aquéllos. Para él la situación no tiene otra salida: o con la reacción o con los elementos revolucionarios.

¿Cuál es la salida?

La única salida es la consolidación en escala nacional, de la O.S.R., Oposición Sindical Revolucionaria del STERM, que en su momento sea capaz de colocarse a la cabeza del magisterio y trabajadores de educación del país para saldar definitivamente las cuentas a la pandilla stalinistas-Vilchis. Pero para comprender qué es y qué quiere la O.S.R., es preciso definir antes lo que es el STERM y la propia CTM.

La clase obrera mexicana no cuenta con una central sindical revolucionaria. Si por su composición social la CTM es un organismo obrero, por la ideología de su dirección y por los lazos materiales que unen a ésta con la burguesía y la pequeño burguesía nacional, la CTM es virtualmente un organismo auxiliar de la sociedad capitalista mexicana. La burocracia sindical, lombardista o staliniana es el agente a través del cual la burguesía acomoda al movimiento obrero a las exigencias de su estado actual de desarrollo. El STERM ha estado casi exclusivamente mangoneado por la burocracia stalinista. Este le ha dado un matiz determinado, pero su tendencia sindical y política es esencialmente idéntica a la de los sindicatos en que la burocracia lombardista reina sin competencia. Abocadas por coincidencias con la política internacional soviética, una y otra burocracia convergen en su política conciliadora, “amortiguadora de la lucha de clases” -Lombardo Toledano-. Una y otra burocracias se auxilian mutuamente cubriendo sus respectivos chanchullos y haciendo callar por cualquier método a los trabajadores, cuando su preponderancia se ve en peligro. Así vemos con cuanta prisa la burocracia lombardista ha corrido en auxilio de los stalinianos en el último congreso del STERM.

La CTM es de la misma naturaleza reformista que los sindicatos socialdemócratas europeos y estadounidenses. Su misión social es la misma: mantener al movimiento obrero dentro de los límites convenientes a la burguesía. En México observamos únicamente como característica peculiar una extensión mayor de la corrupción y un cinismo vergonzante por parte de los líderes.

Ningún sindicato reformista europeo ha presenciado el espectáculo de un Comité Nacional convertido en árbitro de un congreso y a la dirección superior de la central sindical en protectora de los pistoleros. Este estado agudo de corrupción de la dirección sindical corresponde al raquitismo de la sociedad capitalista indígena. La clase obrera mexicana se muestra pues organizada y dirigida por elementos que le son extraños y perniciosos. ¿Qué hacer?

La respuesta y el ejemplo nos han sido dados desde hace muchos años por la lucha de los partidos revolucionarios europeos contra la dirección reformista de los sindicatos. Los grupos de oposición sindical revolucionaria vinieron a cumplir la misión de transformar los sindicatos reformistas en sindicatos revolucionarios. Por haberse interpuesto la traición del stalinismo internacional, el objetivo no pudo ser alcanzado.

Hoy, el stalinismo no es más que una variedad del oportunismo clásico pero no hay que olvidar que su centro inspirador es la burocracia soviética. Por esta razón puede entrar en conflicto con el reformismo social-demócrata y sindical tipo Lombardo, cuyo centro inspirador tiene un abolengo diferente. Mientras las incidencias de la política internacional del stalinismo le llevaron a la coincidencia con el reformismo, actuó en perfecto acuerdo con él, y el reformismo le pagó con una amable complicidad para todos sus crímenes. Pero parece más probable cada día que la nueva política internacional del stalinismo le llevará a la lucha contra la burocracia sindical no inspirada en Moscú. Sin embargo, la O.S.R. debe elevar su bandera contra uno y otro reformismo, enseñando a los trabajadores a transformar a la CTM en un verdadero organismo de lucha de clases. Esos señores stalinistas y lombardistas que han pretendido monopolizar el revolucionarismo no son más que simples lacayos de la burguesía. Con más efectividad que los patronos ellos han luchado y disuelto todos los brotes revolucionarios existentes en los sindicatos. Pero si damos a estos brotes un carácter organizado, permanente, si preparamos conscientemente la ofensiva contra el reformismo, los trabajadores podrán sanear poco a poco sus organismos sindicales, transformándolos en un arma de lucha revolucionaria.

A esta necesidad corresponde la oposición sindical revolucionaria que deberá extenderse a los restantes sindicatos nacionales de la CTM. Hay que coordinar la lucha de todas las ramas sindicales contra el reformismo lombardo-stalinista. En función de este trabajo inmediato de restablecimiento de los principios de la lucha de clases, la Oposición Sindical Revolucionaria deberá perseguir la siguiente plataforma:

1. Lucha por la instauración de un régimen de democracia interna del STERM. Eliminación de la dictadura staliniano-vilchista de la dirección.

2. Reducción de la cuota sindical a medio por ciento.

3. Exigencia a la dirección del sindicato de cuentas claras y detalladas.

4. Nulidad de la actual Comisión Nacional de Escalafón y de todo lo realizado por ella. Reglamentación legal del Art. 41 del Estatuto Jurídico.

5. Jornal mínimo inicial de $7.50 y $9.00 para maestros y directores respectivamente del D.F. y de $5.00 para los maestros rurales y trabajadores manuales y administrativos de Educación.

6. Por sanatorio, médico y medicinas a cargo del Estado.

7. Pensiones con sueldo íntegro a los 30 años de servicio para todos los maestros y trabajadores de Educación.

8. Lucha irreconciliable contra los enemigos del Art. 3º. Constitucional y reconocimiento del carácter democrático-burgués de la reforma.

9. Por la entrega de material escolar gratuito a los niños proletarios. Cancelación de los pagos por colegiatura o cuotas “voluntarias”.

10. Desaparición del subsidio a la Universidad Nacional, semillero y nido de reacción y fascismo.

11. Por la existencia de la organización magisterial en Ramas. Por la existencia de la Sección Nacional de Trabajadores de Educación Pública.

12. Apoyo a los Consejos Escolares como órganos democráticos de gobierno.

13. Por la federalización total de la enseñanza.

14. Por el control de la educación y reorganización de la Secretaría de Educación a través de Comités magisteriales de control.

15. Libertad política para los miembros del STERM. No intervención de éste, como organismo sindical, en actividades político-electorales.

16. Lucha contra la carestía de la vida por medio de la Tarifa móvil de salarios y los Comités Revolucionarios de Control de Precios.

17. Rompimiento de relaciones con la llamada Internacional de Trabajadores de la Enseñanza. Condenación del apoyo otorgado a la política staliniana en el terreno nacional e internacional.

18. Lucha por la unidad revolucionaria del STERM y la CTM.

19. Lucha por la constitución de grupos de Oposición Sindical Revolucionaria en los demás sindicatos de la CTM.

20. Lucha por un Congreso Extraordinario del STERM realizado con todas las garantías de la democracia sindical. Anulación de la farsa realizada en Bellas Artes.

Sólo por este camino el STERM y la CTM podrán transformarse en verdaderos organismos de lucha de clases, echando por la borda a la dirección lombardo-stalinista que destruye el carácter de clase de la central sindical y fortalece a la reacción a fuerza de debilitar a los trabajadores.