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Boletín Nº 11 (Febrero 2009)

El desarrollo del fascismo en España y la lucha de la clase trabajadora por una política justa

El desarrollo del fascismo en España y la lucha de la clase trabajadora por una política justa

Izquierda Comunista Española

 

Comunismo, Nº 23 - Abril 1933.

 

Recientes hechos y el desarrollo del curso político de la revolución española evidencian que existen condiciones que pueden permitir el desarrollo en nuestro país de un movimiento fascista que englobe en sus filas a los elementos de la pequeña burguesía desilusionados. Los brotes surgidos hasta ahora no constituyen en sí un peligro inminente; pero son un peligro que hay que cortar de raíz desde sus comienzos. El hecho de que la burguesía más reaccionaria, que durante cierto tiempo se encubrió tras de Lerroux, haya adquirido su fisonomía propia y se organice independientemente, es la prueba más elocuente de que se sienten con fuerzas propias y que ha desaparecido de ellas el pavor de que se sintieron invadidas en los primeros días de la República. La subida de Hitler y de sus bandas al Poder ha embravecido a estas gentes, que se disponen a intentar imitar su ejemplo. Con esto no hace más que confirmarse lo que durante dos años y medio ha venido diciendo reiteradamente la Oposición de Izquierda Internacional, es decir, que el peligro del fascismo en el Poder no era meramente una amenaza para Alemania, sino para toda Europa.

Es evidente que si Hitler ha conquistado Alemania se debe fundamentalmente a los errores reiterados de la táctica del Partido Comunista oficial. Hay que decir claramente que estos errores son los que han posibilitado el desarrollo del fascismo. Cuando los stalinianos, para justificar su conducta, hablan de la traición de la socialdemocracia, no hacen más que cometer una nueva incongruencia política. Si la socialdemocracia es el socialfascismo y éste preparaba gustosamente la cama al hitlerismo, era un factor descontado su traición. Por lo tanto, el Partido Comunista debía desarrollar su táctica conociendo la traición que no dejarían de cometer los jefes en el momento oportuno. Y en este sentido la táctica de un verdadero frente único hubiera permitido en el momento culminante separar a las masas de los jefes.

El caso alemán nos ofrece un ejemplo científico de cómo no debe procederse. La táctica en Alemania del stalinismo ha fracasado plenamente a la luz de los acontecimientos. No es una afirmación gratuita: es una realidad. Si se quiere luchar con éxito en los demás países contra el fascismo es evidente que hay que proceder de distinta manera a como se ha procedido en Alemania. Esta es la situación en que nos encontramos en España. El fascismo está en los comienzos de su desarrollo: es el momento de emprender la lucha contra él basándose en una concepción táctica positiva deducida de las enseñanzas más recientes y de los métodos aprobados por los cuatro primeros Congresos de la Internacional Comunista, celebrados bajo la dirección de Lenin y Trotsky.

Nuestros stalinianos han olvidado en la práctica completamente la frase de Lenin: “Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”. Gustan, ciertamente, de reproducirla en sus periódicos y propaganda; pero no de sacar las consecuencias eficaces. No hay posibilidad de emprender una ofensiva positiva contra el salvajismo fascista si no se parte de una estimación justa de los factores políticos y sociales que han de representar un papel en el desarrollo o la lucha del fascismo. Esto es fundamental para todo marxista. Si el socialfascismo fuera meramente una frase no nos hubiéramos alzado constantemente contra ello; pero es toda una teoría que entraña fundamentales peligros. Querer caracterizar de socialfascistas a los socialistas españoles porque sus tres ministros han aprobado lo de Casas Viejas es un disparate político. Porque el fascismo no aspira a realizar “un Casas Viejas”, sino a hacer de España un inmenso Casas Viejas.

Hay que partir, pues, de una estimación justa del desarrollo político. ¿Empieza el Partido por hacer esto? De ninguna manera. Se ha celebrado hace una semana el Comité Central Ampliado del Partido oficial, cuyo principal objetivo era plantear la lucha contra el fascismo. Astigarrabia ha sido el encargado de hacer el informe sobre el tema. No hemos de hacer un análisis detallado y extenso del mismo, pero nos bastará insertar las siguientes líneas sobre la estimación de las fuerzas en presencia y de su papel con respecto al fascismo. Dijo así:

“El fascismo en nuestro país tiene un ancho campo para arraigar y desarrollarse. El frente fascista incluye en sus filas desde las fuerzas más reaccionarias de la extrema derecha (carlistas, integristas, albiñanistas, Acción Popular y tradicionalistas) hasta la llamada extrema izquierda parlamentaria y ciertos dirigentes de la FAI. El fascismo, que necesita una base popular, opera ya por medio de una inteligente división del trabajo en el sentido de influenciar sobre los distintos sectores susceptibles de constituir la base social que le es necesaria. Es en virtud de esta división del trabajo como los periódicos al parecer representantes de tendencias más dispares, como La Tierra y la Nación, cumplen la misma misión de enrolar en el mismo movimiento fascista a los dirigentes de la FAI y a los elementos monárquicos de Acción Popular; cómo el ABC defiende los intereses de los grandes terratenientes al mismo tiempo que halaga la vanidad de los dirigentes de la CNT y cómo, en fin, El Imparcial, órgano de Lerroux, que representa el punto convergente de toda acción fascista y fascistizante, marca la orientación política del órgano central de la CNT”.

Como si esta caracterización del anarquismo como anarcofascismo fuera insuficiente, a continuación, Montesinos (de Sevilla) dijo lo siguiente respecto a lo manifestado por Astigarrabia:

“El informante no ha señalado el carácter eminentemente fascista del pistolerismo anarquista en Sevilla. Sus manifestaciones son: el asesinato de nuestros dirigentes, deshacer nuestras organizaciones, desmoralizar a la clase obrera”.

Cita todos los ejemplos de asaltos, ataques, asesinatos, coacciones y amenazas que muestran a los pistoleros anarquistas como “agentes de la burguesía”.

Y la nota final correspondió al clown de la fiesta, Vicente Arroyo, al decir que “cree un error considerar a Lerroux el eje del movimiento reaccionario y fascista; que es Maura quien ha desplazado a Lerroux”. ¡Magnífico análisis marxista de este tragatrotskistas!

De esto se llega a la siguiente conclusión: si en Alemania la catastrófica teoría del socialfascismo ha llevado a un fracaso al estalinismo, en España, en vista de sus resultados, no nos limitamos a ella, sino que inventamos otra: el anarcofascismo. Las palabras anarcofascistas y anarcofascismo empleadas en los primeros tiempos de la República por el “equipo traidor” desaparecidas después, al parecer, ante las discretas observaciones de los delegados del CE de la IC, han vuelto a reaparecer. Es decir, cuando el peligro fascista hace más urgente y necesario el frente único, se pone en circulación nuevamente tan necias palabras, que revelan el empleo de toda una táctica.

En el terreno de la organización de la lucha contra el fascismo persisten los errores, quizá agravados, que ha conducido al Partido Comunista alemán a la derrota. En lugar de plantear en un terreno justo la táctica del frente único proletario, la única que puede conducir al triunfo, se prefiere la constitución de organismos independientes, con la agregación de intelectuales solitarios. Por la información de las asambleas antifascistas celebradas en Madrid, nuestros camaradas podrán ver cómo se han hecho todos los intentos posibles para estrangular la discusión. Un intelectual pequeñoburgués cualquiera puede hacer el discurso confusionista que se le antoje; pero no está permitido que, un oposicionista exponga sus puntos de vista, que son los de Lenin.

El fascismo en España está en sus prolegómenos, y es preciso, urgente, establecer los métodos de lucha en el terreno justo para evitar los errores alemanes. El estalinismo es un gran organizador de derrotas.

Contestando a una pregunta sobre si en España deben emplearse en la lucha contra el fascismo los mismos métodos que en Alemania, Hurtado, el teórico español, contestó sin titubeos y concretamente: “Absolutamente los mismos; no hay nada que corregir de la táctica del Partido Comunista alemán”. Los trabajadores españoles ya saben adónde ha conducido esa táctica: a la derrota. Ya conocen lo que con ella se les prepara en España: la derrota.

Los hechos han demostrado palpablemente que la táctica preconizada por la Oposición Internacional de Izquierda es la única que puede conducir al proletariado revolucionario a la victoria. El estalinismo ha ido elaborando a través de sus errores la derrota. Debe servirnos de ejemplo a todos lo sucedido para evitar, nuevos fracasos. La Izquierda Comunista Española señalará incesantemente, mediante su crítica y actuación, cuál es el camino a seguir para llegar al triunfo en la lucha contra el fascismo.