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Boletín Anual (2008)

El trotskismo norteamericano (2da. Parte)

El trotskismo norteamericano (2da. Parte)

 

Victoria Bosch

 

Tras los primeros años de fuerte aislamiento y de duras luchas políticas para establecerse como una fuerza independiente y sentar las bases de una corriente revolucionaria, los trotskistas comenzaron a partir de 1933, a recorrer un nuevo camino, no exento de dificultades, donde buscaron convertirse de una liga de propaganda, a un partido con influencia entre las masas. En este recorrido, el trotskismo norteamericano, dejó lecciones significativas.

 

Sus primeros pasos en la lucha de clases

A fines de 1933 surge un movimiento de organización sindical de los trabajadores de hoteles en Nueva York y algunos miembros de la liga trotskista del sindicato participan de este oscilante movimiento de masas. “Teníamos un camarada, un viejo militante sindical, y después de años de aislamiento repentinamente se encontró como una figura influyente”[1], que era ayudado por B.J. Field, intelectual joven del partido, traductor de francés, que se ligó al grupo de cheffs franceses, vanguardia del proceso, y fue elegido secretario del sindicato.

Aunque los trotskistas tuvieron peso en el proceso, nunca sostuvieron la política de monopolizar la dirección de la huelga. “Nuestra política siempre ha sido proceder en cooperación con los líderes, y compartir responsabilidades con ellos para que la dirección de la huelga pueda ser realmente representativa de la base y responda sensitivamente a ella”[2]. El 24 de enero del 34 se llamó a la huelga general. El gobierno intentó quebrarla a través de los organismos de negociación[3], Field sintió esta presión y lentamente se fue separando de las bases. Viéndose más que el partido, incluso más que las bases obreras, dejó de discutir la intervención política. Esta actitud debilitaba la huelga, ya que en vez de organizar la militancia de las bases, y negociar con la fortaleza que esa fuerza le daba, Field moderaba estas acciones y se la pasaba recorriendo oficinas del gobierno

Los trotskistas se vieron así ante una encrucijada, no tenían influencia política real en la huelga, y sin embargo Field actuaba bajo su nombre. El prestigio mismo del trotskismo estaba en juego en esta experiencia. Por eso, luego de una larga serie de tentativas para discutir con Field y exigirle que elabore la política del conflicto en el partido, se vieron obligados realizarle un juicio, donde se probó que Field no estaba actuando bajo orientación del partido, y se resolvió separarlo de la organización. Esta medida drástica, en medio de un movimiento de 10.000 trabajadores en huelga, fue necesaria, porque demostraba que los trotskistas cuando organizaban una huelga lo hacían seriamente, que la disciplina partidaria es un arma imprescindible para lograr su triunfo, y que una organización revolucionaria no busca ganar figuras sindicales reconocidas, como chapas de su organización, si no forjarlas como parte de una nueva camada de obreros y dirigentes, que a través del programa revolucionario, se preparen en la escuela de las huelgas para las luchas decisivas contra el capitalismo. Finalmente la huelga con la línea de Field, terminó en un fracaso, y los trotskistas salieron fortalecidos, listos para realizar una verdadera experiencia en la lucha del movimiento obrero.

La Huelga de Minneapolis

Tras la primera oleada de huelgas que se suceden después de la asunción de Roosevelt, en 1934 se decantan 3 huelgas testigo de vanguardia, en las que la clase logra a través de métodos radicales con una dirección política de izquierda, poner en pie nuevos organismos de lucha y obtener importantes conquistas. La primera fue la huelga de AutoLite de Toledo dirigida por el grupo de Muste, al que hacíamos referencia la semana anterior, que a través de un grupo de desocupados, logró tomar la dirección política del proceso y por medio piquetes y nuevos métodos radicales impuso su victoria, por otro lado la de los obreros marítimos de San Francisco dirigida por el PC. La tercera fue la de los trotskistas, que dirigen la huelga de Minneapolis, y abren su página en la historia del movimiento obrero norteamericano. No vamos a mostrar detalladamente toda la huelga de Minneapolis en esta entrega (esta ya ha salido en el suplemento Lucha de Clases N° 4 del LVO[4]), solamente queremos exponer las enseñanzas centrales de esta experiencia.

En Minneapolis, donde la patronal estaba acostumbrada a derrotar todas las huelgas, los trotskistas comienzan a diseñar una campaña dentro del sindicato de camioneros (teamster) por la sindicalización de todos sus miembros. Fue difícil ingresar a los sindicatos, la mayoría de los militantes estaban “marcados” como obreros revolucionarios, pero la presión de las bases, y al mismo tiempo la existencia de una dirección en la ciudad, ubicada mas a la izquierda que la dirección nacional de los teamster, les permitió intervenir. Sin embargo los trotskistas no pudieron conducir ninguna de las huelgas como miembros directivos del sindicato, sino través de la formación de un “Comité de Organización”, que buscaba, contra los estatutos burocráticos de los sindicatos, dirigir los procesos y organizar las huelgas con lo mejor de la vanguardia obrera. “La campaña de organización y las huelgas fueron llevadas a cabo virtualmente sobre la cabeza de la dirección oficial del sindicato”[5]. Así mientras organizaban este comité, impusieron a la dirección sindical su apoyo a todas las decisiones planteadas.

En Mayo de 1934 estalla la primera huelga, donde la dirección política de los trotskistas, fue el arma más importante para vencer a la patronal. Una clara conciencia de la lucha de clases y de las perspectivas revolucionarias del movimiento obrero, les permitió enfrentar tanto los engaños de los organismos de negociación utilizados por el gobierno para desmoralizar a los trabajadores, como preparar detalladamente la organización de la huelga y el enfrentamiento contra las fuerzas represivas.
Comprendieron desde el principio que el sindicato debería pelear para obtener su reconocimiento, por eso la huelga fue preparada con anticipación, hasta el más mínimo detalle. Se organizó un Cuartel General de Operaciones, con un comisariato; se instaló un hospital de emergencia, para curar los heridos y evitar que fueran llevados al hospital y de ahí a la cárcel; se organizó un grupo de “Auxilio de mujeres”, para apoyar las acciones de la huelga con manifestaciones y actos; y se organizaron piquetes masivos. En el cuartel se guardaban los autos, si se tenían noticias de que un camión se movía conducido por un carnero, salían los piquetes móviles de autos para hacerlo desistir por el convencimiento o por la fuerza.

En contraataque la patronal preparó “la guerra del mercado”, un enfrentamiento organizado con grupos de choque y policias para permitir que actúen los esquiroles y propinar un duro golpe a los huelguistas. Se llamó a todos los sindicatos de la ciudad y a los desocupados para apoyar la lucha; la huelga se transformó en una verdadera huelga urbana; así una masa de piquetes contraatacó, los trabajadores, por primera vez, propinaban una verdadera paliza a las fuerzas represivas, haciéndolas retroceder e impactando en todo el país. Como cuenta F. Dobbs “Los noticiarios, que en aquel entonces formaban parte de los espectáculos cinematográficos, mostraban escenas de combate filmadas durante la batalla del martes. Por todos lados los trabajadores reaccionaban con entusiasmo ante las noticias. En las salas de cine el público irrumpía con vítores ante las imágenes en que, para variar, eran los piquetes quienes aporreaban a la policía, ya que en la mayoría de las huelgas sucedía completamente a la inversa. A los trabajadores les hacía bien ver a sindicalistas que se mantenían firmes ante la policía y que incluso infligían un mayor castigo del que recibían”.[6]

Tras 6 días de lucha llegan a un acuerdo parcial donde la patronal reconoce al sindicato, sin embargo vuelve rápidamente al ataque. Los trotskistas comienzan a organizar una nueva huelga, armando mítines con los sindicatos de la ciudad. Mientras parte de la dirección nacional, Cannon y Schatman viajan a Minneapolis a fortalecer la dirección política de la lucha. La segunda huelga comenzó el 16 de julio y duró 5 semanas. Allí pudieron educar a los trabajadores en el clasismo, mantuvieron una férrea organización, impidieron que el gobierno quiebre la huelga por dentro, a través de las mesas de negociación. También editaron un periódico propio, contrarrestando la prensa burguesa, y haciendo circular la verdadera visión de los trabajadores. Al periódico lo leían todos los trabajadores de la ciudad, se volvió un verdadero educador de la vanguardia, sirvió realmente para mantener alta la moral de los huelguistas. Por otro lado, en el mismo proceso fueron arrestados Cannon y Schatman, que fueron echados del Estado y terminaron dirigiendo la huelga desde la frontera del Estado vecino. Al tiempo la policía detuvo a los dirigentes obreros más importantes de la huelga (como V. Dunne y Bill Brown), por eso tuvieron rápidamente que establecer un nuevo comité y una nueva dirección, que mantuvo la organización de los piquetes en forma clandestina.
Al ver la dureza de la lucha obrera, finalmente mediadores del gobierno llevaron una propuesta de arreglo, que fue aceptada por los trabajadores y rechazada por la patronal, nuevamente intentaron obligar a las bases a retroceder, pero al mantenerse firmes se llegó a un verdadero acuerdo, donde la patronal debió aceptar las demandas de la lucha, transformándose en una verdadera victoria para los trabajadores y para la política de los trotskistas.

La fusión con el grupo de Muste y el “entrismo” en EEUU

Luego del impacto que significó la huelga de Minneapolis, los trotskistas intentaron transformar su incidencia en las luchas obreras, en el terreno político. Así entablaron una serie de negociaciones con el grupo de Muste, el AWP (Partido Norteamericano de los trabajadores), surgido de una organización sindical, que venía de protagonizar la huelga de del Auto Lite de Toledo. Esta organización contenía elementos progresivos como su extensa organización de desocupados en todo el país, y su trabajo en los sindicatos, y aunque su dirección mantenía sectores resistentes, de conjunto venía girando hacia la izquierda.

El 7 de Septiembre de 1934, los trotskistas envían la propuesta de formar un comité de enlace, para sentar las bases de la unidad de las organizaciones. Pero tanto dentro de las filas de los trotskistas como de las del AWP, surgieron tendencias en contra de la unidad, que lentamente se fueron convenciendo, arribando a una organización común y con un verdadero programa. Este último, se transformó en la “‘Declaración de Principios’ del Workers Party de los EEUU, que fue caracterizado por el camarada Trotsky como un programa rígidamente principista”[7] Así el 1º de diciembre se realizó la primera sesión conjunta del nuevo partido organizado, el Workers Party. Esta unificación generó grandes expectativas en la vanguardia obrera, que los veía como representantes políticos de las luchas obreras más radicales.

Pero otro fenómeno comenzó a inquietar a los trotskistas. Dentro del Partido Socialista empezó a fortalecerse un ala izquierda formada por trabajadores jóvenes y estudiantes, esta aún era aún una tendencia incipiente, pero podía llegar a transformase en un fenómeno masivo. Como vimos en anteriores entregas, Trotsky analizó durante la década del 30, el surgimiento de un nuevo fenómeno, el centrismo de masas. Frente a la crisis económica y el surgimiento del fascismo, una nueva generación de obreros y jóvenes combativos ingresaban masivamente a las filas de la Socialdemocracia, haciendo crujir sus estructuras internas. Manteniendo su dirección y su programa reformistas los PS se llenaban ahora masivamente de obreros y jóvenes entusiastas. “La imposibilidad de dar aquí una definición simple, habitual, establecida, es precisamente la expresión más evidente de que estamos frente a un partido centrista que, en virtud de una evolución del país largamente postergada, todavía alberga contradicciones extremadamente polarizadas.”[8] Esta situación contradictoria, fue la que motivó el giro planteado por Trotsky, de impulsar el entrismo en los PS[9], para confluir con su ala izquierda, disputársela a la dirección reformista y formar con ella un verdadero partido revolucionario.

Esta discusión también se planteó en EEUU. En junio de 1935, dentro del Workers Party, se discuten los cambios que estaban sucediendo en el PS. Allí surgen dos fracciones, un ala liderada por Oehler, Abern y Muste resistentes a este nuevo giro, por el otro lado, Cannon, Schatman y Burhanm (que provenía del partido de Muste) llamaban a hacer un trabajo preparatorio, buscando la forma de influir sobre este fenómeno.

En diciembre de 1935 el ala derecha del PS, rompe el partido para ligarse a los demócratas de Roosevelt en las elecciones de 1936, dejando el camino libre para que los revolucionarios puedan influir sobre su ala izquierda, era el momento indicado para impulsar el entrismo en sus filas. Cannon comienza una fuerte discusión sobre la cuestión, explicando contra todo sectarismo, que el entrismo, no significaba abandonar la independencia del partido, ya que aún no eran más que un pequeño grupo, sino todo lo contrario, el objetivo era dar una lucha dentro de las bases obreras del PS, para construir un verdadero partido revolucionario en su seno. En este proceso rompe el grupo de Oehler, un grupo de desocupados y el mismo Muste, que se niega a abandonar la vieja organización.

El entrismo en el PS


En junio de 1936 finalmente entran a las filas del PS. Este proceso no fue sencillo, ya que las condiciones impuestas para su ingreso fueron extremadamente duras. No podían editar un periódico ni ingresar como una organización independiente, pero una vez adentro utilizaron como órgano de difusión, un boletín, el Socialist Appeal, impulsado por Albert Goldman[14].

Durante el entrismo, se suceden grandes experiencias en la clase obrera internacional sobre las que dan importantes luchas políticas al interior del partido para aglutinar a sus elementos más radicales. En primer lugar lanzan una campaña sobre los sucesos de España, impulsando mítines y debates para esclarecer el rol que estaban jugando los distintos partidos dentro de la guerra civil, y mostrar la importancia que esta lucha significaba para la clase obrera internacional.[15]. En segundo lugar los trotskistas norteamericanos juegan un importantísimo rol para responder a la farsa de los juicios de Moscú que habían comenzado en abril de 1936. Utilizando la posición privilegiada que les daba ser parte del PS y el “tener acceso más estrecho a ciertos elementos –liberales, intelectuales, gente políticamente medio radical”[16] forman el Comité de Defensa de Trotsky, que servirá para mostrar, a los ojos del mundo entero, la verdad sobre sus ideas y su lucha política dentro de la URSS. En tercer lugar, los sucesos de Francia también son una piedra de toque en las discusiones internas entre las filas socialistas.

Por último intervienen también en la oleada de luchas obreras con tomas de fábrica, son parte de la dirección de la huelga naval de 1936/37, y de la mítica huelga de Trabajadores del Auto en la General Motors, en Flint Michigan[17]. Durante el entrismo debemos remarcar surge un masivo proceso de sindicalización y la puesta en pie de la CIO (sus siglas en ingles, Confederación de Trabajadores industriales)y los sindicatos por industria.

Desde principios de 1937, viendo la influencia de los trotskistas, la dirección del PS intenta expulsarlos. Los trotskistas preparan un plan para en 6 meses organizar la ruptura, consolidando y alistando a los mejores elementos. Así a fines de diciembre de 1937, ganando la mayoría de la juventud socialista y duplicando sus fuerzas, rompen con el PS y fundan el Socialist Workers Party (Partido Socialista de los Trabajadores)
 
La fundación del SWP y la política de PT

Ya en la primera reunión del Congreso del 3 de enero de 1938, empiezan a discutir un nuevo giro hacia la estructuración del conjunto del partido en los sindicatos, y en el movimiento obrero. En el entrismo, a pesar de haber avanzado en su incipiente trabajo sindical, no pudieron desarrollarlo plenamente, ni actuar en forma centralizada y con una orientación independiente, teniendo en cuenta el masivo movimiento que significó el desarrollo de la CIO, y los sindicatos por industria. Por eso era momento de impulsar un vuelco del partido, de todos sus cuadros y militantes hacia la construcción en la clase, a consolidar una mayor composición obrera del partido.
Por otro lado a fines de 1937, la economía norteamericana comienza a tambalear nuevamente, para Trotsky esta crisis iba a provocar importantes cambios en la situación de la clase obrera y en el régimen político norteamericano. Si avanzaba este escenario de mucha inestabilidad, junto a las tendencias que estaban surgiendo dentro de los sindicatos, tendencias a incorporarse y a formar nuevas agrupaciones políticas como el Partido de Trabajadores y Granjeros (FLP) de MInneapolis o como Liga de trabajadores no partidaria (LNPL) surgida de las filas de la CIO, entre otros, esto iba a crear grandes posibilidades para la intervención de los revolucionarios. En México, durante la discusión del programa de Transición, Trotsky les plantea la necesidad de impulsar un Partido de Trabajadores entre las bases sindicales y en las agrupaciones políticas que estaban surgiendo. Pero para él, debían intervenir en este proceso, luchando por poner en pie un PT realmente basado en las organizaciones de trabajadores, con un verdadero método de democracia obrera; además, y como prioridad, debían luchar en el PT por un programa revolucionario, un programa transicional, que pueda dar una respuesta profunda a las penurias del movimiento obrero y que impida una salida reaccionaria de la burguesía a la crisis.

Para Trotsky había tres posibilidades de desarrollo de un PT, y de ellas dependía la posibilidad de acción de los revolucionarios en el mismo: la primera era un partido laxo, oportunista confuso: “si el partido es bastante laxo (en su organización) para aceptarnos, sería una estupidez no entrar en él.(…) el hecho que este partido nos acepte significa en símismo que los oportunistas no son tan fuertes como para eliminarnos. Esto significa, en cierta forma, que hay buenas condiciones”. [18]. La segunda un partido creado en una situación de mayor estabilidad, “donde predominen dirigentes reaccionarios conservadores, con un aparato más o menos centralizado, que nos rechazará como partido”[19], alli los revolucionarios se mantendrían tratando de influirlo por fuera del mismo. La última opción era: “Si, en el partido obrero nos convertimos en la tendencia predominante, una tendencia revolucionaria con nuestros dirigentes, nuestras ideas, etc., entonces nos convertiremos en los defensores de la centralización de este partido con relaciones laxas de organización. (…) la tercera etapa de la evolución, es la etapa en la que nuestro partido se disuelve en el partido obrero de tal manera que determina el carácter de este partido obrero.” [20]

Sin embargo, esta experiencia es finalmente abortada, la crisis económica comienza a aminorar y la burguesía empieza a buscar una salida enfilando a la nación hacia una nueva guerra mundial.

Ya casi a mediados de 1939, el vuelco a derecha de la situación internacional (con la derrota de la revolución española y el fin de las luchas en Francia) junto al giro del stalinismo hacia un nuevo pacto con Hitler, y la cercanía de una nueva guerra mundial, se transforman en una fuerte presión hacia la desmoralización de la vanguardia obrera, influyendo entre las filas del trotskismo, lo que da como resultado una nueva lucha fraccional. En la misma, dos de sus máximos dirigentes, Burham y Schatman, se niegan a defender a la URSS frente a la Segunda Guerra, y generan un intenso debate con Trotsky, quien mostrará nuevamente en forma brillante los fundamentos del trotskismo, las bases donde apoyarse para definir la actitud revolucionaria frente al Estado Obrero. Pero este debate será el tema de futuras entregas.



[1] J. Cannon, La Historia del Trotskismo Norteamericano, Ediciones Rebelión, Buenos Aires, p. 54.
[2] Idem, p. 55.

[3] La Federal Labor Board, fue un organismo de gobierno creado por Roosevelt para mediar en los conflictos entre patrones y obreros, pero que en realidad servía para desmoralizar y quebrar las huelgas por dentro.

[4] Ver suplemento del LVO Lucha de Clases N° 4 Las Huelgas de Minneapolis en 1934.

[5] J. Cannon, La Historia del Trotskismo Norteamericano, Ediciones Rebelión, Buenos Aires, p 61

[6] F. Dobbs Rebelión Teamster, Pathfinder, Nueva Cork, 2004, p 123.

[7] J. Cannon, La Historia del Trotskismo Norteamericano, Ediciones Rebelión, Buenos Aires, p 73

[8] La Liga frente a un giro decisivo, Escritos, julio de 1934.

[9] Ver LVO N° 287, Construcción de nuevos partidos y una nueva Internacional. Francia 1934-1936

[10] A. Goldman había ingresado unos meses al PS, antes que se de la discusión en el WP, convencido de la política y haciendo un trabajo preparatorio.

[11] Editan los siguientes folletos: Felix MOrrow “Revolución y Contrarrevolución en España”, y el folleto “La guerra civil en España”

[12] J. Cannon, La Historia del Trotskismo Norteamericano, Ediciones Rebelión, Buenos Aires, p 95

[13] Ver biografía en Andrea D’Atri (ed), Luchadoras. Historia de mujeres que hicieron historia, Ediciones IPS, Bs. As., 2006.

[14] A. Goldman había ingresado unos meses al PS, antes que se de la discusión en el WP, convencido de la política y haciendo un trabajo preparatorio.

[15] Editan los siguientes folletos: Felix MOrrow “Revolución y Contrarrevolución en España”, y el folleto “La guerra civil en España”

[16] J. Cannon, La Historia del Trotskismo Norteamericano, Ediciones Rebelión, Buenos Aires, p 95

[17] Ver Celeste Murillo, Genora Johnson Dollinger; en Luchadoras, Capitulo 4, p 147, Ediciones del IPS, Buenos Aires, 2006

[18] León Trotsky, El Programa de Transición y la fundación de la IV Internacional. Ceip LT, Buenos Aires, 2008. p 301

[19] Ibidem

[20] Ibidem



La Oposición de Izquierda Internacional