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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

La situación interna de la Liga francesa

La situación interna de la Liga francesa

La situación interna de la Liga francesa[1]

 

 

25 de setiembre de 1930

 

 

 

Al Comité Ejecutivo de la Liga francesa

Estimados camaradas:

 

Acabo de recibir una carta del camarada Naville, fechada el día 29, en la que se refiere a los camaradas del CE en los siguientes términos:

“Todos concuerdan en que es imprescindible que yo le consulte acerca de los problemas internacionales que revisten especial importancia en París. En lo que concierne a la situación de la Liga, pensaban que, aunque sería útil que yo estudie la situación con usted, por otra parte es indispensable que los problemas políticos salgan a la luz y sean resueltos en una conferencia nacional de la Oposición francesa. En la actualidad estamos iniciando los preparativos para esa conferencia.”

Desgraciadamente, el camarada Naville explica la resolución del CE en lugar de citarla. Esto siempre atenta contra la precisión. Pero si la explicación es co­rrecta, camaradas, no puedo ocultar mi asombro. Si no entiendo mal, ustedes, por iniciativa del camarada Naville, consideran necesario informarme que los proble­mas que surgen en la Liga francesa sólo pueden ser resueltos por la Liga francesa (por su conferencia, su Comité Ejecutivo, etcétera). Eso significa que suponen que yo me creo capaz de resolver en privado problemas que sólo una conferencia nacional puede decidir. Esta suposición o, si se quiere, esta sospecha contradice tan flagrantemente todas las normas elementales de la vida organizativa, que no puedo menos que repetir mi asombro y lamentar no haber recibido el texto completo de vuestra resolución.

Desde hace mucho tiempo vengo manteniendo co­rrespondencia con el camarada Naville sobre la confe­rencia internacional de abril. Más de una vez debí sub­rayar que es ilícito resolver los problemas en los pasi­llos en lugar de presentarlos formalmente ante el organismo en cuestión.

El problema que subrayé de la manera más enfática durante la última visita del camarada Naville no fue el internacional, precisamente porque no es mucho lo que se puede lograr en este terreno con el “contacto” per­sonal. Lo que me preocupaba en relación con la visita del camarada Naville (además de mi deseo personal de verlo aquí) era intentar, mediante una intervención estrictamente privada y personal, ayudar a paliar la crisis interna, que surge de diferencias metodológicas pero puede desembocar en conflictos y roces personales muy serios. Repito que de mi parte no hubo menor deseo de violar los derechos de la Liga. Es la conferen­cia la que debe pronunciarse sobre cada problema que se le plantee. Pero, también existe, camaradas, la cuestión de cómo se prepara la conferencia y qué pun­tos se someten a su consideración. Si hay un conflicto grave pero no insoluble, si todas las partes actúan con buena voluntad para evitar esos choques personales tan desalentadores y desmoralizantes, siempre se pue­den obtener resultados preliminares y provisorios pero de gran importancia. Esta es la tarea que asumí para este encuentro. Aseguro que jamás se cuestionó la buena fe del camarada Molinier. Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo del camarada Naville.

Vuestra resolución y la actitud del camarada Naville en todo este último período podrían realmente crear la impresión de que intervine en este conflicto por pro­pia iniciativa. Si bien creo que tal iniciativa no merece la menor censura, debo subrayar que sólo intervine a instancias de los camaradas franceses, principalmente del camarada Naville. Él me envió una carta con tres firmas (Naville, Gourget,[2] Gerard), en la que se me po­nía al tanto del conflicto en sus aspectos más generales. Incluso mi primera impresión, basada casi exclusivamente en mi frondosa correspondencia con el camarada Naville, fue muy penosa y me permitió anticipar las consecuencias catastróficas que este conflicto tendría para la joven organización. No se trataba, para mí, del destino político de un solo camarada con posibilidades de ser expulsado (problema de por sí bastante impor­tante). Se trataba de los métodos de la dirección de la organización, que me parecían mucho más peligrosos que el mal, verdadero o imaginario, que se buscaba contrarrestar. No le oculté al camarada Naville mi opi­nión previa y sumaria, pero instado por él a intervenir, consideré que era mi deber recabar informes más com­pletos, es decir, ponerme en contacto con el camarada Molinier sobre estos problemas. Debo insistir que todo este episodio, incluido el viaje del camarada Molinier, es fruto de la iniciativa del camarada Naville, puesto que el camarada Molinier jamás me había escrito acer­ca del conflicto ni había solicitado mi intervención y que yo lo invité por propia iniciativa así como antes había invitado al camarada Naville.

Aunque éste haya considerado posteriormente que mi intervención constituye un acto de entrometimiento (lo que no significa que yo iba a abandonar una activi­dad que ya había iniciado para ayudar a la Liga), no le correspondía promover vuestra resolución, porque no crea que de esta manera, al invitarme a intervenir, él buscara infringir los derechos y deberes de la Liga.

Escribe el camarada Naville: “En la actualidad, la crisis interna de la Liga se encuentra un tanto localizada.” No, al contrario, está en proceso de ser internacionalizada. Lo he podido comprobar a cada paso en el trascurso del último mes, Hace unos días volví a comprobarlo en el episodio húngaro, en la carta de Landau, etcétera. Puesto que vosotros creéis que todos estos problemas se deben resolver a la luz del día en la conferencia nacional no tendré mas remedio que seguir vuestro ejemplo y hacer conocer mi posición sobre toda esta maraña de problemas a los militantes de la Liga, así como sigo el ejemplo del camarada Naville al dirigirme a vosotros con esta carta de explicación.

En cuanto a la situación de nuestra organización internacional, aquí hemos elaborado algunas propuestas que para mí constituyen las reformas mínimas necesa­rias para mejorar la situación de compromiso que existe desde el mes de abril. Desde luego, estaría más que dispuesto a volver a discutir esta cuestión con el camarada Naville, pero pido que analicen nuestra propuesta en vuestro carácter oficial de miembros del Comité Ejecutivo y nos hagan llegar su opinión, para que más adelante podamos adoptar la línea de acción que corresponda de manera enérgica y fraternal ante todas las secciones, con el fin de activar y normalizar nuestro trabajo internacional.

Con respecto a la carta del camarada Landau y la posición del camarada Naville sobre los problemas bas­tante análogos que plantea el conflicto interno en Alemania, considero que es necesario que la representación en el buró (?) o secretariado provisional (?) no sea unilateral, Si el camarada Naville representa el punto de vista de la mayoría del CE, considero necesa­rio que la Oposición rusa también esté representada, Naturalmente, ambos pueden presentarse como repre­sentantes de la Oposición Internacional y actuar de común acuerdo.



[1] La situación interna de la Liga francesa. De los archivos de la Liga Comunista Internacional. Traducido del francés [al inglés] para este volumen [de la edición norteamericana] por Russell Block. Sin firma

[2] Pierre Gourget: uno de los primeros oposicionistas franceses, dirigió una tendencia derechista de la Liga Comunista en 1939-1931. Capituló ante el stalinismo y volvió al PC en 1932.



Libro 1