Logo
Logo
Logo

Escritos Latinoamericanos (compilación, 3ra. edición)

Los países del Caribe

Los países del Caribe

Artículo fechado el 13 de noviembre de 1937. Publicado en Clave Nro. 4, pág. 33, primera época, enero de 1939.

 

Diego Rivera

 

1. El evidente estado semi-colonial (común a todos los países de América Latina), dentro de diferencias provenientes de las características locales, se va agravando en los países insulares del Caribe, que conservan todavía una independencia política nominal, como Cuba, Santo Domingo y Haití, por su mismo carácter geográfico y económico, siendo simples plantaciones y factorías pertenecientes al capitalismo imperialista.

2. En cuanto a Puerto Rico, Jamaica, Bahamas y los otros países insulares más pequeños aún, su carácter no sólo es netamente colonial sino dentro de esta condición de lo más oprimido y explotado e indefenso entre las regiones que padecen tal estado de cosas. Entre estos países coloniales del Caribe, el que presenta mayores posibilidades de revuelta de carácter nacional es Puerto Rico.

3. Después de que el imperialismo norteamericano liquidó los últimos restos del colonialismo español en este Continente, necesitó, para su desarrollo financiero, comercial, naval y militar, convertir determinados puntos de las posesiones arrebatadas a España en verdaderas bases estratégicas para su marina y ejército, que no estuvieran sujetas por conservar una independencia política siquiera fuera nominal, a los vaivenes de la política local. Libre de los sucesos que ocurren en Cuba, Santo Domingo y Haití, en donde el imperialismo ha usado de la pseudo-autonomía pomposamente llamada independencia política. Esta “autonomía” es, por otra parte, utilizada por el imperialismo para capitalizar las contradicciones de lo que puede haber de capitalismo local en las sub-burguesías coloniales y las diferencias de clase entre la población de las posesiones.

4. La antigua posesión española de Puerto Rico, declarada parte integrante de los Estados Unidos de Norte América, como una unidad dentro de la Unión (territorio). Naturalmente, se impusieron a esta “anexión” todas las reservas legales utilizadas contra un país de “color”. Población semejante en esto a las minorías de negros y mulatos oprimidos dentro del territorio de los Estados Unidos. Esto tuvo el doble carácter de una medida política para no proporcionar material de protesta a los negros “ciudadanos americanos” nacidos en los Estados continentales, al mismo tiempo crear dentro del territorio de Puerto Rico un estado de inferioridad que empujara a la población nativa más educada y apta para la auto-defensa económica y política a emigrar de la isla aprovechando su nueva calidad de “ciudadanos americanos”, para tratar de obtener mejores salarios y con ellos un estándar de vida mas alto y un medio mejor de confort y cultura sobre el territorio continental de los Estados Unidos.

5. La emigración dejó en Puerto Rico a los más oprimidos y menos preparados, pauperizando hasta el extremo límite a los trabajadores del campo y la ciudad, obligándolos así a vender lo más barato posible su fuerza de trabajo a los imperialistas norteamericanos. Al mismo tiempo, estos imperialistas vieron aumentadas sus reservas de trabajadores baratos en territorio de los Estados Unidos, con la población de emigrados portorriqueños. La burguesía norteamericana usa cuando le conviene a esos trabajadores baratos como una especie de esquiroles permanentes, potenciales, destinados a amenazar de competencia, continuamente, a los trabajadores norteamericanos organizados que luchan por un mejoramiento de sus salarios y un estándar de vida mejor. 

6. Es pues, preciso apuntar desde ahora, la necesidad urgente de organizar a los trabajadores latinoamericanos residentes en los Estados Unidos, para que puedan y sepan defender sus propios intereses que deben ser los mismos que los de los demás trabajadores de la Unión, cualquiera que sea su origen nacional y condiciones en que los pongan las leyes burguesas del país.

7. Es pues, preciso apuntar desde ahora, que las masas de trabajadores latinoamericanos o afroamericanos, procedentes de los países del Caribe y de todos los demás países de la América Latina, quienes trabajando en los Estados Unidos forman parte integral del proletariado de este país, deben ser el puente y la llave de penetración, conexión y unificación del proletariado latinoamericano con el norteamericano y de éste con aquel. Esta es una de las tareas revolucionarias más urgentes para ser desempeñadas por los bolcheviques leninistas en el territorio americano.

8. Gracias al fenómeno migratorio, señalado anteriormente, puede la ciudad de Nueva York convertirse en el receptáculo para más de 250.000 portorriqueños y todas las demás regiones de los Estados Unidos recibieron grupos más o menos grandes del contingente migratorio portorriqueño que se convirtió, en su mayor parte, en trabajadores industriales y que en todo caso pasó íntegramente a formar parte de las masas laborantes asalariadas de los Estados Unidos. Aunque no con la intensidad del caso de Puerto Rico, este fenómeno se ha efectuado en forma semejante, respecto a todos los países del Caribe sometidos a la esfera de influencia colonial norteamericana. En cuanto a las Bahamas, que son una base naval del imperialismo inglés, una especie de revolver apuntando hacia el corazón mismo de los Estados Unidos, su población ha seguido la misma suerte que la de las islas pertenecientes al imperialismo yanky.

9. Al acentuarse la crisis comenzada después de 1929, y tomar el desempleo en los Estados Unidos un carácter que se podría llamar permanente, ya que fue producido no solamente por la crisis misma, por la baja en la producción y estrechamiento de los mercados, sino también por los enormes adelantos tecnológicos, por el creciente automatismo de la maquinaria industrial que arroja sin cesar fuera de las fábricas más y más millares de obreros, se produjo un movimiento violentísimo contra las minorías alógenas de proletarios que viven en los Estados Unidos; este movimiento fue sostenido no solamente por la prensa reaccionaria de la burguesía y todos los organismos y organizaciones fascistizantes de esta (Ku-Klux-Klanes, American Legion, “Vigilantes”, Liberty League, Caballeros de Colón, etc.), sino también por todo el aparato “laborista”, conservador y reaccionario de la American Federation of Labour. Todos estos emprendieron una campaña tendiente a expulsar de las fábricas, labores agrícolas y empleos de comercio y finanzas a todos aquellos que no fueran “cien por ciento” norteamericanos. Esto dio por resultado, expulsiones en masas de cientos de miles de obreros latinoamericanos.

10. Esa ola de expulsiones arrojó del trabajo primero y del territorio de los Estados Unidos después, usando muchas veces de violencia brutal policíaca a más de un millón y medio de obreros mexicanos. Centenas de millares de trabajadores provenientes de los países del Caribe y miles de centro y sud-americanos quedaron engrosando la masa de los millones de obreros sin trabajo en los Estados Unidos.

11. Los portorriqueños, a pesar de ser su condición “legal” de ciudadanos norteamericanos, se vieron víctimas de la persecución chauvinista en el reparto de colocaciones por falta de empleo y demás medidas de “beneficencia pública”, empleada por la burguesía, para amortiguar en cierta medida el descontento de los trabajadores sin empleo, retardando el desarrollo de su conciencia revolucionaria de clases; los portorriqueños se vieron postergados y maltratados. Encontraron más dificultades y más humillaciones causadas por el aparato burocrático de la Beneficencia Pública que la población trabajadora etnográficamente considerada como anglosajona o de otro origen europeo cualquiera que no fuera la depreciada gente de color o de semi-color, mulatos, cuarterones, mestizos, indios, etc., calificativos con los que se deprecia para provecho del imperialismo norteamericano a los habitantes de las islas del Caribe, México, Centro y Sud-América.

12. Al mismo tiempo que eso sucedía en los Estados Unidos, en Puerto Rico las plantaciones y factorías disminuían su producción y desempleaban gente. El amo norteamericano no trataba mejor a los trabajadores portorriqueños en su isla nativa que en el territorio continental de los Estados Unidos. Aun la pequeño burguesía y la sub-burguesía isleña, sufrieron duramente con ese estado de cosas. Todo eso hizo desarrollar los gérmenes de “nacionalismo anti-imperialista” que en estado latente nunca había dejado de existir en la isla, entre los trabajadores del campo y la ciudad y la pequeño burguesía aplastada, desde la ocupación norteamericana y anexión de la isla al ser aniquilado el poder colonial español y ser puesta en peores condiciones con esto, la sub-burguesía existente ya en la isla.

13. Este movimiento nacionalista está pues basado sobre todo en el descontento profundo de los trabajadores de la ciudad y el campo. Este descontento de base ha sido capitalizado por la pequeña burguesía democrática y profesional y por la sub-burguesía, totalmente aplastada por el poder de la burguesía norteamericana, que naturalmente, ha absorbido lo poco de poder local y relativa autonomía económica que tenia en la isla durante la dominación española, ya que el capitalismo español era débil y decadente.

14. ¿Quiere decir lo anterior, que la pequeño burguesía y sub-burguesía portorriqueña, puedan realizar algunas tareas positivamente revolucionarias nacionales y anti-imperialistas? Indudablemente que no. En Puerto Rico como en Cuba, como en todos los países semi-coloniales de América Latina, desde el Río Bravo hasta el Círculo Polar Antártico, la sub-burguesías y pequeñas burguesías nacionales capitalizan el descontento de las masas laborantes con objeto de fortificar en la medida de lo posible su propio poder y vender su colaboración al mejor precio que le sea dable a los amos imperialistas.

15. Estas circunstancias son el origen del fenómeno político como el ofrecimiento de la actual demagogia “socializante” mexicana. Del nacimiento y crecimiento de partidos que durante un cierto período de tiempo pueden desempeñar determinado papel relativamente progresivo, que contiene sin duda cierto valor revolucionario: tal fue el caso del antiguo partido “Liberal Rojo”, “Anti-reeleccionista” y el “Agrarista” de México; tal es hoy el del “Nacionalista” Portorriqueño, tal es en cierta medida el de la “Joven Cuba” y, con las reservas del caso respecto a la duración condicionada por las circunstancias históricas de su papel progresivo, el del “APRA” (Alianza Popular Revolucionaria Americana, fundada por el grupo peruano encabezado por Victor Raúl Haya de la Torre). Este partido, contiene en sí mismo, y por circunstancias dialécticas claras, los gérmenes de un posible movimiento revolucionario futuro y al mismo tiempo, otro que por su carácter social, puede asegurarse que en el porvenir se desarrollaran en dirección del campo del sub-fascismo latino-americano. En todos esos partidos, el bolchevique leninista tiene tareas que cumplir.

16. Sin creer por un momento que en tales partidos, amorfos y hermafroditas, puede englobarse o siquiera sea mantenerse en contacto permanente con ellos, el Partido Revolucionario del Proletariado, sí debemos considerar la posibilidad de “Frentes Unicos Circunstanciales” con ellos, por objetivos claros por los cuales “marchemos separados para pegar juntos”, y aún es posible considerar la posibilidad de formación de fracciones bolcheviques o trabajo individual nuestro en las alas izquierdas de dichos partidos.

17. El mismo estado de cosas anterior da por otra parte lugar al nacimiento de partidos pseudo-nacionalistas y semi-fascistas en Cuba, los demás países del Caribe y en todo el resto de América Latina. Pero como la inestabilidad permanente de las relaciones económicas y políticas entre las clases de esos países esta determinada no tanto por las leyes del desarrollo capitalista, cuanto por la presión del imperialismo extranjero y por la lucha incesante sobre el terreno de la América Latina de las grandes potencias mundiales, las clases dominantes de estos países tienen un carácter subalterno, semi-colonial, y así como las burguesías latino-americanas no son en realidad sino sub-burguesías, no pudiendo por esto ser jamás nacionalistas, su fascismo no es ni será nunca sino su sub-fascismo, del mismo modo que su “democracia” no es sino una sub-democracia.

18. En los países del Caribe, el proletariado industrial es pequeño y puede decirse que casi en su totalidad vende sus fuerzas de trabajo a empresas con capital perteneciente a los Estados Unidos. El proletariado agrícola, los trabajadores del campo, de las plantaciones de caña y azúcar, tabaco, banana y etc., son más numerosos especialmente en Cuba, pero el noventa y cinco por ciento de ellos dependiente directamente del capitalismo imperialista yankee.

19. Por otra parte, la sub-burguesía y pequeñas burguesías de toda la América Latina no pueden tener realidades “nacionalistas” y “anti-imperialistas yankys”, inglesas u otras, más que hasta el límite en que ese “anti-imperialismo” y “nacionalismo”, llegando más allá de la demagogia amenaza a sus intereses de clase; es decir, la estructura capitalista de las sociedades nacionales enteramente ligadas y dependientes del mismo imperialismo. En consecuencia: ¿puede esperarse de parte de esas sub-burguesías y pequeñas burguesías, aún mezcladas en “Frentes Populares” o partidos hermafroditas como el APRA, la Joven Cuba, el Partido Nacionalista Portorriqueño o el Partido Nacional Revolucionario de México, cualquier capacidad para cumplir tareas progresivas revolucionarias anti-imperialistas? Absolutamente, no. Las sub-burguesías y pequeñas burguesías latino-americanas, no son ni podrán ser jamás, verdaderamente “nacionalistas”. Su llamado nacionalismo en donde quiera que aparezca, no es ni será sino una forma de sub-fascismo, correspondiente al carácter de sub-naciones, o sea países semi-coloniales que son todos ellos.

20. El fascismo, en los países maduros, es un expediente al que recurre la burguesía nacional, sacrificando una parte de su poder para darlo a las masas de la pequeña burguesía y por medio de este movimiento aplastar hasta el aniquilamiento físico, hasta la muerte, a las organizaciones e individualidades revolucionarias del proletariado industrial y del campesinado pobre. Pero en todos los países fascistas europeos, naciones maduras, este estado de cosas toma un carácter definido de impulso colonialista y expansionista, invariablemente, hasta en naciones tan débiles y tan desventajosamente situadas como en Polonia; en el continente americano sólo un país podría estar suficientemente maduro para el fascismo, los Estados Unidos, quienes son ya el país imperialista más fuerte de la tierra.

21. En cambio, en la América Latina, la auto-defensa de la burguesía apoyándose sobre las masas de la pequeña burguesía, no puede realizarse como en Europa o los Estados Unidos, pues tratándose en ellos de una sub-burguesía alojada en sub-naciones, ella está obligada a apoyarse en los poderes imperialistas del capitalismo extranjero. Por eso, en la América Latina, los movimientos llamados fascistas y que en realidad sólo son sub-fascistas, tienen fatalmente, que ser realizados con la complicidad de grupos financieros y políticos del capitalismo extranjero y dar necesariamente como resultado al entregar a ese capital extranjero las riquezas nacionales de la América Latina al apoyarse en él contra las masas obreras y campesinas de ella. Tal es el caso de todos los Batistas del Caribe, como el de todos los Getulios y demás presidenzuelos fascistizantes de todas las Américas: México, el Caribe, Centro y Sud-América. En este continente sólo existe un país que puede ser fascista: el imperialismo yankee.

22. Si todo lo anterior es evidente, ¿cuál es la consecuencia dialéctica del fenómeno para nosotros? Que si las burguesías de la América no son capaces, debido a su dependencia económica y política, de aplastar a las masas obreras y campesinas, sin el concurso del imperialismo, si son incapaces de realizar su crecimiento y consolidación nacionales por la dependencia de él en que viven; por otra parte, el proletariado de la América Latina es necesariamente el único que podría realizar, dado que su desarrollo es rápido [...] cada vez más acelerado las tareas revolucionarias anti-imperialistas que la sub-burguesía y pequeña burguesía son incapaces de cumplir.

23. También es evidente que la pequeña burguesía de la ciudad y del campo nunca podrá ser la clase dirigente para cumplir tales tareas, diluida, por arriba, por abajo, y por los lados en mil ramificaciones, capas de inserciones. Confusa y vacilante esa pequeña burguesía destruirá hoy lo que intentó construir ayer. Pasará de la demagogia más alta de tono al rendimiento servil ante cualquier tiranuelo de opereta, apoyado por el imperialismo. De la historia pseudo-revolucionaria pasará súbitamente a pánico reaccionario. La historia nos presenta ya suficientes ejemplos de estos dolorosos y cómicos desastres en los que han tomado parte toda una serie de partidos revolucionarios de la América Latina.

24. La sub-burguesía y pequeña burguesía de la América Latina, debido a sus características, son un material dócil como la cera, ante los dedos duros y recios de los imperialistas. Se encuentran siempre listas desde el poder, desde las cátedras, la prensa y la tribuna, a empujar a la matanza a los obreros y los campesinos si así conviene a los intereses de los recogedores de excrementos de pájaros, en oposición a los de los extractores de nitratos, o de los extractores de estaño, contra los que pretenden substituirlos en el monopolio del robo de esos productos. Todo esto, para el beneficio de los fabricantes de armas y de municiones de los países industriales imperialistas. Este es el único contenido real de las guerras y escaramuzas “nacionales” que se acostumbran en la América Latina: Perú contra Chile, Bolivia contra Paraguay, etc., y de las cuales el ejemplo más reciente es la matanza de fronteras entre dominicanos y haitianos.

25. Así pues, si por una parte la sub-burguesía latinoamericana no puede actuar a favor de sus intereses de clase sin el concurso de las burguesías imperialistas, por otra parte, dialécticamente, el proletariado de la América Latina no ha podido, no puede, no podrá luchar eficazmente por sus intereses de clase, sino en concurso del proletariado de los países imperialistas. Así pues para los bolcheviques leninistas, no hay ninguna tarea más importante que la de establecer la conexión y más tarde la unificación entre las diferentes partes de la organización proletaria del continente, creando un organismo tan bien construido que cualquier vibración revolucionaria de él acaecida en Patagonia, repercuta inmediatamente como transmitida por un sistema nervioso perfecto, en las organizaciones proletarias revolucionarias de los Estados Unidos. Mientras tal cosa no se realice la tarea de los bolcheviques leninistas en el Continente Americano, no se habrá llevado a cabo.

26. En conclusión: nosotros no nos hacemos ilusiones ni sobrestimamos el grado de preparación actual del proletariado latino americano para las enormes tareas históricas que le ha tocado cumplir. Pero, el joven proletariado latino americano, bajo la presión de la necesidad va a quemar rápidamente las etapas necesarias de su ascensión histórica. Sabrá marchar codo con codo con el de los Estados Unidos que entra ahora en una época de agitación revolucionaria y desarrollo de su conciencia de clase, y que será en el futuro el guía del proletariado de la América Latina y de sus masas campesinas. Al mismo tiempo, la vanguardia proletaria revolucionaria de la América Latina, debe aprender a servirse con el realismo revolucionario que es el sentido mismo del marxismo; de todas las contradicciones entre las clases y partidos dirigentes o semi-dirigentes; para arrastrar a las masas a la lucha, para crear nuevos puntos de apoyo, sobre el plan político y organizacional, para separar las alas progresivas de la pequeña burguesía de su ala derecha reaccionaria, facilitando y acelerando en esta forma la ascensión revolucionaria del proletariado.

27. Es necesario tener presente que en la América Latina, más que en ninguna otra parte, la verdadera política marxista no consiste en oponer las tareas concretas e inmediatas, [a] la perspectiva abstracta de la revolución socialista, sino que consiste en demostrar que todas las tareas de independencia nacional, progreso económico y cultural, elevación del nivel de vida, conducen de modo imperativo, a encontrar que el único capaz de cumplirlas es el proletariado, que por medio de la conquista del poder será el único guía capaz de la nación trabajadora.

28. De modo que no podemos admitir sino una sola solución a los problemas de las masas trabajadoras de América Latina, ya que las tareas revolucionarias que podría haber cumplido la burguesía por no ser sino una sub-burguesía es y será incapaz de cumplirlas, el establecimiento de los Estados Unidos Socialistas de la América Latina por medio de la toma del poder por el proletariado. Para esta toma del poder es indispensable el desarrollo rápido del proletariado latino americano, el que puede ser ayudado y acelerado más todavía por el Partido Revolucionario Obrero Bolchevique Leninista, que dentro de una nueva internacional, la IV Internacional, realizará la unificación proletaria continental. El hecho incontrovertible de que si el proletariado latinoamericano no puede realizar su liberación completa sin la unificación con el de los Estados Unidos, trae aparejado el hecho incontrovertible también de que el proletariado de los Estados Unidos no podrá realzar su liberación contra el poder imperialista sin la colaboración y el auxilio del proletariado latino americano. En consecuencia: si por una parte es posible y probable que la revolución social triunfe primero en los Estados Unidos, esto no excluye de ninguna manera la posibilidad que esta revolución principie en cualquiera de los países de la América Latina, en donde los choques de clases se hayan agudizado más y de allí cundan al resto de ellos; esta revolución, necesariamente de carácter anti-imperialista, puede perfectamente llegar triunfante a constituir los Estados Unidos de la América Latina, y la vanguardia del proletariado debe estar lista desde ahora y continuamente para iniciarla en cualquiera de los países de la América Latina en que las circunstancias objetivas y subjetivas lo indiquen y lo permiten. Esto será primera parte de la tarea total del proletariado revolucionario de América, y tal tarea podrá llevarse a cabo solamente con el concurso revolucionario activo del proletariado del país imperialista, los Estados Unidos, y siendo este país aquel en donde está concentrado en este continente y en el mundo entero la mayor parte de la producción industrial, nuestra revolución continental se realizara hasta su fin, incluyendo a los Estados Unidos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas del Continente Americano.