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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Respuestas al New York Times

Respuestas al New York Times

Respuestas al New York Times[1]

 

 

15 de febrero de 1932

 

 

 

P: ¿Puede darnos su opinión sobre el plan quinquenal y las perspectivas económicas de Rusia?

R: El problema de la industrialización, y especialmente el del plan quinquenal, fue uno de los principales puntos de conflicto entre la fracción de Stalin y la Oposición de Izquierda, a la cual pertenezco. Hasta febrero de 1928 la fracción de Stalin consideraba necesario apoyarse en el campesinado rico y se negaba a obligar a los campesinos a hacer sacrificios en bien de la industrialización. La burocracia se reía del principio mismo de planificación. “Dependemos de la lluvia, no de los planes”, decían. En 1925 publiqué un libro, ¿Hacía el capitalismo o hacía el socialismo?,[2] en el que demostraba que con una dirección adecuada la industria podía alcanzar un incremento anual de un veinte por ciento o tal vez más. Stalin y Molotov consideraron fantásticas estas cifras y acusaron a la Oposición de Izquierda de “superindustrialización”. Estos rápidos comentarios sobre la historia del problema bastan para señalar mi actitud hacia el plan quinquenal: lo considero un avance gigantesco en el desarrollo no sólo de la Unión Soviética sino de toda la humanidad.

P: ¿Cree usted que el desarrollo del plan quinquenal fortaleció o debilitó la posibilidad de construir el socialismo en la Rusia soviética aislada, sin la colaboración de una Europa que siga un proceso similar al de aquélla?

R: Esto plantea el problema del socialismo en un solo país. La inevitabilidad del socialismo surge históricamente de que, actualmente, las fuerzas productivas de la humanidad se han vuelto incompatibles tanto con la propiedad privada de los medios de producción como con las fronteras nacionales, especialmente en Europa. Así como el particularismo medieval frenó el desarrollo del capitalismo cuando éste era joven, ahora, en el apogeo de su desarrollo, el capitalismo se esta estrangulando en los limites impuestos por los estados nacionales. El socialismo no puede confinar a las fuerzas productivas en el lecho de Procusto de los estados nacionales. La economía socialista se desarrollará en base a la división internacional del trabajo, cuyos poderosos fundamentos sentó el capitalismo. La construcción industrial soviética forma parte, en mi opinión, de una futura estructura socialista europea, asiática y mundial; no constituye un todo nacional independiente.

P: ¿Se verá obligada la Rusia soviética a llegar a algún tipo de compromiso con el capitalismo occidental, dado que no puede proseguir aislada con su política socialista? ¿Qué formas asumiría ese compromiso?

R: El “compromiso” entre la URSS y los sistemas capitalistas no es un problema del futuro sino del presente. Ya es un hecho, aunque no muy estable. ¿Qué proceso seguirán las relaciones entre la aislada Unión Soviética y el capitalismo mundial? No es fácil hacer un pronóstico concreto, pero arriesgo el siguiente: el capitalismo europeo está mucho más cerca de la revolución socialista que la Unión Soviética de la sociedad socialista nacional.

P. ¿Cuáles son las perspectivas de las relaciones políticas de la Rusia soviética con los demás países si ese compromiso resulta viable?

R: El gobierno soviético tiene interés en mantener relaciones pacificas. Ya demostró su disposición hacia la paz y la sigue demostrando con todos los medios a su alcance. Es cierto que en París consideran la propuesta soviética de desarme universal como una demostración de las intenciones belicistas de Moscú, mientras que, por otra parte ven en la negativa de Francia a tomar medidas que conduzcan al desarme una expresión de sus intenciones pacifistas. Siguiendo la misma lógica, para la prensa oficial francesa la invasión japonesa a China es una expresión de civilización y la resistencia china una manifestación de barbarie. Según esta lógica los ladrones no son los que se meten en la casa ajena sino los que defienden la propia. Es difícil estar de acuerdo con esto.

P: ¿Cuál es su posición sobre el régimen actual de Stalin y por qué?

R: Para responder esta pregunta tengo que diferenciar claramente dos conceptos: el del régimen soviético como dictadura proletaria y el régimen de Stalin, que es una perversión burocrática del régimen soviético. Con el objetivo de fortalecer y desarrollar el sistema soviético lucho contra el régimen de Stalin.

P: ¿Todavía considera que la fase actual de la revolución bolchevique es “termidoriana”?[3] ¿La posición que expresa en su autobiografía es producto de acontecimientos posteriores a su alejamiento de Rusia?

R: Nunca dije que la etapa actual de la revolución sea “termidoriana”. El concepto histórico de termidor tiene un contenido muy preciso: significa la culminación de la primera etapa de la contrarrevolución victoriosa. En la URSS el termidor no podría significar otra cosa que la llegada al poder de la burguesía, aunque semioculta al principio y en consecuencia la liquidación de la Revolución de Octubre. Nunca, en ningún momento ni en ningún lugar, dije que la Revolución de Octubre estaba liquidada. La prensa stalinista me atribuye persistentemente esta opinión con propósitos que no tienen nada que ver con el interés de dilucidar la verdad. La que afirmé y afirmo es que sobre la base de la Revolución de Octubre surgió un poderoso sector burocrático con muy fuertes tendencias termidorianas, tanto activas como pasivas. Sin embargo, su triunfo está todavía muy lejano. A estas tendencias se opone la lucha por lograr que el Partido Comunista, los sindicatos y los soviets sean independientes y ejerzan un control vigilante sobre la burocracia. No me formé esta opinión después de mi exilio de la Unión Soviética; por el contrario, ésta fue la causa de mi exilio. Una burocracia no tolera ningún ataque a sus puestos de mando. Para Lenin era perfectamente claro el peligro implícito en las tendencias termidorianas de toda burocracia. En 1922, en su discurso al Undécimo Congreso del partido, previno contra este peligro. Mi ultima conversación con Lenin estuvo dedicada a este problema. Lenin me propuso formar un bloque con él contra ese burocratismo, cuyo centro veía, igual que yo, en el aparato del secretariado del partido, dirigido por Stalin; pero la segunda enfermedad de Lenin impidió que se aplicara este plan.

P: ¿Hay necesidad de modificar la dictadura comunista de Rusia? ¿Cómo habría que modificarla?

R: Esta pregunta está estrechamente relacionada con las dos primeras. Demás está decir que los éxitos económicos fortalecieron mucho a la Unión Soviética. Al mismo tiempo debilitaron en gran medida la situación del aparato oficial de Stalin. No hay aquí ninguna contradicción. En primer lugar, toda la población consciente de la Unión Soviética tiene perfectamente claro que los éxitos logrados en la esfera de la colectivización y de la industrialización fueron posibles sólo porque la burocracia stalinista rompió la resistencia de su protegido, el kulakis que se negaba a entregar su producción al estado; de este modo la burocracia se vio obligada a tomar y aplicar el programa de la Oposición de Izquierda. Stalin se apropió de nuestro programa del mismo modo en que el librecambista Macdonald se apropió del programa proteccionista de Joseph Chamberlain,[4] que en su momento también fue cruelmente derrotado en las urnas. Sin lugar a dudas, hoy Chamberlain - me refiero al padre, no al hijo - es más popular en Inglaterra que Macdonald. Es cierto que Chamberlain murió hace mucho; pero los principales dirigentes de la Oposición rusa están vivos. Rakovski sigue atentamente desde Barnaul todo el proceso industrial y político de la Unión Soviética.

Una segunda causa, más importante todavía, del debilitamiento de la burocracia soviética reside en el hecho de que los éxitos económicos elevaron mucho no sólo la cantidad de obreros rusos sino también su nivel cultural, su confianza en sus propias fuerzas y su sentimiento de independencia. Estas características son difícilmente reconciliables con la dominación burocrática. Sin embargo, el aparato stalinista, en su lucha por el predominio, ha llevado hasta sus limites extremos el régimen burocrático. Quiero señalar especialmente lo siguiente: los éxitos económicos como sucede frecuentemente en la historia, no fortalecieron sino, por el contrario, socavaron la situación del estrato dominante. Considero inevitable que haya importantes cambios en los métodos del régimen soviético y en un futuro muy cercano. Estos cambios serán un golpe para la dictadura de la burocracia stalinista e indudablemente allanarán el camino al florecimiento de la democracia soviética, sobre los fundamentos sentados por la Revolución de Octubre.

P: ¿Espera volver a la Unión Soviética? ¿En qué condiciones podría hacerlo y cuál seria su programa?

R: Creo que los cambios mencionados harán posible e inevitable el retomo de la Oposición de Izquierda al trabajo activo en la Unión Soviética.

P: Se dijo que usted llamó a los comunistas de Alemania a apoyar al gobierno de Bruening como medio de evitar el triunfo del hitlerismo. ¿Es cierto? ¿Por qué considera usted que la política actual de los comunistas alemanes es equivocada?

R: Las noticias sobre mi llamado a los comunistas alemanes a apoyar al gobierno de Bruening obviamente son falsas. La prensa stalinista me atribuyó este plan y algunos periodistas que no comprenden la situación recogieron la idea. Yo propuse a los comunistas alemanes aplicar la política del frente único.[5] Los comunistas tienen que proponer a los socialdemócratas y a los sindicatos dirigidos por éstos un programa de lucha práctica común contra los ataques de los fascistas. Las masas socialdemócratas desean muy sinceramente esta lucha. Si los dirigentes se niegan se comprometerán ante sus propios partidarios. Si aceptan, las masas superarán a sus dirigentes en la práctica y apoyarán a los comunistas. Hay que aprender a aprovechar las diferencias existentes en el bando de los adversarios y los enemigos. Sólo con esta política flexible se podrá llegar paso a paso a la meta. La estrategia implica tanto la maniobra como el ataque. No me cabe la menor duda de que el Partido Comunista Alemán, a pesar de la oposición de la burocracia stalinista, aprenderá esta estrategia, la única que permitió al bolchevismo conquistar el poder en Rusia.

P: ¿Cómo ve usted la actual crisis económica mundial y sus implicaciones en el orden social predominante? ¿Todavía considera que la revolución mundial será una consecuencia probable de la crisis, o cree que el capitalismo puede superarla y entrar en un periodo de estabilidad? ¿Cuál seria la situación de la Rusia soviética en este ultimo caso? ¿La crisis económica mundial no planteó a la Unión Soviética la necesidad de revisar su propia política económica?

R: La actual crisis económica es una expresión indudable de que el capitalismo mundial se sobrevive como sistema. Por supuesto, el problema del momento histórico en que será reemplazado por otro sistema se resolverá de manera diferente para los distintos países, y especialmente para las distintas partes del mundo. Aunque la actividad mecánica de las leyes del mercado pueda mitigar la crisis en Europa dentro de uno o dos años, ésta volverá a presentarse en un lapso relativamente breve con fuerza redoblada. Las fuerzas productivas se están estrangulando en las celdas nacionales de Europa. El diletante plan que presentó M. Briand[6] para la unificación de Europa no salió ni saldrá nunca del laboratorio de las cancillerías y los consejos de redacción. Las clases dominantes superarán la crisis a través de una mayor atomización económica de Europa y del fortalecimiento del proteccionismo y el militarismo. En estas circunstancias no veo perspectivas para una estabilización general del capitalismo europeo.

P: ¿Cómo ve usted la posición de Estados Unidos en la actual situación mundial?

R: Creo que, como consecuencia de la presente crisis, el predominio del capitalismo norteamericano sobre el europeo se hará aun más pronunciado. Del mismo modo, después de cada crisis se ve aumentar el predominio de la gran empresa sobre la pequeña, del trust sobre la empresa aislada. Sin embargo, este inevitable avance de la hegemonía mundial de Estados Unidos provocará profundas contradicciones económicas y políticas en la gran república norteamericana. Al imponer sobre el mundo entero la dictadura del dólar, la clase dominante introducirá las contradicciones mundiales en lo que constituye la base de su dominación. La economía y la política de Estados Unidos dependerán cada vez más directamente de las crisis, guerras y revoluciones de cualquier lugar del mundo. Ya no podrá seguir manteniendo formalmente la posición de “observador”. Creo que Norteamérica creará el más colosal sistema militar de tierra, mar y aire que se pueda imaginar. La superación definitiva de su viejo provincianismo, la lucha por los mercados, el crecimiento, el armamentismo, la política mundial activa, la experiencia de la crisis actual: todo esto introducirá inevitablemente cambios profundos en la vida de Estados Unidos. Con toda seguridad surgirá un partido laborista.[7] Puede comenzar a avanzar a “ritmo norteamericano”, llegando a liquidar a uno de los dos viejos partidos, así como desaparecieron los liberales en Inglaterra. Para resumir, se puede decir que la Unión Soviética se norteamericanizará técnicamente, Europa se sovietizará o caerá en la barbarie, Estados Unidos se europeizará políticamente.



[1] Respuestas al New York Times. New York Times, 5 de marzo de 1932, donde se publicó con el titulo Trotsky predice el sovietismo mundial. Esta entrevista se realizó a través de Simon and Schuster, el editor norteamericano de Historia de la Revolución Rusa en 1932-1933, que vendió sus derechos sobre ese libro en la década macartista del 50, cuando los libros de Trotsky no se vendían bien.

[2] En Estados Unidos este libro se publicó con el título ¿Adónde va Rusia?

[3] El termidor de 1794 fue, de acuerdo al nuevo calendario aprobado por la Revolución Francesa, el mes en que los jacobinos radicales, liderados por Robespierre, fueron derrocados por un sector de la derecha de la revolución; aunque abrió un período de reacción política, no llegó hasta la restauración del régimen feudal. Trotsky llamaba termidoriana a la burocracia conservadora stalinista porque creía que su política preparaba el camino para la contrarrevolución capitalista. Modificó su teoría sobre la analogía termidoriana en un ensayo escrito en 1935, El estado obrero, termidor y bonapartismo (reproducido en Escritos 1934-35)

[4] Ramsay Macdonald (1866-1937): primer ministro del primer gobierno laborista británico (1924) y también del segundo (1929 a 1931). En 1931 instó al Partido Laborista a formar un gabinete de “unidad nacional” con los conservadores y los liberales (1931 a 1935). Aunque siguió siendo primer ministro, el poder real del gobierno estaba en manos de Baldwin, mientras que él era ignorado por los conservadores y calumniado por los liberales. Joseph Chamberlain (1836-1914): uno de los primeros partidarios del proteccionismo cuando todavía predominaba en Inglaterra la política librecambista. El hijo al que hace referencia Trotsky era probablemente Austen Chamberlain (1863-1937), conservador, secretario de relaciones exteriores de 1924 a 1929. Se le concedió el Premio Nobel de la Paz por su participación en el Pacto de Locarno y el ingreso de Alemania a la Liga de las Naciones. Pero perdió su popularidad a causa de la ruptura de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y el fracaso de la conferencia de desarme que se reunió en Ginebra en 1927. su hermano, Neville Chamberlain (1869-1940), fue ministro conservador de 1937 a l940 y se le conoce por su política de paz hacia Alemania.

[5] El frente único: táctica utilizada en Rusia por los bolcheviques antes de la Revolución de Octubre y elaborada por el Segundo Congreso de la Comintern (1920). Su objetivo consiste en darle a la clase obrera la oportunidad de luchar unificada contra el enemigo de clase común, aun cuando los trabajadores estén divididos en organizaciones reformistas y revolucionarias. Entre 1928 y 1934 los stalinistas distorsionaron esta táctica convirtiéndola en lo que llamaban “frente único por la base”, que se fundamentaba en la idea de que los acuerdos para la acción en común debían negociarse y aplicarse con la base no con los dirigentes, de las organizaciones no stalinistas; en consecuencia, se entorpeció toda posibilidad de frente único real. Ver en La lucha contra el fascismo en Alemania toda la discusión de Trotsky sobre el frente único.

[6] Aristide Briand (1862-1932): expulsado en 1906 del Partido Socialista Francés por aceptar un cargo en un gabinete capitalista. Fue varias veces primer ministro y delegado en la Liga de las Naciones. El 19 de setiembre de 1929, en un almuerzo diplomático al que concurrieron representantes de veintisiete países, llamó a la implantación de los estados unidos de Europa, ocasión que Trotsky utilizó para escribir un ensayo titulado El desarme y los estados unidos de Europa (Escritos 1929).

[7] Las consideraciones de Trotsky sobre el partido laborista en Estados Unidos desataron una discusión considerable dentro de la Liga Comunista de Norteamérica y entre ésta y otras organizaciones radicales. Unos meses más tarde escribió una carta dedicada exclusivamente a este tema. (El problema del partido laborista en Estados Unidos, 19 de mayo de 1932, reproducida en este tomo). Seis años después, ya organizado el Comité para la organización Industrial (CIO) cambió su posición y urgió a sus camaradas norteamericanos a trabajar por la creación de un partido laborista (ver sus discusiones de 1938 con los norteamericanos en The Transitional Program for Socialist Revolution, Pathfinder Press, 1973). [En castellano: El programa de transición para la revolución socialista, Bueno. Aires, 1974.]



Libro 2