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Boletin Especial (Noviembre 2002)

Trotsky, el historiador. Notas para un estudio

Trotsky, el historiador. Notas para un estudio

 

Gabriel García Higueras*

“... la primera producción importante de Trotski en el exilio fue una obra de historia concreta, caso único en un teórico marxista de su talla . Su Historia de la revolución rusa (1930) sigue siendo en muchos aspectos el más eminente ejemplo de literatura histórica marxista hasta hoy, y la única en la cual la competencia y la pasión del historiador se unen a la actividad y el recuerdo de un dirigente y organizador político, en una importante reconstrucción del pasado”. Perry Anderson, "Consideraciones sobre el marxismo occidental".

 

A manera de introducción

La historia de los pueblos no es pródiga en ejemplos de hombres representativos que dedicaron esfuerzos a creaciones literarias donde se conjugaran la explicación e interpretación de los hechos sociales, políticos y militares en los que participaron en calidad de testigos o actores. Figuras de nombradía en la historia universal como Tucídides, Jenofonte, Julio César, Tácito o Maquiavelo pueden citarse entre ellos. En los tiempos contemporáneos ingresa a esta antigua tradición León Trotsky, quien además de legar una estela política memorable en la historia de la revolución, edificó una obra histórica sobre el acontecimiento de mayor influencia en el curso del siglo XX: la revolución proletaria en Rusia.

Un primer rasgo que observamos de Trotsky en este dominio es que su actuación participa en los dos significados del término “historia”: como res gestae (el acaecer) y como rerum gestarum (el conocimiento acerca de ese acaecer). En el primer nivel, Trotsky aparece como protagonista y testigo de los acontecimientos sociales que cancelaron el pasado feudal de Rusia conduciéndola por las vías de la transformación socialista; en el segundo ámbito, el revolucionario se entrega a la evocación histórica de estos episodios para reconstruirlos e interpretarlos a la luz de la teoría materialista de la historia.

No obstante el valor intrínseco que encierra la creación de Trotsky en el papel de historiador, estimamos que este segmento de su obra no ha sido lo suficientemente justipreciado por la historiografía académica mundial, salvo excepciones 1 . La discusión y controversia acerca de las tesis políticas defendidas por Trotsky en el correr de sus días y de las posiciones que asumió ante el destino de la Revolución Rusa, empañaron el estudio de sus escritos. Las clases dominantes vieron en las ideas de Trotsky amenazas al orden establecido y se relegó a la penumbra el conocimiento de su obra, ignorándose por completo y durante décadas su valía histórica. Ello se vio expresado con mayor evidencia en la Unión Soviética y en los países de Europa central y oriental que se hallaron bajo su influencia por más de cuarenta años, en donde el rígido control de la información implantado por regímenes burocráticos confinó los escritos de Trotsky al index. Recién sería a finales de los años ochenta cuando, por efecto de las mutaciones políticas que se sucedieron en la URSS, hubo de emprenderse el camino hacia la apertura de información. En esa coyuntura tuvo lugar la recuperación progresiva del pasado, y entre los principales nombres que fueron reintegrados a la memoria colectiva figuró el del hombre que presidiera el soviet de Petrogrado en el año 1917. Es significativo destacar en este proceso revisionista de la historia que el primer trabajo de Trotsky publicado íntegramente en Rusia –tras medio siglo de ocultamiento y prohibición– fuera un texto donde aborda hechos y problemas de historia: la “Carta al Instituto Histórico del Partido” de octubre de 1927, que consta en su libro La revolución desfigurada 2.

El epílogo del “socialismo real” abrió una coyuntura propicia para el estudio de las ideas de Trotsky en Rusia dada la publicación en idioma original de todos sus libros importantes, con lo cual comenzó el descubrimiento del material histórico aportado en sus trabajos sobre la revolución soviética y el stalinismo, conocimiento que llevó aparejada una nueva valoración de su papel como historiador.

Se advierte en la vida de Trotsky que desde su juventud profesó un acentuado interés por la historia. Según refiere en su ensayo autobiográfico incursionó por primera vez en el reino de Clío cuando tenía diecinueve años de edad y se encontraba en la prisión de Odesa –luego de su primer encarcelamiento por ejercer actividades propagandísticas– y empezó a desarrollar una investigación sobre la francmasonería, que no completó. En esos mismos días abordaría la lectura de dos folletos de Antonio Labriola, a los que debió su conocimiento y comprensión originarios del materialismo histórico, filosofía que se convertiría desde entonces en el sustento teórico de su pensamiento y práctica políticos y de su producción doctrinaria y científica. Es de hacer notar asimismo que el libro en el que Trotsky se encontraba trabajando en el atardecer de su vida –cuya conclusión se vio truncada por la mano asesina que llegó a penetrar su último reducto en México– era una obra de historia: la biografía de Stalin.

La obra histórica de Trotsky

En el ámbito de la historia hay que distinguir en la obra de Trotsky la existencia de dos géneros: las memorias y los trabajos fruto de su práctica en la investigación. De entre los primeros destacan: 1905, De Octubre a Brest-Litovsk , Sobre Lenin y Mi vida. En el terreno investigativo tenemos, muy en primer término, Historia de la Revolución Rusa, seguida de las biografías de Lenin y Stalin. Asimismo, Trotsky dedicó ensayos a cuestiones contemporáneas donde propone interpretaciones sobre la Revolución Rusa, como lo hace en Lecciones de Octubre (1924), y textos en los que, junto con la exposición de la política soviética, aporta material documental, cual es el caso de La escuela stalinista de la falsificación. La forma de trabajo intelectual y el tratamiento del objeto de estudio es distinto en cada una de estas categorías. Cuando procede como investigador, Trotsky se vale del método histórico: selecciona y confronta los testimonios, ejerce la crítica interna de las fuentes empleadas y desarrolla una minuciosa labor de cotejo de los datos. En los libros de recuerdos, mas bien, lo que pretende es proveer un testimonio personal de los hechos en los que tuvo participación directa, información que, en la mayoría de casos, se encuentra respaldada en documentos. No obstante esta precisión, hay que advertir que gran parte de sus trabajos políticos se hallan anegados de informaciones históricas en conexión con la Revolución Rusa y de analogías que establece con otras experiencias revolucionarias, como la francesa del siglo XVIII.

A continuación proponemos un intento de clasificación de la obra historiográfica del revolucionario marxista de acuerdo a un ordenamiento cronológico, en concordancia con las fases de la Revolución Rusa y de la biografía política de Trotsky. Conforme a dicha pauta, el conjunto de su trabajo en esta área podría ser comprendido en tres etapas que hemos designado:

a.Tras el alba de la revolución (1906-1909)

b. El poder y el sueño (1918-1924)

c. Tiempos de exilio y reacción (1929-1940)

a. Tras el alba de la revolución (1906-1909)

Corresponde a la época en que Trotsky veló sus armas como revolucionario e historiador. Ocurrida la primera Revolución Rusa en 1905, donde le cupiera un destacado rol como propagandista –a la sazón ocupaba la presidencia del Soviet de San Petersburgo–, Trotsky, privado de su libertad, inició un estudio sistemático sobre la historia social de Rusia. Fruto de esa etapa es Resultados y perspectivas (1906), ensayo de contenido teórico en el que expone las particularidades del recorrido histórico de Rusia desde una reflexión dialéctica y en donde enunció originalmente su famosa doctrina de la “revolución permanente”, por la cual previó la orientación general de la revolución.

Más tarde, en el libro 1905, publicado por vez primera en Dresde en 1909, aporta su testimonio como espectador y actor de los sucesos revolucionarios acaecidos en Rusia años antes partiendo de la caracterización de las fuerzas sociales. Pretendió con este trabajo mostrar los caracteres de la lucha asumida por el proletariado contra el régimen zarista y extraer enseñanzas de aquella experiencia política.

b. El poder y el sueño (1918-1924)

A inicios de 1918, a pocos meses de instalados los bolcheviques en el poder, Trotsky escribió un libro de historia en que relató los acontecimientos revolucionarios de 1917 con el propósito didáctico de “explicar a los obreros de todos los países el sentido de la Revolución Rusa efectuada en noviembre" 3. En esa circunstancia, Trotsky ejercía el despacho de Asuntos Extranjeros del primer gobierno soviético y presidía la delegación rusa en las negociaciones de paz con Alemania en la ciudad de Brest-Litovsk. En los espacios de tiempo libre entre las conversaciones diplomáticas, Trotsky redactó este trabajo con el fin de que circulara en el futuro cercano entre los obreros alemanes y austro-húngaros principalmente. Su título fue De Octubre a Brest-Litovsk 4. En aquella época los bolcheviques preveían el inminente estallido de la revolución europea, con cuyo triunfo contaban.

Seis años después, en 1924, luego del fallecimiento de Lenin, se publicó en Moscú un libro de remembranzas pergeñado por Trotsky que intituló Sobre Lenin. En este volumen reúne los escritos que consagró a la memoria de su compañero de luchas políticas. En el prefacio Trotsky precisa que no se trata de una obra acabada sino de esbozos para un trabajo biográfico futuro. Allí se enfoca en particular dos épocas en la vida de Lenin: el que va de 1902 a 1903, que corresponde a la labor en la redacción del periódico Iskra en Londres, y el período inmediatamente precedente y ulterior a la Revolución de Octubre. Cabe recordar que, mediante los recuerdos e imágenes que se inscriben en su testimonio, Trotsky rindió un homenaje personal a Lenin en la época donde se había declarado el culto a su memoria por parte de la dirección staliniana.

c. Tiempos de exilio y reacción (1929-1940)

Derrotada la corriente política que lideró en el seno del Partido Comunista para defender el legado revolucionario marxista y los principios ideológicos de la Revolución de Octubre, Trotsky fue desterrado de Rusia en 1929. En el clima sereno de la isla de Prinkipo, en Turquía, el exiliado produjo con amplitud y solvencia sus más notables trabajos historiográficos. A este lapso corresponde: Mi vida (1929), constituido por las páginas que narran su periplo humano en un esfuerzo por reconstruir los episodios históricos de los que fue actor y testigo y en que delinea retratos psicológicos y políticos de los perso­najes con quienes se vinculó a lo largo de su tránsito vital. Historia de la Revolución Rusa (1931-1933), la obra capital de Trotsky en esta materia, demandó al autor –según propia declaración– tres años de “intensa labor”. Sobre la original interpretación que desarrolla de la historia rusa, explica el proceso dinámico de las relaciones entre las clases y los partidos en el año 1917, enfocando la revolución como resultado de las contradicciones en la sociedad rusa y de la interacción dialéctica de los factores objetivos y subjetivos. En La escuela stalinista de la falsificación (1932) publicó una selección de documentos de la historia del partido bolchevique ocultados por la censura de Stalin. En el señalado libro ejerció Trotsky su derecho de réplica ante las distorsiones de los hechos históricos por parte de la propaganda oficial. Años más tarde, en 1936, apareció en Francia Vida de Lenin, obra en la que nuestro historiador estudia las huellas juveniles de Vladimir Ulianov, de quien expone su desarrollo y formación en relación estrecha con su medio familiar y social y con las principales corrientes revolucionarias de la época 5, En México, en el trecho final de su vida, Trotsky escribió la biografía de Stalin, estudio que no logró concluir y que fuera publicado de manera póstuma en inglés, en 1941 6. En Stalin reconstruye el territorio vital de quien en 1926 le mereció el epíteto de “sepulturero de la revolución”. Para la elaboración de este trabajo utilizó el método de investigación aplicado en las obras ya referidas. Aquí explica fundadamente el proceso político que encumbró a Stalin en el poder. En la valoración del personaje, Trotsky se apoya en numerosos testimonios y contrapone su versión a los relatos magnificadores de las biografías oficiales.

En este ciclo de la vida y obra de Trotsky tuvo lugar la liquidación de todo ápice de oposición política en la URSS y la consolidación de la dictadura personal de Stalin. Cabe recordar, asimismo, que en los años aquí comprendidos, Trotsky se encontraba empeñado en la organización y animación de las facciones antistalinistas expulsadas de los partidos comunistas y, ulteriormente, a partir de 1933, en la que sería su principal tarea política: la construcción de la IV Internacional 7.

Trotsky en el oficio de historiador

Historiador marxista

En Trotsky las interpretaciones acerca de la historia rusa tienen como matriz la concepción histórico-materialista del devenir social. En consonancia con ella, Trotsky sostuvo que el curso de la historia está determinado por leyes internas generales. En ese sentido, la ley del “desarrollo desigual y combinado” –proveniente del marxismo y nominada como tal por Trotsky– fue el instrumento de análisis social por el que dilucidó las características peculiares del desenvolvimiento de Rusia y la clave para explicar porqué era el proletariado y no la burguesía la clase portadora del cambio revolucionario. Por medio de esta ley del desarrollo histórico explicaría, además, la conjunción del programa democrático y el inicio de la fase socialista de la revolución producida en octubre de 1917.

Trotsky percibió que las transformaciones en las bases económicas de la sociedad no bastaban para explicar la dinámica del proceso de la Revolución Rusa. De ahí que prestó marcada atención a los cambios experimentados en la psicología de las clases sociales a efectos de comprender la evolución de la conciencia del proletariado 8. Como historiador marxista sostiene que “el motor de la historia es la lucha de clases” 9 y sobre ese fondo estudia el papel de los partidos y de los actores políticos. El Partido Bolchevique sintetizaba el componente moderno por cuanto su ideología era la más avanzada del pensamiento revolucionario de la época. La crisis en la sociedad rusa había madurado y existían las condiciones políticas y sociales que hacían inevitable la insurrección. El partido fue el instrumento que permitió llevarla a cabo.

En otro respecto interesa exponer algunas apuntaciones breves sobre su visión del rol del individuo en la historia. Se ha afirmado que en la Historia de la Revolución Rusa Trotsky, al evaluar el papel de Lenin como “irremplazable” en los acontecimientos de 1917, contravino su concepción general de la revolución e incurrió en una “ilusión óptica” influida por su experiencia en el momento de escribir la obra 10. Por contraste, advertimos que la evaluación de Trotsky no se apartó de la concepción marxista del proceso histórico. El alcance del factor individual en los acontecimientos –como lo ha explicado de modo cumplido George Novack– está en dependencia de las condiciones históricas. El individuo podrá ejercer una influencia decisiva en las acciones sólo cuando intervenga en el “punto culminante” de una larga evolución que contenga todos los factores objetivos del proceso. El individuo aparece así como el “último eslabón” en la cadena de los acontecimientos 11. De conformidad con esta teoría, Trotsky correlacionó el liderazgo de Lenin en el Partido Bolchevique con el punto crítico de los conflictos sociales para concluir de ello su papel influyente en el triunfo de la Revolución de Octubre.

Acerca de este problema teórico Trotsky escribió:

“Como marxista, sé que la historia se hace según las condiciones materiales. Pero en determinadas circunstancias los hombres pueden llegar a jugar un rol decisivo” 12.

Y añade sobre el particular:

“En octubre de 1917 se daban en Rusia todas las condiciones necesarias para la revolución. Pero sin él [Lenin] dudo de que hubiera ocurrido en ese momento. O tal vez hubiera durado tres años y al entrar en juego nuevos factores quizás se hubiera perdido la oportunidad” 13.

Historiador de la contemporaneidad

Existe una relación activa entre el pasado y presente. Se trata de un diálogo permanente donde el presente es un componente en el estudio del pasado, pues es desde nuestra realidad y sobre la base de los intereses y motivaciones actuales que formulamos las preguntas que guiaran la reconstrucción del pretérito. Ello hace que la obra del historiador, como testimonio de una época, sea en sí misma histórica. Consciente de la interrelación pasado-presente y sabedor de los aportes que el estudio de la historia ofrece en la praxis social, Trotsky produjo una obra histórica acerca de hechos de su tiempo en los que participó de manera activa. Ello le erige en representante de lo que Arthur Schlesinger ha designado “historia presencial”, esto es: la rama de la historia contemporánea conformada por las narraciones de quienes tomaron parte en los acontecimientos. Tales obras –a diferencia de las memorias– están dotadas de un enfoque histórico 14. Al historiar sobre los sucesos de su tiempo, Trotsky emprendió un camino no hollado por la historiografía de la época.

Antes de 1940 se sostenía que los historiadores profesionales no podían investigar su propio tiempo. Este criterio argumentaba que entre el historiador y la época escogida para su estudio tenía que existir cuando menos el lapso de una generación, estableciendo que ello aseguraba la suficiente perspectiva temporal. Contemplando este panorama –se decía– habría de evitarse los prejuicios derivados del presente y se posibilitaría la construcción de un conocimiento histórico más sólido. Se invocaba, además, las limitaciones que la época coetánea imponía al historiador dado el restringido acceso a las fuentes y las deficiencias para recopilar los materiales e interpretarlos. Contrariamente a este enfoque, sostenemos que el historiador que trata de los hechos contemporáneos –debido a su cercanía con ellos– se halla mejor situado que los historiadores de la posteridad tanto para percibir los cambios y las tendencias como para establecer sus causas. Por consiguiente, Trotsky estaba calificado para escribir la historia de la revolución, en virtud de que su actividad fluyó en el centro de aquellos episodios. Así también, su participación en los hechos le otorgaba la ventaja de ejercer una posición crítica respecto a los materiales fácticos seleccionados y de describir de modo vívido el estado psicológico de las clases populares y de presentar con fidelidad los acontecimientos sociales acaecidos en Petrogrado en 1905 y 1917.

Historiador pragmático

La investigación histórica se encuentra estrechamente vinculada a la práctica y a la vida. A ellas sirve y de éstas se enriquece. La función de la historia no se limita a registrar los hechos “tal como sucedieron” –según la clásica formulación de Ranke, premisa metodológica de la historiografía positivista–, sino que permite la comprensión del presente al efecto de saber qué se debe conservar y qué transformar de la sociedad. Y a partir del análisis correcto de los factores implicados y las tendencias del desarrollo hacer una previsión lúcida de los hechos por venir. Desde que aprehendiera el marxismo, Trotsky estimaba que la función social de la historia consistía en las enseñanzas del pasado que reportaran pautas de acción en la realidad histórica inmediata. De ahí que aparezca con frecuencia en sus escritos la palabra “lecciones”. En Historia de la Revolución Rusa dice, por ejemplo: “La historia no tendría ningún valor si no nos enseñó nada” 15.

Existe, pues, en su producción histórica una finalidad pragmática orientada a un proyecto político revolucionario.

Como historiador revolucionario los principales objetivos perseguidos por Trotsky fueron grosso modo:

Contribuir con su obra a la constitución de una conciencia histórica que afirmara la conciencia de clase revolucionaria.

Defender la legitimidad histórica de la Revolución de Octubre.

A partir de la reconstrucción factual, demostrar que la teoría de la “revolución permanente” formulada en 1905 había sido plenamente corroborada por los acontecimientos de 1917.

Restablecer la verdad histórica de los hechos de la revolución que sistemáticamente venían siendo ocultados y desfigurados en la Unión Soviética. La reescritura de la historia en ese país obedeció a un propósito político al servicio de los intereses de la burocracia en el poder 16.

Concibiendo la historia cual arma del combate político, invalidar desde este terreno el cambio de rumbo en la conducción política y económica de la URSS, calificándolo como una reacción al leninismo y a la Revolución de Octubre.

Informar verazmente acerca de su propio rol en la historia de la revolución, que era objeto de tergiversación por la historia oficial ordenada por Stalin.

El problema de la objetividad en el conocimiento histórico

La relación sintética sujeto-objeto establecida en el proceso de conocimiento constituye en sí misma un testimonio de la vida histórica, así lo admite la teoría de esta ciencia. En dicha relación el investigador social tiene un rol activo por cuanto es también objeto de conocimiento. Ergo, el sujeto cognoscente siempre introducirá en el proceso factores subjetivos. Como ser social el historiador está sometido a un conjunto de relaciones y condicionamientos en el marco de una determinada realidad histórica que influirán en su percepción de los hechos y problemas que estudie. Por consiguiente, el conocimiento se halla condicionado socialmente y la objetividad nunca llega a ser absoluta. De ahí que la objetividad del conocimiento pueda construirse por medio de la intersubjetividad social. El historiador que sea consciente de esta variable que afecta su trabajo se encontrará en mejores condiciones de alcanzar una visión del pasado que propenda a la objetividad y de mantener la historia en el rango de ciencia. El trabajo de Trotsky como historiador estaba influido por su “inevitable parcialidad” de “combatiente político” 17 (concebía que la ciencia histórica no era incompatible con la acción política), mas su carácter científico se fundaba en una teoría de la historia y en la aplicación de una rigurosa metodología. A este respecto dice Trotsky en la introducción al segundo y tercer volumen de su Historia de la Revolución Rusa: “... el coeficiente de subjetivismo está definido, limitado, y controlado no tanto por el temperamento del historiador, cuanto por la naturaleza de su método”18.

A este respecto, dedicó Trotsky en 1933 un artículo rotulado “¿Qué es la objetividad histórica?”. Allí dice:

“La historia no es un vaciadero de documentos y sentencias morales. La historia es una ciencia no menos objetiva que la fisiología. Exige un método científico, no una ‘imparcialidad’ hipócrita. Se puede aceptar o rechazar la dialéctica materialista como método histórico científico, pero es menester tenerla en cuenta. La objetividad científica puede y debe ser inherente al método empleado. Si el autor no logró aplicar correctamente su método, hay que señalar exactamente dónde ocurrió” 19.

Y líneas más adelante declara:

“Una obra histórica es científica cuando los hechos se combinan en un proceso total que, al igual que en la vida real, se desenvuelve según sus propias leyes internas” 20.

Trotsky fue consecuente con los principios que enunciara en la realización histórica. Señaló en más de una ocasión que los críticos de su trabajo no podían imputarle un solo error en la presentación de los hechos o en el uso de los materiales. Sin embargo, sí se echa de menos en su obra –especialmente en la Historia– la presentación del aparato crítico exterior que permitiera al estudioso la localización de la documentación empleada. Este defecto se explica por la intención de agilizar la lectura y evitar el abultamiento innecesario del texto. De ningún modo ello obedeció a un propósito deliberado del autor a ocultar sus fuentes, las cuales menciona aunque sin ofrecer las referencias específicas 21. Recuérdese en este punto que la historiografía de Trotsky no estuvo dirigida primariamente a los especialistas sino a un público vasto. El fin divulgador explicaría su modo de proceder en el aspecto formal de su trabajo de investigación histórica.

Consideraciones finales

El tiempo que a Trotsky le tocó vivir y el sistema de ideas al que se adscribiera en su juventud condicionaron su quehacer histórico. De otra parte, su profundo conocimiento de la historia le permitió desempeñar un papel histórico de influencia en la Revolución Rusa, y de esa experiencia excepcional se nutrió su labor como historiador. Su condición de actor, testigo e intérprete de su tiempo cuanto por la perspectiva que adoptara en la reflexión histórica hacen de su obra una muestra sin par en la historia de la Revolución Rusa 22.

Las exploraciones sobre el pasado que Trotsky emprendió dieron como resultado una obra que revela sus cualidades de historiador concienzudo, dotado de una sólida formación teórica y de una admirable destreza narrativa. Era un artista de la palabra y los recursos literarios que empleó infundieron vitalidad a sus estudios históricos otorgando color y movimiento a las escenas de la revolución que recreara con brillantez.

Su estudio de los hechos históricos anclaba en un conocimiento crítico de las fuentes y en la aplicación de una metodología apropiada. Sobre la base de la investigación empírica, el método dialéctico del marxismo proveyó a Trotsky de los principios fundamentales para configurar una teoría de la revolución. Estos aspectos de su trabajo intelectual permitieron que la historización de los episodios en los que estuvo comprometido políticamente concluyeran en una exposición lógica y pormenorizada del proceso de la revolución, de sus hechos, causas y dinámica interna.

En lo tocante a la posición asumida por Trotsky ante los asuntos abordados históricamente habría que decir que fue la idéntica a la que profesó como militante, es decir adoptó el punto de vista determinado por los intereses de clase del proletariado. Según el marxismo tal posición se encuentra abierta al proceso de cambio social y ofrece una mejor perspectiva en la búsqueda de la verdad, por cuanto ésta es para el proletariado una herramienta necesaria para el cambio social 23.

Tomando el pulso a su obra, podemos sostener, en suma, que la actividad de Trotsky como historiador estuvo presidida por los mismos principios de honradez, consecuencia y laboriosidad que rigieran su práctica política.

Por todo lo aquí dicho hemos de concluir que, en este aspecto de su trabajo intelectual, Trotsky es y seguirá representando una alternativa.

Lima, 5 de noviembre de 2002

* Gabriel García Higueras es historiador, profesor en la Universidad de Lima, Perú.

1. Cuando estudiaba la carrera de historia no dejó de llamar mi atención que en importantes trabajos al uso sobre la teoría de la historia y el desarrollo de la ciencia histórica mundial –escritos por reconocidos autores– los capítulos concernientes a la historiografía marxista no incorporasen a Trotsky entre sus exponentes. Véase, entre otros: Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario de análisis histórico, Barcelona, Crítica, 1980; Josep Fontana, Historia: Análisis del pasado y proyecto social, Barcelona, Crítica,1982; Ciro Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Los métodos de la historia, México, Grijalbo, 1977; Jerzy Topolsky, Metodología de la historia, Madrid, Ediciones Cátedra, 1992; Julio Aróstegui, La investigación histórica: teoría y método, Barcelona, Crítica, 1995; Emilio Mitre, Historia y pensamiento histórico, Madrid, Ediciones Cátedra, 1997.

2. Se publicó en el número 7 de la revista Voprosy Istorii, Moscú, 1989.

3. El triunfo del bolchevismo, en León Trotsky, La revolución de Octubre, Barcelona, Fontamara, 1977, p.17.

4. Ha sido publicado también bajo los epígrafes siguientes: El triunfo del bolchevismo y Cómo hicimos la Revolución de Octubre.

5. De la biografía que compusiera de Lenin sólo finalizó los capítulos que tratan de sus años de juventud. En una entrevista concedida en Dinamarca en 1932, Trotsky dio anuncio de un proyecto literario acerca del fundador del bolchevismo, el cual comprendería tres tomos: uno dedicado a su vida, el segundo a la discusión sobre las falsas interpretaciones de sus enseñanzas, y el último tomo, de carácter teórico y político, estaría dirigido a polemizar con los dirigentes del gobierno soviético, a quienes llama desdeñosamente “epígonos” de Lenin. Véase “Entrevista con Social-Demokraten ”, 28 de noviembre de 1932, en Escritos de León Trotsky, 1929-1940. Buenos Aires, Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky”, 2001, Libro 2 1930-1932.

6. El libro está integrado por los capítulos que versan sobre las etapas de la vida de Stalin y un conjunto de textos inconclusos a los que el editor norteamericano dio estructura para su publicación. Esto último motivó una nota crítica de Natalia Sedova, la viuda de Trotsky ,dirigida a la casa editorial Harper & Brothers por considerar que la edición que se dio a dicho material no reflejaba el criterio de Trotsky.

7. Hubo en estos años algunos proyectos de obras históricas que Trotsky no consiguió emprender. Por ejemplo, en 1931 refirió que se proponía escribir un libro sobre el año 1918. Por los sucesos que marcaron ese año (el estallido de la guerra civil, la invasión al país por los ejércitos extranjeros, la fundación del Ejército Rojo, entre otros hechos), Trotsky lo comparó con el de 1793 de la Revolución Francesa. Véase: “Declaración a un corresponsal de Associated Press”, 14 de julio de 1931, en Escritos de León Trotsky 1929-1940. Buenos Aires, Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky”, 2001, Libro 2 1930-1932.

Al año siguiente anunció Trotsky una virtual historia sobre el Ejército Rojo, investigación que no llevó a término. Del mismo modo, Isaac Deutscher menciona en su biografía de Trotsky que hacia 1933 existía un proyecto de historia sobre la guerra civil en Rusia.

8. Así lo expone Trotsky en el prefacio de Historia de la Revolución Rusa.

9. “Entrevista concedida a Osaka Mainichi”, 24 de abril de 1929, en León Trotsky, Escritos. Bogotá, Pluma, 1977. Tomo I (1929-1930) Volumen 1, p. 148.

10. Esta observación crítica pertenece a Isaac Deutscher y se encuentra en el capítulo titulado “El revolucionario como historiador” de su biografía Trotsky. El profeta desterrado (1929-1940).

11. George Novack desarrolla este tópico en el capítulo titulado “De Lenin a Castro. El problema del individuo en el proceso en el proceso histórico” de su libro Para comprender la historia, Bogotá, Pluma,1978.

12. “Entrevista con Social-Demokraten ”, 28 de noviembre de 1932, en Escritos de León Trotsky 1929-1940. Buenos Aires, Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky”, 2001, Libro 2 1930-1932.

13. Loc. cit. De manera más categórica se pronunció Trotsky en su Diario de 1935 cuando escribió: “Si ni Lenin ni yo hubiésemos estado en Petrogrado, no habría habido Revolución de Octubre: la dirección del partido bolchevique la habría impedido, de esto no me cabe la menor duda”. Citado por Isaac Deutscher en Trotsky. El profeta desterrado (1929-1940). México, Ediciones Era, 1975, p. 226-227.

14. Arthur M. Schlesinger, hijo, “El historiador como partícipe”, en Facetas, Vol. 8, N° 1, 1975, pp. 49-58.

15. Leon Trotsky, The History of the Russian Revolution. Introduction to Volumes Two and Three. Marxists Internet Archive.

16. Sobre la falsificación histórica en la Unión Soviética, Trotsky escribió en el otoño de 1932:

“La revisión de los principios del bolchevismo condujo irreversiblemente a la revisión de la historia del bolchevismo. En particular, lo que ahora se llama historia de la Revolución de Octubre es una elaboración totalmente artificial y contradictoria que se centra en los problemas privados y personales de las figuras destacadas del mundo político actual y no en la reconstrucción y explicación de los hechos del pasado”. “Nuevamente Stalin testimonia en contra de Stalin, en Escritos de León Trotsky 1929-1940. Buenos Aires, Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky”, 2001, Libro 2 1930-1932.

17. La expresión es de Trotsky y se encuentra en su artículo “Propuesta al director de una publicación norteamericana” En: León Trotsky, Escritos, Libro 2 1930-1932. Buenos Aires, Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky”, 2001.

18. León Trotsky, The History of the Russian Revolution, Marxists Internet Archive.

19. León Trotsky, “¿Qué es la objetividad histórica?”, 1° de abril de 1933. En: León Trotsky, Escritos. Tomo IV (1932-33) Volumen 2. Bogotá, Pluma, 1979, p. 273.

20. Ibidem, p. 274.

21. En el prólogo de su Historia de la Revolución Rusa precisa que para escribir ese libro se sirvió de numerosas fuentes: periódicos, revistas, memorias, actas, materiales manuscritos y los trabajos editados por el Instituto para la Historia de la Revolución en Moscú y Leningrado.

22. Existen expresivas opiniones de intelectuales de diferentes épocas y lugares acerca del elevado concepto que les ha merecido la obra de Trotsky. A este respecto recordaré tan sólo que el ilustre historiador de la república peruana, Jorge Basadre (1903-1980) calificó la Historia de la Revolución Rusa de “magistral”, diciendo de esta obra que era “uno de los más grandes libros del siglo XX”. Jorge Basadre, El azar en la historia y sus límites, Lima, Talleres Gráficos P.L. Villanueva, 1973, p. 32.

23. Esta idea está desarrollada con amplitud en: Adam Schaff , Historia y verdad, México, Grijalbo, 1974; Michel Lowy, “Objetividad y punto de vista de clase en las ciencias sociales”, en Michel Lowy et al. Sobre el método marxista, México, Grijalbo, 1973.