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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Un nuevo avance

Un nuevo avance

Un nuevo avance[1]

 

 

21 de enero de 1930

 

 

 

La Verité apareció con formato más grande. La “célula” de Prinkipo la recibió con alborozo. Al mismo tiempo, La Lutte[2] pasó a ser una revista teórica men­sual. Ambas se complementan en el cumplimiento de un mismo y único fin. ¡Es un avance importante!

En Francia existe hoy en día abundancia de publica­ciones cuasi comunistas y ex comunistas. Una de ellas tuvo la franqueza de quitar de su nombre el rótulo de “comunista”. Bienvenida sea. No sólo en farmacología sino también en las organizaciones los rótulos deben co­rresponder al contenido. No hay razón alguna para calificar de comunistas a quienes, siguiendo a Loriot[3] caen en el sindicalismo pasivo. Es cierto que R.P.[4] considera “revolucionario” su sindicalismo. Pero es notorio que la palabra “revolucionario” -sin princi­pios básicos, sin programa- resulta de bastante fácil acceso, sobre todo en Francia.

Le Cri du Peuple[5] cae en otra categoría. Si nece­sitáramos un espejo que refleje toda la confusión teóri­ca y política creada por un régimen de epígonos, utilizaríamos el periódico de la oposición sindicalista. Es­ta publicación tiene tanta importancia como una frase dicha al pasar. Ninguno de sus participantes perma­necerá en ese nivel mucho tiempo. Algunos volverán al campo revolucionario; a éstos los volveremos a ver. Otros recorrerán todo el camino hasta el sindicalismo “puro”, es decir, el sindicalismo burgués.

Casi no vale la pena mencionar otra publicación cuasi “comunista" y cuasi “oposicionista", que no refleja nada y no sirve a nadie... salvo a ciertos indivi­duos cuyas pretensiones no se apoyan en nada.

Antes de la aparición de La Verité, no faltaron los profetas que predijeran su fracaso. Algunos genios tra­taron de sacar conclusiones “profundas” de su propia deserción, y declararon que, en términos generales, en la actualidad no se dan las condiciones para la existen­cia de un partido comunista. No obstante, La Verité crece, se fortalece, y además ha adquirido un valioso aliado de lucha, como es La Lutte de Classes. La Verité mejora y gana en personalidad. No podemos menos que estar de acuerdo con nuestro camarada N.[6] de China, que no hace mucho tiempo nos escribió desde Shangai que La Verité de París y The Militant de Nueva York son las mejores publicaciones con que cuenta en la actualidad la Oposición de Izquierda Internacional.

Loriot, al que lamentablemente ya nada le queda de revolucionario ni de marxista, cree que el comunismo no tiene el menor futuro. ¿La prueba? La Oposición no hizo el menor avance en Francia en los últimos cinco años. ¡He ahí la filosofía de la historia de un hombre que pierde pie!

La vanguardia proletaria, y con ella el marxismo, vivió más de un período de decadencia. A muchos Loriots de 1907-1910, les parecía que el bolchevismo es­taba condenado al fracaso. El ultimo lustro fue una época de errores atroces de la Internacional Comunista y derrotas de la revolución internacional. Los resultados afectaron severamente a la izquierda.

Hoy somos débiles, sí; pero, ¿por qué? Porque el proletariado alemán sufrió una tremenda derrota en 1923, porque las aventuras de Bulgaria y Estonia culmi­naron en sendas derrotas, porque en 1926 los sindicalis­tas ingleses -aliados con Stalin- destruyeron una poderosa movilización revolucionaria de masas, porque en ese mismo año el Partido Comunista de Polonia jugó un papel lamentable[7], porque en 1927 Chiang Kai­-shek -con ayuda de Stalin y Bujarin- aplastó la revo­lución china, porque en toda una serie de países el pro­letariado sufrió derrotas menos dramáticas pero no menos profundas y porque en la URSS la burocracia ahogó al partido. ¡Por todo eso, hoy la izquierda es débil! Pero por tremendos que parezcan, los aconteci­mientos que acabamos de enumerar son transitorios. Debemos darnos una política a largo plazo.

Sin embargo, la debilidad de la Oposición de Iz­quierda obedece a otra razón, más específica pero muy importante. En una serie de países, en Francia sobre todo, ingresaron al partido, junto con los revoluciona­rios auténticos, elementos fortuitos, vale decir indivi­duos cansados y desilusionados o, peor aun, pretencio­sos comunistas de salón, inútiles para cualquier lucha revolucionaria seria y que por su conducta sólo pueden manchar la bandera de la Oposición a los ojos de los obreros.

Quienes más frecuentemente representaron a la Oposición rusa en el extranjero fueron estos elementos fortuitos, que en no pocas ocasiones concertaron alianzas fortuitas, apoyaron publicaciones fortuitas y ayuda­ron a cimentar reputaciones fortuitas. Todo esto provo­có un estado de confusión que los obreros no tuvieron oportunidad de analizar. La prensa oficial stalinista publicó las maquinaciones individuales de tal o cual inadaptado que entró a la Oposición por casualidad como si representaran las posiciones de la Oposición en su conjunto. De esa manera la prensa oficial perpetúa y fomenta el caos ideológico, siendo éste el único modo como la burocracia dominante puede proseguir su existencia.

La Verité ha introducido o, dicho más modestamen­te, ha comenzado a introducir el orden en medio de este caos. En el breve lapso que lleva de existencia, confirmó que la agrupación Verité no es fortuita, que constituye ahora el núcleo fundamental de la Izquierda comunista en Francia y que la consolidación de los ele­mentos comunistas de vanguardia se producirá alrede­dor de esta agrupación.

Pasados los arduos esfuerzos de la primera época, la recolección de fuerzas avanzará con velocidad crecien­te. Los obreros revolucionarios, que buscan una direc­ción revolucionaria correcta, deben convencerse en base a su propia experiencia de que - al revés de lo que afirman las mentiras y calumnias stalinista-, la Opo­sición no los hará caer en el sindicalismo, ni los llevará hacia la derecha y el reformismo, y que de ninguna ma­nera quiere reiniciar la historia desde el año cero, cons­truir un partido nuevo en un sitio nuevo, como si la guerra, la Revolución de Octubre y la creación de la Tercera Internacional no hubieran ocurrido.

No sólo dentro del partido, numéricamente débil, sino también alrededor de él, entre sus simpatizantes y entre el millón de personas que lo votan, hay miles y decenas de miles de obreros que han aprendido mucho, que hicieron una experiencia importante y se sienten profundamente perturbados por la política funesta de la dirección de la Internacional Comunista. Sólo les falta contemplar sus experiencias a la luz de la teoría para convencerse de que comparten las posiciones de la Oposición. La Verité, de la mano con La Lutte de Classes, les aportarán claridad política.



[1] Un nuevo avance. Con autorización de la Biblioteca de la Universidad de Harvard. Traducido del ruso [al inglés] para este volumen [de la edición norteamericana] por Marilyn Vogt. Uno de los párrafos apareció en The Militant, 1º de marzo de 1930 con el título La Verité and The Militant.

[2] La Lutte de Classes (La lucha de clases): sucesora del periódico Clarté (Claridad) editado por Pierre Naville, era uno de los varios voceros de la Oposición francesa que existían antes de que Trotsky fuera exiliado en 1929.

[3] Ferdinand Loriot (1870-1932): fundador, junto con Maurice Paz y otros, del grupo de oposición que publicaba Contre le Courant (Contra la corriente), pero luego renunció totalmente al comunismo y se unió a la Liga Sindicalista. Trotsky se refiere probablemente a Contre le Courant cuando, dos párrafos más abajo menciona “otra publicación cuasi ‘comunista’ y cuasi ‘oposicionista’”. Su último número lleva como fecha octubre de 1929.

[4] R.P es La Révolution Prolétarienne (La revolución proletaria), publica­ción de la Liga Sindicalista.

[5] Le Cri du Peuple (El grito del pueblo): periódico publicado por un bloque de monattistas y militantes del POP.

[6] Liu Jen-ching (n.1899): dirigente de la Shi-yue she (Sociedad de Octubre), grupo de la Oposición de Izquierda china. Firmaba sus artículos en la prensa de la Oposición con le letra "N".

[7] El papel lamentable que jugó el PC de Polonia en 1926 consistió en haber apoyado el golpe de estado del mariscal Pilsudski. Trotsky pronunció un discurso al respecto, que aparece en Escritos 1932 con el título Pilsudskismo, fascismo y el carácter de nuestra época.



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