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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Carta al señor Puntervold

Carta al señor Puntervold

Carta al señor Puntervold[1]

 

 

15 de setiembre de 1936

 

 

 

Estimado señor Puntervold:

 

Con respecto al intercambio de notas diplomáticas, que amenazan a mi persona, entre los gobiernos sovié­ticos y noruego, quiero dejar sentada mi posición y las siguientes observaciones de la manera más concisa posible:

1. El gobierno soviético no considera la posibilidad de exigir mi extradición. ¿Por qué? Se trata de asesina­to e intento de asesinato. La existencia de una conspira­ción terrorista en la que yo supuestamente participé -digo, que supuestamente dirigí- ya es cosa "demostrada". Las pruebas deben de haber sido incontrover­tibles; caso contrario, no hubieran podido fusilar a die­ciséis hombres. ¿Por qué no exigieron mi extradición antes de iniciar el juicio? ¿Por qué, una vez iniciado éste, procedieron con ritmo tan febril? ¿Por qué se niegan a presentar las pruebas de mi culpabilidad tanto a los abogados extranjeros como a los tribunales norue­gos? Si así hubieran procedido, hubieran logrado dos ventajas importantes: 1) de un solo golpe hubieran disi­pado las dudas del mundo civilizado acerca del juicio; 2) el supuesto conspirador, que soy yo, hubiera sido en­tregado a la justicia y castigado. Pero no lo hicieron. ¿Por qué? Porque no tienen la menor prueba, ni siquie­ra un milésimo de prueba. Porque se trata de una acusación deliberada y cínicamente falsa, que no re­siste a la menor crítica independiente, por remota que sea. La posición diplomática de Moscú -no exigir mi extradición, sino mi expulsión- es prueba de la banca­rrota que acusa la justicia soviética. Esto deberá servir para esclarecer a la opinión pública.

2. Mi hijo, como yo, fue declarado culpable sin que mediara una acusación formal. Se dice que él escogió a los inverosímiles terroristas de la Gestapo y los envió a Moscú. La residencia actual de mi hijo es en Francia. Pero el gobierno soviético envía notas "hostiles" ­únicamente al gobierno noruego, no al francés. ¿Por qué? ¿Acaso porque Francia con sus colonias es más grande? ¿Es lícito medir la justicia en kilómetros cuadrados? ¿Acaso temen un repudio enérgico por parte de Fran­cia? No quiero ahondar en esto. Simplemente quiero dejar constancia de un hecho muy importante: Moscú ha tratado de presionar únicamente al gobierno no­ruego.

3. Desde luego que responderé al gobierno noruego desde el punto de vista exclusivamente legal, no político. La posición de Moscú es, en esencia, la siguiente: Trotsky organiza atentados terroristas; exigimos su expulsión. El gobierno noruego responde: lo hemos recluido. No faltarán intérpretes que digan: el gobierno soviético lo recluyó debido a sus actividades "terroris­tas". Pero las verdaderas circunstancias son muy dis­tintas.

Las autoridades noruegas iniciaron el proceso legal contra mí antes de que se conociera públicamente el primer despacho de Tass sobre el juicio que se iniciaba. Ni el jefe de policía, ni el juez auditor, ni el ministro de justicia dijeron una sola palabra sobre los atentados "terroristas". El informe (¿acaso queja?) de la Oficina Central de Pasaportes, que fue el fundamento para mi reclusión y la de mi esposa, sólo hace mención de mis actividades político-literarias, en los siguientes términos:

"La Oficina Central de Pasaportes considera que las actividades de Trotsky no violan las estipulaciones de su visa en la medida que se trate de análisis históricos o principalmente científicos de problemas sociales, económicos o políticos...

"Sin embargo, si estas observaciones se refieren a situaciones políticas actuales o recomiendan lineamien­tos para la acción en semejantes situaciones, la Oficina Central de Pasaportes considera que sus actividades literarias son actividades políticas incompatibles con las estipulaciones de su visa de residencia."

Más abajo:

"La Oficina Central de Pasaportes cree que hay razones para suponer que las actividades de Trotsky, du­rante su residencia en Noruega, efectivamente incluyen declaraciones y consejos relativos a situaciones políticas del momento y que se puede caracterizar esto como una violación de las condiciones estipuladas para la re­sidencia. Esto surge claramente de, entre otras cosas, un artículo periodístico que aconseja construir soviets en Francia para fomentar una movilización revoluciona­ria ininterrumpida."

Por lo tanto, la Oficina Central de Pasaportes no me acusa de querer derribar los soviets rusos en alianza con la Gestapo, sino más bien de querer ayudar a crear soviets en Francia mediante artículos y cartas. En otras palabras, fui recluido porque, como autor, escribo dentro del espíritu de la Cuarta Internacional; lo cual sig­nifica que sigo fiel a mi concepción del mundo. Me parece que es de importancia cardinal dejar constancia de este hecho, para evitar toda interpretación falsa y ter­giversada de las razones de nuestra reclusión.

4. En la última nota del gobierno soviético se dice que el gobierno noruego "es el único responsable de las consecuencias de la prolongación de la estadía de Trots­ky en Noruega." Superficialmente, podría considerarse que esta frase no es sino una fórmula diplomática destinada a encubrir una retirada. Opino que esta posi­ción seria temeraria y estúpida.

En el espejo de la opinión pública mundial el juicio de Moscú aparece como un rotundo fracaso, no obstante lo cual, hay dieciséis fusilados. Los "líderes" no pueden permitir que el asunto termine aquí. Así como el miserable fracaso del primer juicio de Kirov, en enero de 1935, obligó a la GPU a preparar un segundo juicio (tal como yo vaticiné públicamente en su momen­to), ahora no les queda otra alternativa que descubrir nuevos "intentos de asesinato", nuevas "conspiraciones", etcétera, para apuntalar sus acusaciones en mi contra. Además, deben tratar de trasladar mi base de operaciones "terroristas" de Copenhague a Oslo. Se abre un nuevo capítulo en el libro de las amalgamas.

5. En este sentido debemos plantear la siguiente pregunta: ¿Por qué la GPU, en todo este asunto, recu­rrió al desafortunado ardid de mencionar a Copenha­gue, donde permanecí apenas ocho o nueve días? Hu­biera sido mucho más astuto de su parte ubicar las reu­niones "terroristas" en Turquía, donde residí durante cuatro años y medio. La respuesta es evidente: necesi­tan a Copenhague como paralelo o preludio de Oslo, es decir, como medio para presionar al gobierno noruego. Pero, como usted bien sabe, el paralelo los hizo quedar como unos imbéciles. No pueden salir de esa situación sin inventar una amalgama nueva. Habrá nuevos juicios. Nuevos provocadores ya habrán puesto manos a la obra. Este es el significado de la oración relativa a la respuesta del gobierno noruego.

6. ¿Cómo hará la GPU para crear una amalgama en Oslo? Reconozco que no lo sé. Quizás la propia GPU no lo sepa todavía. En todo caso, no será fácil. Pero hay que hacerlo, porque es demasiado lo que está en juego para los líderes.

Sólo puedo sugerir algunas hipótesis acerca de los posibles lineamientos de la GPU:

a. Entre los dieciséis fusilados no había un solo "trotskista": provocadores aparte, todos habían capitu­lado ya en 1928-29 y a partir de entonces fueron mis más enconados adversarios. Por mi parte, durante ocho años traté a estos capituladores como traidores y per­sonas sin carácter a través de la prensa. Estas personas, que durante años se arrastraron en el polvo ante la burocracia dominante, eran como cera en manos de la GPU. Pero en la URSS hay trotskistas auténticos. Miles de ellos pueblan las cárceles desde 1928. Hasta el momento esta gente no ha servido para las amalga­mas de la GPU. Esto explica la monstruosa "paradoja" (por no llamarlo por su verdadero nombre: disparate) de que yo no haya realizado mis actividades terroristas trabajando estrechamente con mis verdaderos amigos y partidarios, sino con capituladores hechos y derechos y con adversarios resentidos. Todos ellos eran enemi­gos míos: en el juicio lo demostraron más allá de toda duda.

Como dije más arriba, los auténticos trotskistas no han resultado aptos para las amalgamas de la GPU hasta el momento. Pero después del juicio se les pondrá una pistola en la sien y se les presentará el siguiente ultimátum: "confesar" o morir. Posiblemente algunos se dobleguen bajo la presión infernal y posteriormente se les utilice para una nueva farsa judicial. ¿De qué tipo? No puedo saberlo.

b. El fusilamiento de los dieciséis, los suicidios, el encarcelamiento de muchos miles, la muerte por hambre de decenas de miles más, la insufrible campaña de provocaciones: todo esto bien puede provocar el sur­gimiento de tendencias terroristas auténticas entre la juventud. Siempre ha sido así en Rusia, y podría volver a ocurrir. Al igual que en el caso de Nikolaev, la GPU trata de atizar las flamas del terrorismo con todas sus fuerzas. De esta manera podrá desembarazarse de un funcionario destacado que se encuentra incómodo en su papel y al mismo tiempo iniciar un nuevo juicio contra los "trotskistas".

El arte de la GPU consistirá en encontrar nuevos Olbergs, Berman-Iurins, etcétera, que habrán recibido instrucciones directamente desde Oslo. ¿Quién sabe, señor Puntervold, si algún agente de la GPU no se acer­ca a usted de la manera más cordial para preguntarle sobre el estado de mi salud y luego el mismo canalla atestigua que visitó a Puntervold para recibir instruc­ciones de Trotsky, escritas con tinta simpática, para perpetrar atentados terroristas? Lógicamente, "por razones de seguridad" habrá quemado las instruccio­nes posteriormente. Para completar su testimonio tam­bién podría robar algunos sobres con membrete de su escritorio (en todo caso, las técnicas de la GPU no se­rán inferiores a las de los nazis noruegos). El juicio reciente de Moscú no pudo aportar "pruebas", pero eso no les impidió fusilar a dieciséis.

Alguien podría decir que, después de la experiencia de los dieciséis que pagaron sus confesiones falsas con sus vidas, nadie colaborará con un juicio similar. Ilu­siones. El juicio de los dieciséis no fue el primero de su tipo ni será el último. Los que están en manos de la GPU no tienen opción y, para colmo, la GPU dirá a los vacilantes: "Fusilamos a los otros porque realmente eran terroristas, pero como tú eres inocente, no tienes nada que temer." Y así sucesivamente.

Por eso digo que, desde el punto de vista de la diplo­macia, la camarilla de Stalin se batió tácticamente en retirada (en ese momento no les quedaba otra alter­nativa), pero sólo para mejorar sus posiciones para el ataque estratégico. Ese es el significado de la amenaza insolente al gobierno noruego, su "plena responsabili­dad" por mis "actividades terroristas". Sapienti sat [basta saber].

Con mis mejores saludos,

 

León Trotsky



[1] Carta al señor Puntervold. Del Archivo del Movimiento Obrero, Estocolmo. Traducido del noruego [al inglés] para esta obra por Russell Block. Parte de la carta, donde se vaticina un nuevo juicio de Moscú, apareció ese mismo día en la prensa. Mientras Trotsky estuvo bajo arres­to domiciliario, su correo fue censurado y una parte retenido sin su cono­cimiento. El 2 de setiembre se lo trasladó a Sundby y se le prohibió recibir visitas, excepto la de su abogado noruego Michael Puntervold Asimismo, se le prohibió escribir en ruso. El 12 de octubre le escribió a Sedov en francés: "Perdóname que no te envíe el artículo sobre el juicio que te prometí para la próxima edición del Biulleten. Por supuesto que no se debe a falta de deseos de mi parte..., pero tengo confianza en que ustedes dirán todo lo necesario acerca de esta amalgama ruin.’’ La carta apareció sin fecha en Biulleten Oppozitsii, Nº 52-53, octubre de 1936, la misma edición que publicó el largo artículo de Sedov sobre el juicio de Moscú.



Libro 4