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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

La liga frente a un giro

La liga frente a un giro

La liga frente a un giro[1]

 

 

Junio de 1934

 

 

 

1. Para un revolucionario, no basta con tener ideas correctas. No olvidemos que El capital y el Manifiesto comunista ya establecieron ideas correctas, sin que ello impidiera la propagación de ideas falsas. La tarea del partido revolucionario consiste en fundir esas ideas correctas con el movimiento obrero de masas. Solo de este modo pueden las ideas transformarse en fuerzas motrices.

2. Un periódico y sus. lectores no bastan para formar una organización revolucionaría. Uno puede escribir y leer artículos revolucionarios día y noche y según, en realidad, fuera del movimiento revolucionario. Se pueden dar buenos consejos a las organizaciones obreras... desde fuera del campo de juego. Esto ya es algo, pero no basta para constituir una organización revolucionaria.

3. Aunque las condiciones de vida dentro de la Internacional Comunista son muy poco normales, la Oposición de Izquierda se habría desarrollado si hubiese seguido en contacto con el movimiento de masas. Pero el aparato stalinista aisló automáticamente a la Oposición desde que la misma dio los primeros pasos de su existencia. De este modo se alcanzaron dos resultados: 1) se ahogó la vida interna de la Comintern, y 2) se privó a la Oposición de la necesaria esfera de acción política.

4. La Liga (como otros sectores) se vio obligada a desarrollarse como grupo propagandístico aislado. Esta circunstancia determinó tanto su aspecto positivo (su honesta y sería adhesión a los principios) como su aspecto negativo (la observación del movimiento obrero desde fuera). En el curso de la elaboración de los principios y métodos de la Oposición de Izquierda, se impuso el lado positivo de la Liga. En nuestros días, en que hace falta poner en circulación el capital acumulado, el lado negativo amenaza con transformarse en cuestión decisiva.

5. La dirección de la Liga ha confiado la distribución (del periódico) a una empresa capitalista. Para un grupo de literatos, la distribución significa una pesada carga. Para una organización revolucionaría, se trata de una importante palanca. ¿Cómo es posible que quienes se preparan seriamente para la lucha la entreguen al enemigo? El movimiento revolucionario se compone de docenas, de cientos de diversos tipos de tareas "técni­cas" tan "poco interesantes" como ésta. Sin un trabajo preparatorio minucioso y asiduo es imposible iniciar la formación de una milicia o realizar un paro, y mucho menos alcanzar la huelga general o la insurrección. Así, pues, toda organización revolucionaría que no pueda (o, mejor dicho, que no quiera) hacerse cargo de la distribución [de su periódico], renuncia en ese acto y por adelantado a la ejecución de tareas más com­plicadas.

6. En relación con el Partido Socialista, la Liga ha demostrado no sólo insuficiente iniciativa, sino también un obstinado sectarismo. En vez de asumir como tarea la de crear una fracción dentro de la SFIO tan pronto como se manifestó una crisis en su seno, la Liga exigió que todo socialista se convenciera de la corrección de nuestras ideas y dejara su organización de masas para unirse al grupo de los lectores de La Verité. Para crear una fracción interna habría sido necesario seguir al movimiento de masas, adaptarnos al medio, llevar a cabo tareas cotidianas menudas. Pero precisamente en este campo decisivo la Liga hasta el momento, no ha sido capaz, con muy pocas excepciones, de avanzar en lo más mínimo. Se permitió la pérdida de mucho tiempo valioso. Tras la demora de todo un año el Comité Político plantea ahora una tarea: "crear una fracción interna”. No; eso ya no es suficiente. La situación exige medidas más decisivas.

7. Las críticas, las ideas, las consignas de la Liga son en general correctas, pero particularmente inadecuadas en el actual período. Las ideas revolucionarias deben cotidianamente volverse vivas por medio de la experien­cia de las masas mismas. Sin embargo, ¿cómo podría la Liga explicar esto a las masas, cuando ella misma está separada de la experiencia de aquéllas? Es necesario agregar, por otra parte, que varios camaradas ni siquie­ra ven la necesidad de tal experiencia. Les parece suficiente formarse una opinión en base a los relatos periodísticos que leen, y luego expresar esos conceptos en artículos o charlas. La verdad es que hasta las ideas más correctas escapan por completo a la atención de las masas, cuando no reflejan directamente su pensa­miento y acción.

8. En ese caso, ¿estará en quiebra la Liga? Esta conclusión sería absolutamente falsa. Resulta obvio que los éxitos de la Liga son mucho menores que lo que anhelábamos; mucho menores que lo que podrían haber sido sin las limitaciones de un conservadurismo abstrac­to. No obstante, y a pesar de los inmensos obstáculos, no hay duda de que se han logrado algunos éxitos. La Liga ejerció y ejerce cierta influencia sobre las ideas y las consignas del movimiento obrero en su conjunto (frente único, milicia obrera, unidad sindical). Pero son preci­samente esos éxitos, cuando se los considera a la luz de la situación global, y particularmente de las tácticas cambiantes de los aparatos burocráticos, los que señalan la necesidad de que la Liga efectúe un nuevo y decisivo giro. ¿Hacia dónde? Hacia las masas.

9. A corto plazo, la situación general en Francia coloca a todo el movimiento obrero consciente ante una tarea: o en el curso de seis meses, un año o quizá dos el proletariado destruye al fascismo y da un tremendo paso adelante en todos los frentes de la lucha por el poder, o él será destruido, y toda Europa se transfor­mará en escenario de la tiranía fascista y la guerra. La presión de esta terrible alternativa ha forzado a am­bos partidos obreros a iniciar la marcha acelerada hacia el frente único. Pero, en el sentido más estricto, esta gran victoria plantea a la Liga, en toda su amplitud, la gran cuestión: ser o no ser.

10. La reunión conjunta del 2 de julio ofrece un panorama notablemente claro de la situación creada. Tal como la Liga lo predijo con tanta insistencia, ya el primer paso hacia el frente único despertó un entusiasmo extraordinario en las masas. La posi­bilidad de lograr la victoria por ese camino está fue­ra de toda duda. Sin embargo, ni los stalinistas ni los socialistas aprovecharon la unificación para plan­tearse metas de lucha más avanzadas; por el contrario, unos y otros volcaron sus energías en hacer que las masas se den por satisfechas con el solo hecho de la unificación. Ayer el mayor peligro era el del sabotaje al frente único. Hoy el peligro mayor reside en las ilusiones sobre el frente único, estrechamente relacionadas con las ilusiones parlamentarias: las notas diplomáticas, los discursos patéticos, los apretones de manos, el bloque sin contenido revolucionario... y la traición a las masas. En esta reunión simbólica, la Liga no consiguió que le dieran la palabra. Y no por casualidad, ya que en todo el próximo período vamos a enfrentar el programa de acción de esas dos burocracias.

11. Ese programa puede llevarse a la práctica sólo porque la Liga sigue aislada de las masas. El intento de romper la costra de este aislamiento mediante el inter­cambio de notas diplomáticas con el Comité Central o la asistencia a las sesiones del Consejo Nacional del socialismo no es más que una maniobra destinada a disfrazar la desfavorable relación de fuerzas. Esto en modo alguno es digno de nosotros. La relación de fuerzas debe ser cambiada y no disfrazada. Es nece­sario ir a las masas. Es necesario que hallemos un lugar para nosotros dentro del frente único, es decir dentro de los marcos de alguno de los dos partidos que lo componen. En la realidad práctica, eso significa dentro de la SFIO.

12. ¿No constituye esto una capitulación ante la Segunda Internacional? Esta queja puede plantearse con más justicia contra los stalinistas. No bien llegaron a la conclusión de que era preferible la democracia, en veinticuatro horas y por orden de Litvinov, renunciaron a la teoría del socialfascismo,[2] y hasta abandonaron toda crítica a sus nuevos amigos. Nosotros, en cambio, no tenemos a qué renunciar. Nos reducimos a admitir honestamente que nuestra organización es demasiado débil como para atribuirse un papel práctico indepen­diente en las luchas que se están entablando. Al mismo tiempo, y como buenos revolucionarios, no queremos quedar fuera del juego. En 1848, Marx y su débil organi­zación comunista entraron en el partido democrático. Justamente para no quedar fuera del juego, Plejanov[3] trató de unir su grupo "Emancipación de la clase obrera’ con el grupo "Voluntad del pueblo" (Narodnaia Volia), con el cual había roto por cuestión de principios sólo cinco anos atrás. Por razones distintas y en situa­ción diferente, Lenín aconsejó al Partido Comunista de Inglaterra unirse al Partido Laborista.[4] Por nues­tra parte, hemos estado dispuestos a formar una nue­va internacional con el SAP[5] y el OSP.[6] También aconsejamos a nuestros camaradas británicos unirse urgentemente al ILP[7] y algunos de ellos siguieron nuestra sugerencia. ¿Ha sido eso una capitulación? En modo alguno. Ahora estamos empeñados en aplicar y desarrollar la misma política en Francia.

13. Sea como fuere, ¿no hemos proclamado, acaso, la necesidad de crear un nuevo partido y una nueva internacional? Este programa conserva por entero su vigencia. Pero jamás hemos dicho que íbamos a dete­nernos a rumiar hasta el momento en que la Cuarta Internacional se reuniera en torno de nosotros. Siempre declaramos que los medios para su creación son com­plejos y que no tienen el mismo carácter en los distintos países, tal como ocurrió con la Tercera Internacional. Hace un año, el camarada Trotsky nos recordó particu­larmente el ejemplo francés. Allí, y pese a la ruptura de los bolcheviques con la Segunda Internacional, toda su sección fue ganada para la creación de la Tercera. No conocemos ley alguna que declare imposible la repetición de un Congreso de Tours.[8] Por el contrario, muchas de las actuales condiciones indican la posibilidad de esa repetición.

14. ¡Pero en ese caso, la SFIO no nos aceptará!. Es muy probable que los grandes personajes se opon­gan. Pero la mayor parte de las organizaciones locales estará con nosotros. Dentro del partido la lucha de tendencias sigue su curso. El ala izquierda se pondrá de nuestro lado, nuestros lazos con esa ala izquierda se reforzarán. Y los acontecimientos parecen volcarse en favor de la izquierda.

15. Y nosotros, ¿acordaremos mantener la disci­plina? Si hemos de trabajar dentro de sus filas, manten­dremos la disciplina. Nos desarrollaremos como frac­ción. A cambio de eso, nos pondremos en contacto con decenas de miles de trabajadores y tendremos derecho a participar en la lucha y en la discusión, al mismo tiempo que la oportunidad. particularmente indispensable para nosotros, de probar a diario nuestras ideas y consignas en las acciones de las masas.

16. Sin embargo, ¿nuestro ingreso a la SFIO no implica el peligro de que caigamos en la adaptación oportunista y en la degeneración? Sin duda. Pero sería ingenuo creer que podemos escapar de este peligro por medio del autoaislamiento. Hoy la Liga es indepen­diente, pero su posición sobre la política de la SFIO contiene, lamentablemente, elementos de inadmisible adaptación. No es obligatorio insultar a los dirigentes; pero es absolutamente necesario denunciar el peligro de una actitud puramente decorativa frente a la "lucha contra el fascismo", como la expresada en las columnas de Le Populaire (o l’Humanité).[9] El proletariado enfren­ta a un enemigo mortal, preparado para cualquier circunstancia y que, de ser necesario, se armará hasta los dientes. La vanguardia obrera debe desarrollar en sus filas y entre las grandes masas una inconmovible preparación para la lucha, una voluntad de hierro, un espíritu de disciplina revolucionaria, una combatividad militar. Los desfiles arreglados de antemano, las manifestaciones con permiso policial y otras acciones simbólicas de ese tipo sólo tienden a adormecer la vigilancia y la fuerza de voluntad de los trabajadores. Se necesita una organización para el combate; se necesitan batallones de acero; se necesitan instructores y oficiales. Hay que desarmar al enemigo, barrerlo de las calles, aterrorizarlo. La tarea de la Liga -tanto si se mantiene independiente como si se une a cualquiera de los partidos del frente único- exige imperiosamente que dé a los trabajadores una explicación tan franca, clara y honesta como lo requieren la seriedad de la situación y los deberes que de ella emanan.

17. En ese caso, ¿cuál ha de ser nuestra posición en lo que respecta al Partido Comunista? A través del frente único tendremos con él un contacto más estrecho que antes. Habrá que tener bien claro el hecho de que el PC es capaz de provocar en la SFIO una descompo­sición tan grande que deje de significar ventaja alguna para la revolución. Es notorio que ése fue el resultado de la coalición entre el PC de Inglaterra y el ILP. Pero si podemos intervenir efectivamente tendremos una nueva e invalorable oportunidad de influir sobre el núcleo proletario del PC. De este modo puede surgir un poderoso sector favorable a la Cuarta Internacional.

18. Pero el partido proletario debe ser indepen­diente. Así es; sin embargo, la Liga no es todavía un partido. Es un embrión, y todo embrión necesita abrigo y alimento para desarrollarse.

19. Pero, ¿si... y entonces... y si? Es imposible preverlo y prevenirlo todo. Es necesario comprender la situación claramente para determinar las tareas v proceder a su realización. En el término de seis meses podemos perder para siempre la oportunidad que se nos ofrece ahora. Debemos ver las cosas desde la perspectiva del corto plazo.

20. Para concluir: dice el Corán que la montaña fue al profeta. El marxismo aconseja que el profeta vaya a la montaña.



[1] La Liga frente a un giro. Internal Bulletin, Liga Comunista Norteamericana, Nº 16, setiembre de 1934. Traducido de un boletín interno de la Liga francesa; no se encontró ningún ejemplar que informe la fecha; probablemente fue escrito en julio de 1934. Estaba firmado "Vidal", seudónimo que Trotsky había utilizado en el pasado; circuló junto con varios artículos de miembros de la Liga francesa en los que se discutía la propuesta de unirse a la SFIO y a su grupo juvenil. En ese momento, el verano de 1934, la socialdemo­cracia francesa estaba en ebullición. A fines de 1933 habla abandonado la SFIO un grupo de derecha, los Neos o Neo-socialistas; los sectores de izquier­da ganaban influencia en el partido, especialmente entre la juventud; e inclu­so la dirección tradicional, que rodeaba a León Blum, hacia declaraciones desusadamente radicales. A diferencia del Partido Comunista, la SFIO permitía a sus miembros formar fracciones que pedían presentar sus posiciones dentro del partido e incluso publicar periódicos y revistas. En el congreso que se reunió en Toulouse en mayo de 1934 se invitó a reintegrarse al partido a grupos de izquierda que lo habían abandonado o habían sido expulsados antes de la ruptura de los Neos. La SFIO tenía alrededor de ciento veinte mil afilia­dos, mientras que el PC, según algunas estimaciones, tenia entre veinte y treinta mil, y según otras no pasaba de los doce mil. La CGT, influida por e. PS, reunía un millón de obreros; la CGTU, dirigida por el PC, unos setenta mil. Trotsky creía que a la Liga le podía reportar grandes ventajas unirse rápidamente a la SFIO y trabajar en ella disciplinadamente para difundir sus ideas. El 2 de julio los dirigentes de la SFIO y del PC se reunieron para tantear las posibilidades de acción común; a fin de mes iban a firmar un pacto comprometiéndose a la acción común contra el fascismo y la represión. Inmediata­mente se comenzó a especular sobre la posibilidad de la "unidad organizares decir la fusión de ambos partidos. Trotsky veía en estos acontecimientos una razón más para la entrada inmediata a la SFIO, ya que toda tendencia que estuviera fuera del frente único o de los partidos unificados quedaría mas aislada que nunca, y los dirigentes del PC harían todo lo posible para que la Liga no participara. Sin embargo, las opiniones de los dirigentes de la liga acerca de la propuesta de ingreso ala SFIO estaban divididas; algunos, como Pierre Naville, se oponían vigorosamente. Estos factores explican el "tono” de los artículos de Trotsky que giran alrededor de esta discusión. Pero sus cri­ticas ala Liga no eran nuevas. En setiembre de 1933. poco después de llegar a Francia, donde tuvo oportunidad de observar cómo respondía la dirección francesa a la resolución de bregar por una nueva internacional. Escribió una crítica a la "organización, disciplina y dirección" de la Liga, en muchos aspec­tos paralela a la que planteó en esta oportunidad, en julio de 1934 (ver Es hora de terminar, Escritos 1933-1934).

[2] La teoría del "social-fascismo", un engendro de Stalin, sostenía que la socialdemocracia y el fascismo no eran antípodas sino gemelos. Dado que los socialdemócratas no eran más que una variedad del fascismo y que casi todo el mundo, excepto los stalinistas, también lo eran (liberal-fascista, sindical-fascista o trotsko-fascista), al stalinismo le era inadmisible hacer frente único con cualquier Otra tendencia, contra los fascistas comunes y corrientes. Ninguna otra teoría pudo serle más útil a Hitler en los anos previos a su conquiste del poder en Alemania. Finalmente abandonaron la teoría en 1934. Sin tener la decencia de dar una explicación, y pronto empezaron a cortejar no sólo a los socialdemócratas sino también a políticos capitalistas como Roose­velt y Daladier, a los que todavía a principios de ese ano llamaban fascistas.

[3] Jorge Plejanov (1856-1918) rompió con los narodnikis (populistas) rusos y fundó el movimiento marxista ruso. Fue maestro de Lenin y Trotsky. Posteriormente degeneró, apoyó al gobierno zarista durante la Primera Guerra Mundial y en 1917 se opuso a la Revolución Bolchevique. A pesar de eso, Lenin recomendaba mucho sus primeras obras, especialmente las filosóficas.

[4] Ver El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo de Lenin

[5] El Partido de los Trabajadores Socialistas de Alemania (SAP) se formó en octubre de 1931. después que los socialdemócratas expulsaron a varios iz­quierdistas encabezados por Max Seydewitz. En la primavera de 1932 se rom­pió la Oposición Comunista de Derecha (KPO, los brandleristas) y ochocientos militantes dirigidos por Jakob Walcher entraron al SAP. cuando Seydewitz y algunos otros fundadores se retiraron, los ex brandleristas asumieron la dirección del SAP, que alegaba contar con catorce mil miembros, su número se redujo mucho, después que Hitler llegó al poder. En agosto de 1933, en una conferencia que se reunió en París organizada por la IAG (Comunidad Internacional del Trabajo), el SAP firmó junto con la Oposición Internacional de Izquierda la Declaración de los Cuatro, que proclamaba la necesidad de luchar por una nueva internacional Trotsky planteó la fusión de la sección alemana de la ILO con el SAP, pero los dirigentes de éste pensaron que ese paso obstaculizaría sus esfuerzos por ganarse al Partido Laborista Noruego (NAP) y se negaron. Posteriormente el SAP se convirtió en un activo adversa­rio del Movimiento por la Cuarta Internacional

[6] El Partido Socialista independiente de Holanda (OSP) también firmó la Declaración de los Cuatro en 1933. En 1935, después de romper con su ala derecha, el OSP se unió con el Partido Socialista Revolucionario para formar el Partido Revolucionario Obrero y Socialista (RSOP) de Holanda. Lo que Trotsky señalaba respecto al SAP y al OSP es que es admisible trabajar dentro de la misma organización con tendencias con las que no se estás totalmente de acuerdo. y a menudo es necesario hacerlo

[7] El Partido Laborista Independiente (ILP), fundado en 1893, influyó mu­cho en la formación del Partido Laborista británico, al que estaba afiliado y en el que frecuentemente se ubicaba a la izquierda. Expulsado del Partido Laborista en 1931, durante algunos arios se sintió atraído por el stalinismo. Pero a mediados de la década del 30 se afilié a la centrista Comunidad Internacional del Trabajo (IAG). Posteriormente volvió al Partido Laborista.

[8] El congreso de la SFIO de 1920 se celebró en Tours; una mayoría de delegados votó por la afiliación a la Tercera Internacional, dando origen así al Partido Comunista Francés. La minoría, dirigida por León Blum y Fauré. rom­pió y siguió funcionando como SFIO.

[9] Le Populaire: era el diario de la SFIO, l’Humanité el del PC. Para abreviar a veces se los llamaba Popu y l’Huma.



Libro 4