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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Cómo ganar a la juventud socialista

Cómo ganar a la juventud socialista

Cómo ganar a la juventud socialista[1]

 

 

27 de abril de 1936

 

 

 

Estimado camarada:

 

Por desgracia, no pude redactar el artículo que us­ted me solicitó. Primero, por falta de tiempo, y segundo, porque no quise escribir una sarta de perogru­lladas y realmente no estoy lo bastante familiarizado con sus actividades, planes y oportunidades como para comentarlas.

Aunque no estoy muy al tanto de la situación en Holanda (desgraciadamente no leo holandés), me pa­rece que el principal terreno de actividad debería ser la juventud socialdemócrata y los sindicatos reformis­tas, como hace un año. Con esto no quiero decir que la Guardia Juvenil Leninista deba renunciar a su indepen­dencia. Pero para evitarlo, hace mucho tiempo debería haber construido una fracción importante en la juven­tud socialdemócrata. Temo que ya se ha perdido dema­siado tiempo.

Usted dice que el punto de partida de la milicia obrera será una organización deportiva independiente, y señala correctamente: "Nuestras organizaciones serían mucho mejores que las organizaciones deporti­vas socialdemócratas." Sin embargo, esta observación justa revela el carácter utópico del plan. Sois superio­res a la socialdemocracia en el terreno de las ideas re­volucionarias, del programa, no en el de los recursos financieros, la técnica, la capacidad atlética. Siendo así, ¿cómo podríais construir organizaciones deportivas mejores? Lo propio es cierto para los sindicatos. Hay muchos ejemplos históricos de pequeños grupos re­volucionarios que se convierten en organizaciones políticas importantes, inclusive decisivas. Pero no conozco un solo caso de pequeños grupos que hayan podido construir con éxito sindicatos rivales, por no hablar de organizaciones deportivas. La juventud debe estudiar la historia para evitar los viejos errores. Necesitamos la mayor firmeza ideológica, el pensamiento revolucio­nario más penetrante y claro, no para aislarnos secta­riamente de las organizaciones de masas existentes, sino para trabajar en ellas sin perder nuestra perspec­tiva.

La juventud socialdemócrata de todo el mundo entra en conflicto con los viejos jefes en los partidos y sindi­catos. Si los representantes de la Cuarta Internacional toman una actitud sectaria, purista y negativa, los jó­venes reformistas que tratan de desplazarse hacia la izquierda caen bajo la influencia del stalinismo. En cambio, si nuestra gente -en lugar de dedicarse a admirar su propia pureza- encuentra su lugar en las organizaciones de masas, la juventud que se desplaza hacia la izquierda entra en contacto con el antistalinismo, es decir, con el marxismo.

En España, donde nuestra sección aplica una línea política despreciable, los jóvenes, que empezaban a interesarse en la Cuarta Internacional, fueron dejados para los stalinistas. En Inglaterra, donde nuestra gente tardó en participar, los stalinistas se han convertido en la fuerza más importante dentro de la juventud del Partido Laborista y nosotros ocupamos el segundo puesto. En Bélgica, nuestros camaradas ganaron un sector importante de la juventud, opusieron la mayoría al stalinismo y abrieron nuevos terrenos para su actividad. Pero en Bruselas, donde Vereecken y su grupo permanecieron al margen, el ala izquierda del Partido Laborista y la juventud han caído bajo la in­fluencia de los stalinistas. En Estados Unidos, donde nuestros camaradas aplicaron una línea política muy justa, ya hemos ganado un sector importante de la juventud socialdemócrata. Quien se niegue a tener en cuenta estas hechos sólo cometerá errores.

Querido camarada, sus juicios con respecto al partido norteamericano se basan en informes equivocados. Nuestra gente ya ingresó a las organizaciones so­cialistas. La dirección todavía no lo ha hecho por razo­nes tácticas. Y es posible que lo hayan hecho ya. Nues­tros camaradas norteamericanos han tomado una medi­da muy audaz. Están tan decididos y tienen tanta confianza en sí mismos que contemplan el porvenir con mucha confianza y hasta los más enconados entre los viejos adversarios [del entrismo] realizan con entusias­mo sus tareas en el Partido Socialista. No esperan ga­nar una minoría, sino a la mayoría del partido para nuestras ideas. Naturalmente que no puedo formarme una opinión desde tan lejos, pero conozco bien a nues­tros amigos norteamericanos y confío plenamente en ellos, sobre todo teniendo en cuenta que iniciaron el entrismo con tanta decisión y unanimidad. Corresponde­ría que nuestros camaradas holandeses criticaran me­nos y estudiaran más la experiencia de Estados Unidos, para adaptarla a la situación de su país.

Debo reconocer que lo que usted dice acerca de "formar bloques con las organizaciones juveniles" no me resulta demasiado convincente. Las organizaciones grandes rara vez forman bloques con los grupos pe­queños, y con razón. Por otra parte, los grupos peque­ños no extraen ningún beneficio práctico del juego con los bloques: nuestra experiencia belga lo demuestra ampliamente. Si los dirigentes de una organización de algunos cientos de jóvenes se reúnen una o dos veces por mes con los dirigentes de las organizaciones de masas, esto halaga su vanidad, pero no les brinda oportunidades. Es necesario ganar las bases a los dirigen­tes, no dedicarse a la diplomacia con los dirigentes.

 

Con mis mejores saludos,

Fraternalmente,

L. Trotsky

 

P.D. Usted interpreta la carta del camarada Braun en el sentido de que es necesario construir un partido in­dependiente en Bélgica, cueste lo que cueste, para mantener nuestra independencia. Pero no es así, de ninguna manera. Nuestros camaradas de Charleroi renunciaron temporalmente a su independencia for­mal, para ampliar su campo de acción. Lograron éxitos incuestionables. Pero, dado que actuaron como re­volucionarios y no como oportunistas, se produjo un conflicto político de gran importancia. Ahora se trata de seguir hasta el fin. Porque aunque no somos sectarios que en ningún caso (jamás y en ningún lugar) de­seamos entrar a las organizaciones reformistas, tampo­co somos como el SAP, que apenas entra a una organi­zación de masas se niega a salir, es decir, está dispues­to a sacrificar lo que queda de sus principios políticos. Es necesario comprender el significado profundo del verbo maniobrar: ¡el movimiento revolucionario sólo es movimiento cuando no está parado!

 

L.T.



[1] Cómo ganar a la Juventud Socialista. Het Kompas, 23 de enero de 1952. Traducido del holandés [al inglés] para esta obra por Russell Block. Het Kompas era el boletín interno de la sección holandesa de la CI. Es una carta a Bep Spanjer, dirigente del sector de la juventud holandesa que siguió en el RSAP después de que un sector pasó al SAP (véase nota 196). Participó en la fundación de la Guardia Juvenil Leninista (LJG) en octubre de 1935 y fue su secretario internacional. La LJG siguió a Sneev­liet cuando éste rompió con la Cl en 1938.



Libro 4