Por la defensa de los revolucionarios soviéticos[1]
17 de julio de 1935
Al Secretariado Internacional
Estimados camaradas:
1. Es muy importante el hecho de que Action Socialiste aprobara la propuesta de formar una comisión internacional para juzgar los actos terroristas perpetrados contra elementos revolucionarios en la Unión Soviética. Creo que debemos desarrollar una gran campaña internacional en torno al problema. El SI podría publicar un manifiesto al respecto. Tal vez podría hacerlo en nombre de la Cuarta Internacional. Sea como fuere, no debe haber demoras. Opino que nuestro llamado debe ser breve y su tono frío y totalmente "objetivo’’:
Hay una escalada de medidas terroristas contra los elementos comunistas y los antiguos colaboradores de Lenin (el asunto de Zinoviev, el caso de Yenukije).[2] Las acusaciones que la prensa oficial y oficiosa (Deutsche Rundschau) de la Comintern lanza contra los revolucionarios viejos y jóvenes se vuelven cada vez más monstruosas y difíciles de creer. (Tal vez ciertas citas del Rundschau). Ni siquiera los grandes periódicos de la Comintern se atreven a reproducir las acusaciones del Rundschau. No obstante, se las utiliza para sentenciar y ejecutar a distintos individuos. Gran desasosiego y preocupación y muchas veces indignación, cunden en las filas del proletariado internacional. Para disipar la desconfianza creciente, el gobierno soviético está obligado a demostrar con hechos y documentos que realmente se trata de una lucha contra enemigos del estado obrero y no de una guerra de exterminio librada por una camarilla burocrática contra sus opositores y críticos. Esto sólo puede lograrlo una comisión internacional que garantice tanto total objetividad como lealtad al estado obrero y al proletariado mundial.
Este es sólo un índice aproximativo del contenido. La tarea Consistiría en ganar el apoyo de distintos grupos, organizaciones e individuos. Para este fin es completamente lícito colaborar con organizaciones centristas respetables. Si se emprende el proyecto con energía, tal vez se logre crear una organización internacional de ayuda.
2. Todavía no hemos recibido el manifiesto. El suplemento sobre Estados Unidos podría generar la sospecha de que mediante frases generales se trata de lograr el apoyo propio y de otros a una posición sobre la lucha de las distintas tendencias en el WPUS.[3] Si los autores del suplemento no tuvieron esa intención, tanto mejor.
3. Acerca de la composición del Consejo General: es evidente que todas las secciones deben estar representadas en el mismo, inclusive aquellas que no tienen representación en el Secretariado Internacional. En mi carta anterior no mencioné a algunas secciones porque no tenía en claro su composición.
Por ejemplo, en la sección alemana: ¿Bur, Johre, Fischer o Nicolle deben ir como miembros del SI?[4] Es necesario consultar con la propia sección respecto de los dos camaradas que conviene incorporar. No conozco la situación de España, Grecia y América Latina. Sea como fuere, todos los grupos importantes, o los que tengan camaradas aptos para ello (inclusive nuestros amigos polacos), deben tener representación en el Consejo General. En el período de ilegalidad, cuando resulte imposible convocar congresos plenos, el poder de decisión recaería en el Consejo General.
4. Es hora de estudiar la experiencia belga con toda atención. Ya resulta claro: en lo esencial, nuestros amigos belgas tienen razón. Un fuerte conflicto con Marteau es la mejor garantía para evitar la degeneración stalinista del ala izquierda del PS.[5] Con el tiempo esa ala del PS adquirirá una importancia muy distinta en Bélgica que en Francia. Dicho sea de paso, el ejemplo belga demuestra que, al hacer entrismo en los partidos reformistas o centristas, lo importante no son los derechos legales sino mas bien la situación política dentro y fuera del partido. Ampliaré esto en la carta a los camaradas polacos.
[1] Por la defensa de los revolucionarios soviéticos. Con autorización de la Biblioteca de la Universidad de Harvard. Sin firma. Traducido del alemán [al inglés] para esta obra por Maria Roth.
[2] Grigori Zinoviev (1883-1936): primer presidente de la Comintern (1919-26), ayudó a Stalin a iniciar la cruzada contra el trotskismo en 1923, desde 1926 formó un bloque con la Oposición de Izquierda hasta que fue expulsado del partido en 1927. Capituló, fue readmitido, pero nuevamente expulsado en 1932. Volvió a arrepentirse, pero en 1935 fue acusado junto con otros dieciocho de conspirar para el asesinato de los dirigentes soviéticos y de responsable moral del asesinato de Kirov. Sentenciado a diez años de prisión. El primer gran juicio de Moscú (agosto de 1936) lo sentenció a muerte y fue ejecutado. Abel Yenukije (1876-1937): elegido secretario del Comité Ejecutivo Central Panrruso de Soviets en 1918. Fue arrestado en marzo de 1935 y acusado de inmoralidad. Posteriormente fue ejecutado por espía. Véase el artículo de Trotsky ’’Tras los muros del Kremlin" (8 de enero de 1938) en Portraits, Political and Personal (Pathfinder Press, 1977).
[3] La condición impuesta por el Comité Nacional del WPUS para firmar la Carta Abierta fue el agregado de ciertas frases referidas a Estados Unidos. En esos momentos la dirección del WPUS se encontraba inmersa en una fuerte polémica en torno a las posiciones de la tendencia sectaria de Hugo Oehler, que se oponía por principio al entrismo en los partidos socialdemócratas.
[4] Jan Buhr y A. Johre: dirigentes trotskistas alemanes exiliados. Fischer podría ser Ruth Fischer u Oskar Fischer (Otto Schuessler), otro dirigente trotskista alemán exiliado y secretario de Trotsky en Turquía y Méjico. O. Fischer y Johre rompieron con la Cuarta Internacional durante o después de la Segunda Guerra Mundial. Nicolle Braun era el seudónimo de Erwin Wolf.
[5] Marteau: stalinista y ex director de L’Action Socialiste, órgano de la izquierda del Partido Laborista belga. En marzo de 1935 el congreso de los bolcheviques-leninistas belgas resolvió entrar al POB. La minoría opuesta al entrismo, dirigida por Vereecken, renunció a la organización.