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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

A la conferencia de la Liga de la Juventud Socialista

A la conferencia de la Liga de la Juventud Socialista

A la conferencia de la Liga de la Juventud Socialista[1]

 

 

18 de julio de 1938

 

 

 

Un partido revolucionario debe necesariamente basarse en la juventud. Incluso se puede decir que el carácter revolucionario de un partido se puede juzgar, en primera instancia, por su capacidad para atraer hacia sus banderas a la juventud de la clase obrera. El atributo básico de la juventud socialista -y tengo en mente a la juventud genuina y no a los viejos de 20 años- reside en su disposición para entregarse total y completamente a la causa socialista. Sin sacrificios heroicos, valor, decisión, la historia en general no se mueve hacia adelante.

Pero el propio sacrificio solo no es suficiente. Es necesario tener una clara comprensión del curso de los acontecimientos y de los métodos apropiados para la acción. Esto sólo puede ser obtenido por medio de la teoría y de la experiencia vivida. El más flamante entusiasmo rápidamente se enfría y evapora, si no encuentra a tiempo una clara comprensión de las leyes del desarrollo histórico. A menudo hemos observado cómo jóvenes entusiastas, habiéndose dado contra la cabeza, se convierten en sabios oportunistas; cómo ultraizquierdistas desengañados pasan, en corto tiempo, a ser burócratas conservadores, así como gentes fuera de la ley se corrigen y se convierten en excelentes gendarmes. Adquirir conocimiento y experiencia y al mismo tiempo no disipar el espíritu luchador, el autosacrificio revolucionario y la disposición para ir hasta el final, es la tarea de la educación y de la autoeducación de la juventud revolucionaria.

La intransigencia revolucionaria es una cualidad preciosa cuando se dirige contra la adaptación oportunista a la burguesía y contra la debilidad teórica y la vacilación descorazonada de toda clase de oficiales y parlanchines comunistas y socialistas del tipo de Browder, Norman Thomas, Lovestone y similares. Pero la "intransigencia" se convierte en su opuesto cuando sólo sirve a los sectarios y confusionistas de consuelo platónico por su incapacidad de ligarse a las masas.

Fidelidad a las banderas ideológicas es la cualidad fundamental del revolucionario genuino. Pero desgraciado de quien convierte esta "fidelidad" en terquedad doctrinaria, en la repetición de lo ya hecho, en fórmulas aprendidas de una vez por todas, sin capacidad de prestarle atención a la vida y responder a sus exigencias. Una política marxista genuina implica llevar las ideas de la revolución proletaria a masas cada vez más amplias, por medio de siempre cambiantes, siempre nuevas, y frecuentemente, inesperadas combinaciones de condiciones históricas.

El principal enemigo dentro de las filas del proletariado es, claro está, el oportunismo, especialmente en su más viciosa y maligna forma, el stalinismo, esa sífilis del movimiento de la clase obrera. Pero para tener éxito en la lucha contra el oportunismo, es necesario que desterremos los vicios del sectarismo y de la fraseología pedante de nuestras propias filas. La historia de la Cuarta Internacional, incluyendo la sección en los Estados Unidos, nos ha dado no pocas lecciones a este respecto; debemos entenderlas y aplicarlas. Los antiguos griegos hacían desfilar ilotas borrachos con el objeto de apartar a la juventud del alcoholismo. Todos los Oehelers, Fields, Vereecken, y Cía., son ilotas del sectarismo que ponen de moda sus muecas y acrobacias como si tuviesen como meta especial que nuestra juventud rechace el estéril y fastidioso sectarismo.

Tenemos la esperanza de que la próxima conferencia de la Liga se convierta en una etapa importante en el proceso de adquirir experiencia política sobre las bases de granito del programa marxista. Sólo bajo estas condiciones se asegurará la suerte del gran movimiento histórico del cual la Liga juvenil es una de sus secciones avanzadas.

 

León Trotsky



[1] A la Conferencia de la Liga de la Juventud Socialista. Con permiso de la Biblioteca de la Universidad de Harvard. Estos saludos se enviaron a una convención de la Liga de la Juventud Socialista originalmente programada para septiembre pero que no se reunió sino hasta noviembre de 1938.



Libro 5