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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

La política de nuestros camaradas en el Comité

La política de nuestros camaradas en el Comité

La política de nuestros camaradas en el Comité[1]

 

 

17 de marzo de 1937

 

 

 

A todos los camaradas del comité

 

Estimados camaradas:

 

El trabajo del comité posee una importancia histórica, pero no puedo estar de acuerdo con la actitud de nuestros propios camaradas que militan allí. Durante los dos primeros meses, por falta de información, expresé mis dudas, temores y críticas de la manera más cautelosa. Pero ahora digo sin vacilar: la línea general de nuestros camaradas en el comité es incorrecta. La debilidad de la política de nuestros camaradas, mejor dicho, la falta de política, paraliza la actividad del comité y suscita el riesgo de llevarlo a un callejón sin salida. Señalaré algunos ejemplos y síntomas y luego sacaré las conclusiones.

1. [En enero] tuvimos algunas discusiones con Shachtman, Novack y otros camaradas acerca de la actividad del comité. El eje de la discusión fue la necesidad de formar la comisión investigadora inmediatamente. Cada camarada norteamericano sugirió algunas medidas concretas para integrar la comisión. Este era el objetivo, el verdadero objetivo, el objetivo general de todo el trabajo posterior.

Yo estaba totalmente seguro de que el plan había comenzado a cumplirse. Sólo ahora comprendo que, bajo el ataque de los stalinistas y dada la debilidad de nuestros camaradas, el problema de la comisión fue dejado de lado, en primer término por la crisis interna del comité y en segundo término por la falta de firmeza, de claridad y de una línea consecuente.

Supongo que la crisis del comité fue producto de un cierto diletantismo, unido a la confusión política que acompañó a su creación. Pero no entraré en esto porque carezco de suficiente información. El hecho es que la crisis fue superada gracias a las masas y a pesar de las vacilaciones de nuestros camaradas.

El mitin del Hipódromo demostró que los obreros quieren ayudar al comité. Era absolutamente necesario que se utilizara este ascenso para la creación inmediata de la comisión investigadora. ¿Por qué no se presentó ante el mitin un proyecto de lista de miembros de la comisión, con el fin de estimular y presionar a los liberales? Solow me preguntó ayer por qué no formulé esta propuesta antes del mitin.[2] Muy bien: me declaro culpable de no haberlo previsto desde Coyoacán. Pero este problema fue discutido a mediados de enero, ¿cómo había de pensar yo que el comité haría cualquier cosa excepto lo indispensable?

2. El anteproyecto de estatuto fue el elemento que me reveló cuál es el espíritu de los camaradas en el comité: un espíritu no de lucha, sino pasivo, capitulador. Les dije a los amigos que están aquí: si los camaradas actúan de esa manera, la victoria es imposible. Es imprescindible implementar una nueva orientación. En ese espíritu redacté unas enmiendas. Sin embargo, yo estaba seguro de que el núcleo de la comisión estaba ya listo para empezar a trabajar, que el estatuto era sólo el comienzo. Ayer me enteré por Solow que el estatuto es un fin en sí mismo, un medio para perder el tiempo con la esperanza de que a partir de un buen estatuto puede nacer una comisión ideal. Esta es una concepción puramente formal, puramente jurídica, no política y no marxista.

Una pequeña comisión investigadora, aunque esté integrada por gente de base (si las personas calificadas vacilan) puede lograr muy buenos resultados. Cuando publique los primeros testimonios, documentos, etcétera, referidos, por ejemplo, al capítulo Copenhague, ganará autoridad, atraerá a la “nobleza” y abrirá nuevas posibilidades. Sin embargo, el mejor estatuto del mundo resultará estéril si falta la voluntad de crear la comisión inmediatamente.

3. Ya he dicho bastante sobre el episodio del Nation. Todo lo que he leído y todo lo que me ha dicho Solow refuerza mi convicción acerca de que la oposición de nuestros camaradas no fue accidental, de que aquí no se trata de las bondades de una medida aislada, sino de la línea política general de y para el comité. Ustedes estarían en una situación incomparablemente mejor que la actual con respecto Malraux y la pérfida iniciativa del New Republic, si hubieran enviado y publicado oportunamente mi carta al Nation. Era un acto de delimitación. Es una medida sumamente necesaria.

4. Aprecio en alto grado la participación del señor Dewey en el Comité. Comprendo que no puede actuar de otra manera. No es partidario de Stalin ni de Trotsky. Quiere establecer la verdad. Pero la posición de ustedes es distinta. Ustedes conocen la verdad. ¿Tienen derecho de ocultarla, inclusive dentro del comité? Ustedes tienen el mismo deber que los liberales de mantener la identidad política en el seno del comité. La declaración de principios u objetivos debe reflejar la presencia de ambas partes. En el peor de los casos, si aceptan la declaración de principios de Dewey como base común, están obligados a declarar que no se encuentran por encima de los stalinistas y de los trotskistas, que sobre la base del procedimiento, los hechos, etcétera, etcétera, ustedes saben dónde está la verdad y dónde el fraude. Pero conforman una alianza con los liberales honestos, en el terreno elegido por ellos, para convencer a la opinión pública de la justicia de su causa. Invitan a los stalinistas a hacer lo mismo. Esa declaración, dictada por la situación en su conjunto, les hubiera resultado sumamente valiosa para la propaganda entre las masas; mucho más importante que la declaración abstracta de Dewey.

5. El episodio de Fenner Brockway está tan fresco en la memoria que no es necesario recordarlo. Tampoco éste fue casual. Es parte de una línea general caracterizada por la falta de demarcación firme.

Toda acción política, sobre todo cuando se basa en un bloque, parte de la demarcación con respecto a los enemigos, tanto francos como pérfidos. Hecha esta demarcación podemos iniciar las maniobras, alianzas y concesiones. En caso contrario, traicionaremos a los amigos verdaderos y a nosotros mismos. En política no hay nada más peligroso que ayudar al enemigo a mantener su máscara amistosa hasta último momento.

En este asunto de la investigación estoy a favor de un bloque con los liberales, los conservadores honestos, los socialdemócratas, etcétera. Pero debe ser un bloque con personas dispuestas a enfrentar valientemente los ataques, calumnias e intrigas de los stalinistas y a no traicionar la justicia elemental. Los liberales que no quieren diferenciarse del Nation o de las intrigas de Fenner Brockway no pueden ser nuestros compañeros de ruta. Es mejor descartarlos. Mañana se acercarán, si la comisión investigadora trabaja activa y eficientemente.

Hemos escrito muchas cosas sobre las reglas marxistas de la coalición: a) no perder la propia identidad; b) considerar al aliado como un posible adversario; e) reservarse el pleno derecho a crítica; d) complementar la acción dentro del bloque con acciones independientes; e) estar dispuesto, cuando se presentan circunstancias favorables (el mitin del Hipódromo), a asumir la iniciativa en la acción si los aliados vacilan, etcétera, etcétera. Pero la experiencia demuestra que de la explicación de fórmulas generales a su aplicación práctica hay mucho trecho. Desde el punto de vista de los principios, el error de nuestros camaradas pertenece a la misma categoría que el error de los comunistas chinos después de su ingreso al Kuomintang.

Ayer le escribí a Suzanne La Follette sobre las medidas a tomar para salvar la situación. Les envío copias de esa carta. En el próximo período, todos los problemas, no solamente el problema del proceso, tendrán relación con la comisión investigadora. Es necesario resolver y organizar una subcomisión que venga a México en dos o tres días. Mon Dieu, el asunto no es tan difícil, siempre y cuando el comité esté dispuesto a cumplir con su deber. Al mismo tiempo, es necesario hacer la lista de integrantes de la comisión o de su primer núcleo, para que ésta pueda iniciar su trabajo tan pronto como la delegación vuelva de México y presente su informe. Al mismo tiempo, debemos solicitar a los comités de todo el mundo que envíen su mandato para iniciar la investigación. Esta es la única manera de recuperar el tiempo perdido y abrir un nuevo capítulo en la historia del comité.

Esta carta es el resultado de una larga conversación con el camarada Solow. Les ruego se la hagan llegar a todos los camaradas que participan en esta actividad.

 

Con saludos partidarios,

 

León Trotsky



[1] La política de nuestros camaradas en el comité. Del archivo de James P. Cannon. Con autorización de la Library of Social History

[2] Herbet Solow (1903-1964): intelectual de izquierda norteamericano, fue periodista de publicaciones obreras en los años treinta. Apoyó al PC hasta 1932 y luego fue simpatizante de los trotskistas. Entró al Workers Party en 1934, pero se separó en 1935. Apoyó la Comisión Dewey. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial repudió el marxismo y luego fue editor de la revista Fortune.



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